Todos para uno, por Teodoro Petkoff
Para el acto de votación del 26S existen algunos elementos de carácter práctico que es necesario explicar una y mil veces porque sobre algunos aspectos existe todavía cierta confusión que es preciso despejar. Por ejemplo, aunque en general, está clara la idea de que la oposición alcanzó el «acuerdo perfecto», que le permite presentar un elenco de 165 candidatos únicos y unitarios para los 165 cargos en disputa, de modo tal que ningún voto se pierda, no está tan clara la materialización de esa idea clave.
Puesto que cada partido está haciendo su propia campaña, y aunque todos presentan los mismos nombres y rostros de los candidatos, hay gente que cree que cada partido tiene sus propios nombres, distintos a los de otros partidos. No debe subestimarse esta galleta. Es preciso dejar clarísimo que aunque los partidos son distintos, todos tienen los mismos candidatos. No debe quedar duda alguna de que por cualquier partido de la Unidad por el cual se vote, todos los votos son para candidatos que son comunes. En otras palabras, que todos los votos, cualquiera sea el partido que el elector escoja, van al mismo pote, al mismo destino. No existe peligro alguno de dispersión o desperdigamiento de votos. Siempre que se vote por los partidos de la Unidad Democrática.
Un segundo aspecto que debe subrayarse en todos los tonos posibles (y no se hace suficientemente) es que la oposición democrática está unida. El concepto de Unidad es el principal activo, el más importante atractivo creado por la Mesa de Unidad Democrática. La división tiene una fenomenal potencia negativa, llevando a mucha gente a abstenerse, como fue el caso de Bolívar, por ejemplo, donde la división colocó la abstención en ese estado diez puntos por arriba del promedio nacional. Fueron electores evidentemente molestos con unos partidos que no fueron capaces de unirse y los castigaron, negándoles el voto a los dos sectores en que se dividió la oposición democrática, para perder una gobernación que podía haber ganado.
De igual manera, la unidad posee un no menos fenomenal poder positivo. No sólo por lo obvio, porque la suma es mayor que las partes, sino por un efecto adicional: opera como un factor estimulante sobre electores indecisos o desesperanzados. La sola idea de que existe Unidad produce una descarga de adrenalina, que saca de sus casas y las lleva a las mesas electorales a mucha gente que en caso contrario no se movería, disgustada por la irresponsabilidad de la división. Pues bien, hoy existe UNIDAD. Esa es una ideafuerza que debe ocupar un espacio amplio en estos doce días que restan.
Del éxito unitario depende el futuro de la democracia y del país. Tan importante como la Unidad misma, es decisivo que se sepa que existe. Por increíble que parezca, se encuentra gente que no lo tiene claro o a la cual confunde la profusión de partidos y candidaturas que son únicas y de todos juntos pero que parecieran distintas y compitiendo entre sí.