Tras el #10E Maduro tendrá que satisfacer a aliados y frenar los cambios políticos
El heredero de Chávez tendrá el reto de preservar a los factores de poder que lo respaldan, no solo los militares y los grupos internos del oficialismo, también a China y a Rusia. Al mismo tiempo, deberá sortear los cuestionamientos del hemisferio sobre un mandato con visos de legitimidad
En medio de cuestionamientos domésticos e internacionales, Nicolás Maduro enfrenta un segundo mandato presidencial. Los escenarios que se ciernen sobre el heredero de Hugo Chávez apuntan a que el otrora sindicalista del Metro, exCanciller y diputado, deberá conservar el respaldo de los aliados y, al mismo tiempo, frenar el cambio político que exige un amplio sector del país.
Aunque no cree que Maduro se encuentre en una situación holgada, el politólogo Ángel Álvarez señala que el dirigente revolucionario no se halla en un momento desesperante, ni tampoco en etapa terminal.
“Tras el 10 de enero, su único reto es mantener satisfechos a los factores de poder que lo apoyan: militares, capital chino y ruso, Cuba y grupos más radicales del chavismo. Eso no lo veo complicado. Poco a poco ha venido haciendo lo necesario para mantener su coalición unida, excluyendo sólo a los menos poderosos y menos amenazantes del chavismo. Sobre las sanciones internacionales, Maduro no puede hacer nada, pero esto lo sabe desde siempre, así que es un parámetro que no puede cambiar”, indica.
Álvarez sostiene que la presión internacional por elecciones justas y transparentes en Venezuela se ha mantenido en los últimos años y fue una constante después de las cuestionadas presidenciales del 20 de mayo de 2018.
“Solo se añaden sanciones a algunos de los aliados de Maduro y a él mismo. Estas medidas son costosas pero no insufribles”, acota. Agrega que la presión interior es mínima y más reducida que en 2014
«La oposición no tiene organización de masas, no tiene recursos, no tiene apoyo popular, no tiene coordinación entre dirigentes, no tiene dinero. La oposición está en su peor momento desde 1999, pese a haber llegado a su mejor momento en 2015. Lo único que les que les queda, que no tenían antes, es el respaldo de países de la región y de Europa. Pero con eso no basta si ellos internamente son incompetentes», comenta Álvarez.
Enfatiza que pese a las dudas sobre el nuevo mandato de Maduro, el heredero aún cuenta con margen de maniobra. Esta circunstancia favorecería que no hubiese cambio político. Por el contrario, “Maduro puede radicalizarse aún más, imponer aún más restricciones a la población, reducir aún más el consumo, desatar aún más hiperinflación. Puede seguir por esa vía por mucho tiempo porque la oposición interior y la internacional no se lo impiden”.
Por su parte, el director de la encuestadora Datincorp, Jesús Seguías, asegura que la capacidad de gobernar de Maduro se reducirá significativamente. Añade que a eso se suma que deberá torear la crisis interna del chavismo debido a los enfrentamientos entre los grupos de poder y además “tiene un deslave importante en la estructura y la base social de apoyo del chavismo, sobre todo en los sectores populares”. Cree que esta circunstancia quizás conduzca al mandatario a negociar, especialmente después de que la oposición logró un nivel de consenso para la instalación de la nueva directiva de la Asamblea Nacional.
“Esto último genera un temporal nivel de cohesión entre la oposición venezolana que no favorece a Maduro. Si esa unidad se mantiene en el tiempo, eso significaría que el fortalecimiento del adversario debilita al otro”, esgrime
Seguías señala que el heredero de Chávez tiene la opción de insistir en la pulverización opositora, escenario que ve como poco probable puesto que aunque los adversarios de Maduro están menguados a lo interno, cuentan con un poder de coacción internacional que presiona al Gobierno. Afirma que la opción de negociar no luce descabellada si el mandatario busca superar la crisis interna del país y salvaguardar el patrimonio político que heredó de Chávez.
Sin giro de timón
No habrá un cambio en el futuro inmediato del país luego del 10 de enero porque Maduro no garantiza nuevas perspectivas para el país, advierte el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano (AD).
