¿Tiene la oposición venezolana un plan?, por Ángel Monagas
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Nicolás Maduro, visiblemente presionado por las circunstancias que actualmente le rodean, manifestó que no sabía si las elecciones presidenciales serían celebradas en 2023 o en 2024.
Ante esta información, Juan Guaidó —a quien Jorge Rodríguez está tratando de revivir en el arco de ciudadanos de las distintas tendencias que están dispuestos a votar en las primarias— salió a explicar que para un escenario con elecciones presidenciales no se cuenta con algo tan elemental como un cronograma. Pero, sin embargo, retó a Maduro a que pusiera una fecha para las elecciones presidenciales, divagando sobre la posibilidad incluso de que sean fijadas para el mismo día que los factores de oposición tienen estipulado realizar la elección primaria de su posible candidato.
El régimen ha encomendado a Jorge Rodríguez el sabotaje a las primarias de la oposición.
Es el mismo Jorge Rodríguez que infiltró el procedimiento de recolección de firmas para solicitar el referendo revocatorio de 2016 y que luego se salvó con la judicialización y paralización del mismo; cuando, además, se inhabilitó la tarjeta de la Unidad.
La participación de aspirantes inhabilitados para ser candidatos a cargos públicos supone otra interrogante. ¿Y si gana uno de esos inhabilitados?
¿Qué le daría legitimidad a la línea de sucesión de candidatos para no terminar con una persona que nunca tuvo la mayoría o que incluso no participó?. ¿Cuál es la garantía de que el candidato no sea el chofer de la excursión, cuya fortaleza en la campaña sería que, al igual que Nicolás Maduro, también es un chofer?
La aparición de personajes infiltrados que han sido enviados por Jorge Rodríguez para el sabotaje a las primarias, como es el caso de Benjamín Rausseo, demuestra que no habían tomado en cuenta una situación así, con una Comisión inocente buscando despachar el asunto, pidiendo una recolección de firmas que con los medios de los que dispone el régimen obviamente no van a tener problema en recoger.
Sí, Benjamín Rausseo fue mandado por Jorge Rodríguez. Sus propias palabras lo delatan. No muestra ni un ápice de crítica o denuncia contra los que gobiernan y sus actores.
¿Y es que no se han planteado un escenario en donde el régimen echa mano de sus votantes cautivos para imponer su propio candidato de oposición? Es el tipo de estratagemas propias de Jorge Rodríguez. Se trata de un sistema de gobierno al estilo de Daniel Ortega, que tiene los recursos.
Pero yendo más allá. ¿Es que hasta ahora nadie se ha preguntado con cuál tarjeta la oposición va a participar en las elecciones presidenciales? Y qué podemos decir del chiripero disfrazado o apodado como los «alacranes».
¿Tienen alguna idea de cómo manejar la utilización fraudulenta de las tarjetas de los partidos tradicionales en favor del régimen que las tiene secuestradas?
¿Tiene la oposición algún plan alternativo ante estas situaciones?
El experto en temas electorales, José Rafael Rincón, manifiesta que el cronograma establecido para las primarias se ha cumplido de una manera muy accidentada y los retrasos existentes afectan los equipos de trabajo, y en la línea temporal establecida, el modelo del proceso electoral aún no aparece claramente definido.
De por sí, la constitución de las juntas regionales de las primarias ya presentó un retraso de 30 días.
Juan Guaidó dice que si el régimen adelanta las elecciones, entonces las primarias deben ser adelantadas. Pero ¿cómo adelantar los tiempos de algo que hasta el momento aparece con retrasos?
En los predios de Jorge Rodríguez, los expertos en potes de humo se sonríen de su gracia. Si se adelantan las elecciones la estampida de los candidatos será un buen caladero para la pesca de nuevas chiripas disfrazadas de opositores.
Y sin tiempo real para unas primarias, no es prometedor un escenario de consenso para nombrar un candidato que represente al colectivo opositor. Juan Guaidó, quien ya adoptó la recomendación de hablar de alternativa democrática, en vez de oposición, se siente confiado en ser el candidato preferido de Jorge Rodríguez.
¿Está preparada la oposición para retomar el consenso como método para designar su candidato y abandonar las primarias?
