Tránsfugas, por Carolina Gómez-Ávila
En vista de la relevancia que están teniendo en la tragedia nacional escribo unas líneas con ideas elementales, pero quizás desestimadas u olvidadas, sobre los tránsfugas. Regresar a los significados es un buen ejercicio para pulir el criterio.
La segunda acepción de tránsfuga en el diccionario de la lengua española, dice que se trata de la “persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato”. 1
Parece claro. ¿Es suficiente? El Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales de Manuel Ossorio y Florit, viste el término con juicios morales:
Tránsfuga o trásfuga: También tránsfuga o trásfugo. El que huye o escapa. | Desertor. | El que por móviles rastreros o indignos deja una causa ideológica. | Traidor. 2
El diccionario del español jurídico cita reflexiones de un fiscal de España: “la actitud del tránsfuga, que, aun ejerciendo su derecho individual, altera el equilibrio de fuerzas derivado del grupo político con el que había concurrido a las elecciones, […] altera, aun en un segundo nivel, la representación democrática, pues la votación a un determinado partido político se efectúa no sólo por la calidad de las personas que lo integran en las listas electorales, sino por la perspectiva política e ideológica que representan.» 3
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La venezolana “Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones” (G.O. Nª 6013 E del 23 de diciembre de 2010), reserva el capítulo IV para normar el compromiso de los parlamentarios con la ciudadanía. Allí se lee, en los artículos 29 y 30, que constituye un fraude a los electores hacer causa común con fuerzas políticas contrarias a las que los respaldaron y separarse de la fracción que representa a la organización política que los postuló, lo que podría llevar a la inhabilitación, de seguirse el proceso que involucra a los Poderes Legislativo y Ciudadano 4… con lo que podemos predecir su destino en el entorno actual.
Por donde se vea, el tránsfuga es éticamente juzgable, moralmente repudiable y jurídicamente condenable. El tránsfuga es todavía más amenazante para la aspiración de retorno a la democracia que para el mantenimiento de ella, cuando existe. El tránsfuga ensucia la confianza dada y la confianza por dar con irreparables consecuencias. ¿Qué otra cosa podemos hacer que rechazarlo unidos, categórica y públicamente, si no hay forma de hacer cumplir la ley?
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