“La negativa de Maduro a corregir el modelo político, hace de imposible cumplimiento la fijación de retos para la reinstitucionalización del país. No cambiará su política económica, ni fortalecerá el signo monetario nacional, no desarrollará la seguridad jurídica para incentivar el aparato productivo con las inversiones de capitales foráneos y nacionales”, indica.
Zambrano cree que la cartilla es clara y lo que viene luego del 10 de enero es claro: “Continuará con la instigación al odio que divide la nación, no liberará prisioneros políticos civiles y militares, continuará el secuestro a la autonomía e independencia de los poderes del Estado”.
El parlamentario subraya que si no existe un ápice de voluntad política y democrática continuará la tozudez “de un modelo político derrotado por la historia, con la práctica de política públicas fallidas que condenan la calidad de vida de la sociedad venezolana. Nunca será posible retos para el crecimiento del país en democracia y libertad”.
El diputado opositor insiste en que los cambios del país deben ser motorizados por la sociedad democrática mediante el reclamo social. «Esto implicaría darle cuerpo y forma a la estrategia que demanda la fuerza de los hechos. Aquí debe tenerse como epicentro el único poder legítimamente constituido y reconocido en todas las instancias democráticas del mundo como lo es la Asamblea Nacional”.
Redefinir relaciones
Oscar Vallés, jefe del departamento de Estudios Políticos de la Universidad Metropolitana, sostiene que el escenario más favorable para Nicolás Maduro es que se juramente sin inconvenientes, aunque no descarta un segundo escenario y es que tras la asunción del segundo período, se generen perturbaciones en las principales ciudades del país.
Otro escenario que analiza Vallés serían los pronunciamientos de sectores del bloque dominante como la Fuerza Armada Nacional o del mismo oficialismo contra la juramentación. El cuarto escenario implicaría que las perturbaciones sociales y la ruptura del bloque dominante sean tan profundas que le impidan a Maduro preservar el poder
“Una vez que se juramente, el señor Maduro deberá redefinir sus relaciones con la sociedad venezolana que, a partir del 10 de enero, se va a pronunciar para desconocerlo. Estas relaciones no son de exterminio y tienen que incluir a los partidos políticos, a Fedecámaras, a Conindustria, a las universidades, a las iglesias y a todas las fuerzas vivas el país. No se puede dar el lujo de hacer tierra arrasa. También le tocará redefinir las relaciones hemisféricas y con sus vecinos de la región”, afirma.
Otro aspecto identificado por Vallés es la posición que adoptarán Maduro y su gobierno frente a los señalamientos sobre su usurpación en el poder luego de las elecciones de 2018, que fueran tildadas por muchos sectores de ilegítimas y no competitivas.
Más presión externa
El internacionalista Luis Daniel Álvarez señala que el gobierno de Maduro, en esta segunda gestión, no cambiará su discurso en política exterior. Agrega que continuará el lenguaje beligerante que ha mostrado el canciller Jorge Arreaza, pero el Ejecutivo está llamado a tender puentes para responder a las solicitudes de China y Rusia, sobre todo éste último país, de dialogar. No en vano, recuerda, estos son los países que rigen a Venezuela en material comercial y financiera.
“Tengo la idea de que aumentará la presión la presión internacional sobre el Gobierno, lo ha hecho el Grupo de Lima, la Unión Europea y otros 10 países. Se ha insistido en la necesidad de un diálogo internacional para lograr elecciones transparentes, la renovación del CNE y que los 13 magistrados principales, y los suplentes, designados por la Asamblea Nacional se incorporen al TSJ. Esto último es una de las peticiones del Grupo de Lima”, expresa.
Añade que la representación diplomática de alto nivel ya está restringida en el país y, en la práctica, la mayoría de los países tienen representantes de segundo y tercer nivel, a través de las secretarías y de los encargados de negocios. “Un sector importante del país cree que deben mantenerse las representaciones diplomáticas porque ese es el único cable a tierra con lo que ocurra en el país. Ha habido casos en los que los gobiernos se sienten con cierta patente para actuar como quieren porque no se ven vigilados por nadie”, agrega.
En pocas palabras, Maduro tendrá una incómoda holgura para gobernar un país que hace aguas en lo económico, un punto a tomar en cuenta dada la precaria situación que representa mantener la gran cantidad de prebendas creadas por el Ejecutivo sin los recursos mínimos para ello y sin fuentes de financiamiento para ello.
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