El presidente de Colombia, Gustavo Petro está montando su propia carpa de circo a costa de la situación política venezolana, invitando a un grupo de países a reunirse en Colombia para plantear soluciones a la problemática de nuestro país.
*Lea también: Carta abierta al presidente Gustavo Petro, por Víctor Álvarez R.
Tácitamente, el denominado por Ramiro Valdés Gran Mamerto, apoya la iniciativa. Voceros opositores se mostraron favorables a esta propuesta de Gustavo Petro.
Sin embargo, en esta reunión se va a discutir sobre Venezuela sin que vaya ningún venezolano; porque Petro no invitó a ninguno.
El eje central de este circo de Gustavo Petro es impulsar una propuesta para relajar las sanciones internacionales en contra del régimen de Nicolás Maduro, como principal fórmula para favorecer un clima adecuado donde se puedan resolver los problemas políticos de Venezuela.
El representante diplomático ante el gobierno de los Estados Unidos, Fernando Blasi, designado por la Junta Directiva de la Comisión Permanente de los diputados electos para la Asamblea Nacional en el 2015, solicitó, supuestamente a nombre personal, que la administración del presidente Joe Biden relajara las agobiantes sanciones petroleras que pesan sobre el gobierno que preside Maduro.
Cualquier diplomático sabe, que estas salidas «a título personal» son inaceptables en el contexto de las relaciones internacionales.
Todo apunta a un lobby para quitarle las sanciones al denominado gobierno de Nicolás Maduro y, a cambio, ni siquiera hay un cronograma oficial para las elecciones presidenciales.
¿Está la oposición siguiendo un plan para favorecer a Maduro y que nadie conoce?
Partimos de un pensamiento basado en un proceso matemático: negar la hipótesis para afirmar la tesis.
El análisis que plantea Fernando Blasi, que para muchos ya debería haber sido sustituido, hace coro con los aportes de otros analistas que apuntan a pasar la página de la campaña de presión máxima que los aliados internacionales que apoyan la democratización de Venezuela han sostenido hasta la fecha.
Para ellos, estos mecanismos internacionales fracasaron, porque Nicolás Maduro sigue allí. Y si no los eliminan, entonces Venezuela será como Cuba y no volverá la democracia.
Yo estoy de acuerdo con el fondo planteado, más no con la forma. Eliminar sanciones sin otros compromisos sería un craso error.
Esto es un sofisma. En este disparatado análisis el planteamiento de esos iluminados es: Maduro es un dictador, las sanciones han permitido que Maduro siga en el Poder, entonces, al quitar las sanciones Maduro dejará de ser un dictador, o al menos dejará de seguir en el poder. En principio, cesaría un discurso, una justificación para mantener el desastre venezolano.
¿Si la oposición tiene un plan, no se tratará de una maquinación tan extravagante y disparatada como la que plantea que sin las sanciones Maduro dejará de ser dictador y abandonará el poder?
Si, hasta ahora, todo el apoyo internacional a la causa venezolana no ha rendido sus frutos, es por la impericia de los actores de la oposición que acapararon las tareas de restauración de la democracia. 23 años prácticamente perdidos.
Porque desde el 2017, hasta la Operación Gedeón en el 2020, hubo un plan.
¿La cumbre colombiana es parte del plan de la oposición? Pues no. La oposición venezolana se «autoinvitó». Ese es un plan de Petro, maquinado por los cubanos, porque lo que sí es cierto y está incluido en la agenda de la isla, Maduro ya no es necesario, puede ser prescindible. Eso lo sabe Nicolás. Sucedió con Chávez el 8 de diciembre del 2012 y puede repetirse.
Vale preguntar, ¿eso significa un avance para la oposición? Pudiera serlo si hay un plan.
Los cubanos siguen dirigiendo el proceso.
Maduro sin Tareck El Aissami es vulnerable. El sirio-libanés no salió por corrupción ni por ambición y eso no significa que no la tenga o que no haya como 99% de los funcionarios chavistas cometiendo actos de corrupción. No se condena al «diablo por robar almas», se castiga si solo muestra los cachos y bota fuego y no infunde temor. Los cuadros chavistas y de la Fuerza Armada ya saben quién es el verdadero poder.
La oposición, si no lo tiene, necesita un plan; una estrategia coherente. Que no se repita el fenómeno nicaragüense…Hasta la próxima.