Trabuco casi completo, por Teodoro Petkoff
Concluida la inscripción de candidatos para gobernaciones y alcaldías es posible hacer un balance del esfuerzo unitario de los partidos democráticos de la oposición. En números es francamente positivo, se diría que impresionante: 19 de 22 gobernaciones llevan candidatos unitarios, es decir, respaldados por todos los factores de la alianza. Son candidatos únicos de la oposición frente a los del oficialismo.
Sólo en tres estados no se pudo lograr la unidad: Táchira, Bolívar y Yaracuy. En cada uno de ellos fueron inscritos dos candidatos de la oposición. Para la Alcaldía Metropolitana de Caracas, cuya imagen nacional pesa mucho, fueron inscritos dos candidatos. Esto es malo pero no irremediable. Para las alcaldías de 15 sobre 22 capitales de estados hay candidaturas unitarias y en seis no, pero entre éstas deben mencionarse dos ciudades importantes, San Cristóbal y Barquisimeto.
Las otras cuatro son San Felipe, Coro, San Carlos y Tucupita. Por otra parte, es muy importante señalar que de las 328 alcaldías municipales en disputa, la unidad se forjó en alrededor de 230.
¡No es pendejada! En conjunto, pues, el resultado puede considerarse ampliamente satisfactorio y debe reconocerse el enorme y agotador trabajo realizado por los partidos democráticos para lograr una meta que mucha gente consideraba imposible.
Además, y esto es muy importante, el trabajo unitario no ha finalizado y todavía queda tiempo para lograr la unidad perfecta, que, en fin de cuentas, se reduce a alcanzarla en las seis capitales de estados que faltan y en la Metropolitana de Caracas, y solamente en tres gobernaciones. Quien haya seguido de cerca este proceso podrá dar fe de la paciencia, la tolerancia, el espíritu unitario, la voluntad, que fueron demostrados por los dirigentes de las fuerzas políticas involucradas para superar los naturales obstáculos que existen cuando se trata de conjugar intereses políticos legítimos pero dispares y aspiraciones legítimas pero encontradas, con nada legítimas perversiones sectarias, caprichos e intereses particulares y egos, en algunos casos, insoportables. El espíritu del acuerdo unitario firmado el 23 de enero pasado logró reducir a escasos bastiones el sectarismo.
De allí que puedan tenerse fundadas esperanzas de que en plazo razonable se pongan de acuerdo los partidos para instrumentar un mecanismo consensual que permita alcanzar la unidad para las gobernaciones de Táchira, Bolívar y Yaracuy, y las alcaldías de Caracas y de las seis capitales de estados faltantes. Los partidos tendrían que hacerse cargo de gobernar el instrumento unitario, no dejándolo en manos de los candidatos, con el compromiso público de acatar los resultados que emerjan de esa segunda vuelta unitaria, que ahora sería mucho menos complicada y engorrosa que la primera. En 19 estados del país hay alegría por la unidad. Hay que llevar esa misma alegría a los tres restantes. Hay que completar la faena.