Tolkien, Emmanuel Macron y el deterioro de la democracia, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Qué tiene que ver ese escritor de mundos y personajes fantásticos inglés, con el presidente de Francia y la democracia. Mucho y nada. Pero ante las circunstancias por la que, peligrosamente, transita el mundo, sobre todo el que aún se preserva bajo el amparo de la democracia, ambos europeos, tienen más en común que lo que nos imaginamos, más allá, claro, de ser originarios de ese continente.
John Ronald Reuel Tolkien, famoso escritor con una gran habilidad para crear mundos de fantasía impresionantes, incluso nuevos idiomas, alcanzó la inmortalidad con su famosa trilogía del Señor de los Anillos. Textos que narraban la existencia de mundos constituidos y que poseían, cada cual, a su manera, la libertad para crear y desarrollar sus espacios. Todo viviendo en libertad y armonía. Sin embargo, esos mundos se ven perturbados por sentimientos intrínsecos y contradictorios. Los enanos, los medianos, los hombres, la naturaleza y, no podía faltar, aquellos que suelen estar detrás de fuerzas calificadas como malignas u oscuras.
Su narrativa en el Señor de los Anillos –entre sus obras también destacan: El Silmarillion, El Hobbit, Historias no finalizadas y la Historia de la Tierra-Media, entre otras–, Tolkien se enfoca en la lucha por el poder absoluto de todo y de todos por parte de la oscuridad y decadencia. Una banda encabezada por una especie de nigromante llamado Saurón, pretende arrasar con los mundos y gobernar sobre los escombros, las cenizas o lo que quede de ellos. No obstante, otros seres –enanos, hombres angelicales o élficos, medianos (Hobbits) y humanos (llamados hombres, por el escritor)– lucharán para evitarlo. Pero antes, para vencer a la oscuridad, deben subsanar sus diferencias, tanto en la acción como en sus creencias y estrategias.
Muchos afirman que esta trilogía de libros –La comunidad de los anillos, Las dos torres y el Retorno del rey– condensados en uno, fueron elaborados por el autor, tomando en cuenta escenarios como los de las guerras mundiales.
En sus obras, Tolkien narró lo que estaba por atravesar el mundo de su imaginación: las divisiones, luchas y los sacrificios. Son muchos los personajes destacados en la obra, pero hubo uno muy sabio y previsivo, una especie de visionario a quien le entregó poderes mágicos. Desde este personaje, fluían palabras sabias y aleccionadoras, pero casi todas eran como ciertas oraciones elaboradas en claves o acertijos y era lógico por la profundidad intelectual de J.R.R. Una de las más famosas fue –palabras más o menos trasladadas–: «Oscuridad para asuntos oscuros». El tenebroso y ambicioso líder apuntaba al futuro sombrío.
Apartando los extremos, Emmanuel Macron, en un discurso inusual, y con motivo de cumplirse seis meses de la guerra de Vladimir Putin contra Ucrania, hizo unas serias advertencias que incluyeron la solicitud de adoptar ciertas abnegaciones por parte de los suyos, pero que bien podrían tomarse para todo el mundo.
*Lea también: «Creí que habías dicho comunista, no economista», por Beltrán Vallejo
Como lo señalaba en las líneas anteriores, para muchos, incluyéndome, el discurso de Macrón fue bastante extraño. No obstante, si revisamos un poco más los asuntos sobre los cuales se ha pronunciado el presidente francés, podríamos notar que no es la primera vez que habla como lo hizo: cauteloso pero efectivo en la anticipación de asuntos que conciernen con su país y Europa. Es uno de los pocos que actúa manejando la teoría y práctica de la política en defensa de la democracia, lo que no ha evitado que muchos tengan una opinión adversa sobre su imagen y su gestión, y eso también es válido.
Esta vez, Macron, visualizando todo lo relacionado con la situación climática y la guerra en ese continente dijo: «Creo que asistimos a una convulsión y a un cambio radical» y añadió: «En el fondo, lo que estamos viviendo es el fin de la abundancia. Nuestra libertad, el régimen de libertad de vida en el que nos acostumbramos a vivir, tiene un costo y a veces, cuando hay que defenderlos, esto puede requerir sacrificios y ciertas batallas que librar”.
Lo último dicho por el presidente francés, parece sacado de uno de los párrafos de las obras de Tolkien. Sacrificios y batallas que librar, es lo importante por recuperar y destacar del discurso de Macron. Sabe que tanto los franceses como los europeos, tienen por delante unos escenarios que pudieran ser un poco más duros que los vividos durante la Segunda Guerra Mundial.
Escases, falta de combustible y energía disponible para afrontar el invierno que ya llega, pero sobre todo una inflación que puede tirar abajo a la muy defendida pero deteriorada democracia. Por eso, deja entrever que hay que estar atentos para el sacrificio y librar batallas individuales y colectivas, para lograr mantener las libertades.
Todas las advertencias hechas por Emmanuel Macron son importantes, pero la que debemos enfrentar con más firmeza es la del fin de la ilusión de que la democracia y los derechos humanos serían siempre los triunfadores, pero que ahora lucen endebles y vencidos en los cuatro puntos cardinales. Ese mundo ideal, que tanto progres como conservadores moderados o del radicalismo, estaría siempre venciendo las adversidades y todo aquello que intentara enfrentarle, está terminando y lo hace ante nuestros propios ojos, como también lo hace el cambio climático. Kenia, Sri Lanka, Polonia, Filipinas, India, Guatemala, El Salvador, Brasil y por supuesto Venezuela como inspiración para otros en el debilitamiento y exterminio del sistema democrático, lentamente y desde el interior, están mostrando la clara radiografía de la debacle de este sistema de libertades y derechos.
El aumento de los regímenes autoritarios y la llegada de individuos cargados del más crudo populismo –izquierda o derecha– son las claras señales de que algo ha dejado de funcionar en las democracias, y ello es lo que ha despejado el camino para el arribo de estos personajes. Porque, según ha señalado también Macrón, nos ha dejado de preocupar que gente con esas características; el advenimiento de una hambruna o una guerra, pudieran ser parte de nuestra realidad algún día.
Pues bien, ese día está aquí derribando las destartaladas puertas de la democracia en el mundo.
Pese a todo este panorama y deslastrándome del posible calificativo de pesimista, a la mano todavía nos queda la luz de nuestras conciencias que ha reanimado y movilizado a toda la humanidad ante las amenazas de las pretensiones de unos pocos de querer arrebatarnos lo que hemos conquistado a lo largo de su historia. Incluso, si tomamos los textos de Tolkien, aún allí encontramos acuerdos y trabajo en equipo.
La aproximación de los tiempos oscuros, esos que no forman parte del espíritu de autonomía de los individuos, debería mover la esencia libertaria que cada uno portamos en nuestro espíritu. Las obras de Tolkien, han tenido un renacer de la esperanza y el discurso de Emmanuel Macron, nos llama a levantar las barreras que impidan la caída completa de la democracia.
Está de nuestra parte, desde el dirigente hasta el más sencillo ciudadano que por serlo no quiere decir que no sea el más valioso en la construcción de la fortaleza que detenga lo visible, lo anunciado.
Luis Ernesto Aparicio M. es Periodista Ex-Jefe de Prensa de la MUD
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo