Así es el Tren de Aragua: InsightCrime detalla cómo funciona la banda

El Tren de Aragua se ha convertido rápidamente en uno de los grupos criminales más infames de América Latina y el Caribe, transformándose en una prioridad de seguridad para los gobiernos de la región. La organización InsightCrime publica un estudio a fondo de la organización
El Tren de Aragua se ha convertido rápidamente en uno de los grupos criminales más infames de América Latina y el Caribe, transformándose en una prioridad de seguridad para los gobiernos de la región. Estados Unidos lo ha designado como una organización terrorista y lo ha acusado de orquestar una invasión.
No obstante, Nicolás Maduro asegura que su gobierno ha erradicado al Tren de Aragua en Venezuela. Entonces, ¿cuál es la verdad sobre la banda? ¿Es una potencia criminal en expansión o simplemente una organización criminal exitosa?
Luego de tres años de trabajos de campo en diversos países, InsightCrime presentó una investigación que arroja luz sobre el Tren de Aragua: su evolución, sus tácticas actuales y las posibles transformaciones que podría experimentar en el futuro.
Acá les dejamos hitos de tres capítulos de la investigación:
Bolívar, ¿un nuevo santuario para el Tren de Aragua?
El liderazgo de Yohan José Romero, alias «Johan Petrica», dentro del Tren de Aragua se remonta a su papel como pran en 2010. En 2015 se llegó a creer que había muerto durante un operativo policial en Aragua, pero años más tarde reapareció en el estado Bolívar, vinculado al control de la minería ilegal en el pueblo Las Claritas, cuyos depósitos de oro están entre los más grandes y productivos del país y generan lucrativas ganancias.
Con la creación del Arco Minero del Orinoco en 2016 y el cambio de gobernador en 2017, el equilibrio de poder entre sindicatos criminales se modificó. El nuevo gobernador, Justo Noguera, abrió espacio a Petrica como interlocutor, desplazando progresivamente a Juan Gabriel Rivas, alias «Juancho», quien hasta entonces dominaba la zona. Desde ese momento, «Petrica» fortaleció sus vínculos con sectores políticos y comenzó a consolidar su control en la minería.
En septiembre de 2023, tras la intervención de la cárcel de Tocorón, miembros del Tren de Aragua, incluido su máximo líder, alias «Niño Guerrero», llamado Héctor Rusthenford Guerrero Flores, encontraron refugio en Las Claritas. Ese mismo año, un operativo debilitó la facción de «Juancho», quien luego fue detenido en Brasil en noviembre. Aunque se aprobó su extradición a Venezuela en 2025, logró fugarse durante su detención domiciliaria, lo que dejó el camino libre a Petrica como jefe indiscutible del enclave minero.
En paralelo, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) reconoció en 2024 que la organización seguía operando en el país bajo el mando de «Petrica», contradiciendo la versión oficial de que la banda había sido desmantelada. Ese mismo año, en vísperas de las elecciones presidenciales, Las Claritas se vistió de propaganda oficialista y los habitantes fueron presionados para votar por Nicolás Maduro, evidenciando la conexión del sindicato con el poder político.
Para 2025, «Petrica», quien también es conocido en la zona como Darwin Guevara, se había consolidado como el líder principal de Las Claritas, donde combina el negocio de la minería ilegal con actividades sociales y recreativas que replican el modelo de control comunitario ejercido por el Tren de Aragua en Tocorón.
Pese a que el enclave ofrece seguridad y rentas criminales, su aislamiento y la dependencia de acuerdos con militares y funcionarios limitan la capacidad expansiva del grupo en Venezuela, razón por la cual su proyección apunta cada vez más hacia el exterior, especialmente Colombia.
Separando la ficción de la realidad del Tren de Aragua
Estados Unidos ha difundido la narrativa de que el Tren de Aragua representa una amenaza creciente para su seguridad nacional, incluso acusando a Maduro de dirigirlo y de usarlo para introducir drogas en su territorio. Sin embargo, no existe evidencia sólida de que la organización controle cargamentos significativos de cocaína ni de que tenga una estrategia coordinada de expansión hacia EEUU. No obstante, sí se constata la participación de miembros en delitos como tráfico de personas, microtráfico y extorsión en distintos países de la región, muchas veces de manera autónoma y sin un mando centralizado.
