Tormenta imperfecta, por Américo Martín
@AmericoMartin
“El corazón tiene razones que la Razón no entiende”
Blas Pascal
Invocando el aforismo de la verdad que al final se impone, el diputado Florido respondió con argumentación tranquila y documentada a quienes lo pusieron en la picota de la opinión pública. No es el único caso en estos tiempos de obsesivas pasiones, pero espero que sea el último en alcanzar el tope de la infamia, si quedara demostrada la ligereza de quienes la promovieron. Parto de la buena fe de quienes, con razón angustiados, se hayan sentido atraídos por la retórica intensa. Robarle al país es monstruoso, pero no hay manera de calificar el delito de usar para fines propios la simpatía foránea que, conmovida por la tragedia venezolana, manifiesta con hechos su decisión de ayudar a superarla.
Florido fue en esta ocasión la cabeza de turco. Se mencionaron las sumas que ya habría recibido y se aseguró que la operación se proponía adicionalmente dividir la diáspora para controlarla desde la AN. Como nunca practico la solidaridad automática, anuncié que esperaría la rueda de prensa convocada por el imputado para dar mi opinión. Quería oír a las dos partes aunque me movía a la duda la mala costumbre de homologar acusación y sentencia condenatoria, desterrada de la civilización desde el siglo XVIII, llamado no por azar “Siglo de las luces”.
Me extiendo en estas consideraciones por la enseñanza que debe extraer la oposición democrática. Los que denunciaron no han pasado de las palabras en tanto que el denunciado, con respaldo de la AN, sí lo ha hecho. Lo pedagógico sería reconocer el error. En cualquier caso, la moraleja es clara.
El padre Ugalde no se cansa de examinar la sombría realidad del país con ánimo de diseñar soluciones. Coincidimos en la apreciación del enorme papel de la Asamblea Nacional, única de las ramas del poder público con legitimidad de origen y desempeño, más ahora cuando la opinión internacional desconoce la elección del 20M y el candidato Henry Falcón la rechaza por fraudulenta.
Mandan los mariscales Hambre y Miseria. La crisis empeorará, según se estima con probidad; la unidad puede descifrar su enigma interno y aglutinar todas las disidencias.
Si el gobierno en tal esquema descubre que su renuncia es menos costosa que alzarse contra el planeta, el cambio paradigmático tomaría fuerza.
Conforme al artículo constitucional 136 in fine, las ramas del Poder Público deben colaborar entre sí en la realización de los fines del Estado. Para cubrir el vacío de hipotéticas renuncias y echar cimiento a nuevas elecciones mundialmente garantizadas, nadie mejor que la Asamblea Nacional.
¿Difícil? Sin la menor duda. Pero bien sintonizados, la unidad y el cerebro están para conseguir lo imposible. Elecciones –interceptan valiosos opositores- solo después de cambiar a Maduro. ¿Inesperada reminiscencia de la violencia, partera de la historia? Lo cierto es que ni en situaciones extremas debe arriarse el emblema electoral porque además de desenmascarar a sus enemigos podría convertir la potencia en acto si se esgrime con perseverancia, inteligencia y renovada presión internacional.
Son las razones de la Razón, don Blas, que el corazón a veces no entiende.
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