«Niño Guerrero» y Johan «Petrica» siguen en libertad. Ambos se desplazan dentro y fuera del país: Guerrero habría viajado a Colombia y México, mientras «Petrica» cruza con frecuencia a Brasil, aunque permanece principalmente en territorio minero venezolano. La capacidad de moverse sin ser detectados refleja que aún cuentan con infraestructura criminal y redes de apoyo. Aun así, el cerco internacional se ha intensificado: Estados Unidos sancionó a «Petrica» y ofrece cuatro millones de dólares por información que permita su captura.
El desmantelamiento de Tocorón debilitó la estructura centralizada que alguna vez coordinaba a las distintas facciones del Tren de Aragua. Hoy, las células operan con mayor autonomía en Colombia, Perú y Chile, países donde más de la mitad de los líderes identificados han sido capturados, gracias a una creciente cooperación entre fuerzas de seguridad. Además, proliferan bandas imitadoras que usan el nombre de la organización para infundir temor, pero que no guardan relación con sus fundadores.
La investigación de Insight Crime encontró vínculos entre Maduro y el crimen organizado, particularmente a través de acuerdos con sindicatos mineros y grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC. Incluso se investiga la participación de una célula del Tren de Aragua en el secuestro y asesinato en Chile del exmilitar Ronald Ojeda, un caso que, según la fiscalía chilena, tendría conexiones directas con el ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello.
Así, el Tren de Aragua se encuentra en un punto de inflexión: debilitado, fragmentado y con una vieja guardia en declive, pero aún capaz de operar gracias a reductos como Las Claritas y a la protección política.
La demonización del Tren de Aragua por parte de la administración Trump parece estar más motivada por cuestiones políticas que por una amenaza creciente a la seguridad nacional de Estados Unidos.
El futuro del Tren de Aragua
Tanto el liderazgo central como la cohesión del grupo han sido golpeados con la pérdida de su base de operaciones en la prisión de Tocorón en Aragua y la captura de sus líderes en Colombia, Perú y Chile. Todo indica que el Tren de Aragua se encuentra en declive.
El futuro de la banda dependerá de varios factores. Uno de ellos es su capacidad para sobrevivir a las ofensivas coordinadas de las fuerzas de seguridad, tanto nacionales como internacionales. A diferencia de estructuras criminales históricas como el ELN en Colombia, el Comando Rojo en Brasil o el Cartel de Sinaloa en México —que lograron resistir décadas de presión en sus países de origen— el Tren de Aragua enfrenta la dificultad de estar fragmentado en células dispersas en el extranjero, lo que aumenta su vulnerabilidad.
Otro factor clave será la continuidad de los flujos migratorios venezolanos, que fueron la principal plataforma de expansión del Tren de Aragua en la región. La persistente crisis en Venezuela, sumada a la permanencia de Nicolás Maduro otros seis años en el poder, apunta a que la migración seguirá. Si bien países como Colombia, Perú, Chile y Estados Unidos muestran crecientes signos de saturación o rechazo hacia migrantes venezolanos, nuevas rutas podrían llevar hacia Brasil, Argentina, Uruguay o el Caribe. Este escenario ofrece oportunidades para que la organización amplíe su radio de acción, especialmente desde su último bastión en Las Claritas, Bolívar, bajo el mando de «Johan Petrica», con conexiones directas a Brasil y Guyana.
La posición de Maduro también será decisiva. Tras la caída de Tocorón, el Tren de Aragua pasó de ser tolerado a considerado enemigo del Estado, aunque la facción de «Petrica» mantiene protección en Bolívar, Maduro podría optar por una ofensiva para eliminar a la banda o, por el contrario, utilizarla como herramienta geopolítica.
Otros dos escenarios críticos son las cárceles y el narcotráfico. El Tren de Aragua, que nació como pranato en Tocorón, conserva un conocimiento estratégico de cómo convertir prisiones en centros de operaciones, y ya hay evidencias de presencia en cárceles de Colombia, Perú y Chile. Si logran controlar estos espacios, podrían reproducir su modelo carcelario y extender su influencia.
En definitiva, el Tren de Aragua parece condenado a la fragmentación y al desgaste, pero su nombre seguirá vivo como etiqueta generalizada para designar a criminales venezolanos en el extranjero. Su futuro como organización depende de la captura de sus fundadores restantes, «Niño Guerrero» y «Johan Petrica».
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