Tres casos y una decisión, por Ángel Monagas

Hay situaciones políticas que pudieran graficar al principio que suele mencionarse comúnmente de que «La historia es cíclica».
Cada cierto tiempo, variables similares se presentan. El asunto es que los actores, no siempre emiten las mejores respuestas y optan por innovar, obteniendo muchas veces resultados no deseados.
Hay puntos de comparación con tres casos que voy a explicar, pero ninguno es idéntico a otro.
La opinión pública viene señalando las rutas que la historia nos ha mostrado, de cómo termina un mal gobierno, o un proceso político antidemocrático.
Demás está decir, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Veamos.
El final de Muamar el Gaddafi (Libia, 2011)
Similitud: Gaddafi como muchos mandatarios suramericanos enfrentó protestas masivas, sanciones internacionales y acusaciones de violaciones a los DD.HH.
Pero como no es usual, Gaddafi cayó gracias a una intervención militar directa de la OTAN, algo que muy difícilmente se repita, sobre todo en América.
Comparación con Saddam Hussein (Irak, 2003)
Similitud: Muchos presidentes o que ejercen el gobierno en Suramérica, acusados de vínculos con el terrorismo y el narcotráfico. También enfrentan aislamiento diplomático por el lado de un bloque alineado con Estados Unidos.
Pero a diferencia de lo que plantea a través de los medios de comunicación el Presidente Trump, Hussein fue derrocado por una invasión militar terrestre de EE.UU. con cientos de miles de soldados. Esa situación no ha sido anunciada como tal, se mantiene en mera expectativa.
Comparación con Manuel Noriega (Panamá, 1989)
Muestra similitud, pues como muchos, Noriega fue acusado por narcotráfico y EE.UU. puso precio a su captura, algo que también ha ocurrido con otros señalados..
Noriega gobernaba en un país con una fuerte dependencia económica y geográfica respecto a EE.UU.
Pero la diferencia fundamental es que Panamá es un país mucho más pequeño y vulnerable militarmente. La invasión de 1989 fue rápida y sin gran resistencia. En otros países de mayor territorio, su ejército y el apoyo de aliados como Rusia, China o Irán hacen que una acción similar sea mucho más complicada.
Aunque dudo que si Estados Unidos lo decidiera alguno de ellos intervenga.
De los tres casos, me llama la atención uno:
Recordemos que Muamar el Gaddafi cayó en 2011 como resultado directo de la Primavera Árabe y de la intervención militar internacional en Libia.
Inicio de la rebelión (febrero 2011):
Inspirados por las protestas en Túnez y Egipto, miles de libios salieron a las calles exigiendo reformas políticas y el fin de la dictadura que llevaba 42 años en el poder.
La represión de Gaddafi fue brutal: uso del ejército, mercenarios extranjeros y ataques contra manifestantes.
De hecho se desató una guerra civil en Libia:
La represión transformó las protestas en una insurrección armada.
Ciudades como Bengasi se convirtieron en bastiones rebeldes.
El país quedó dividido: el oeste en manos de Gaddafi y el este bajo control de los rebeldes.
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Intervención internacional (marzo 2011):
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1973, que autorizaba una zona de exclusión aérea para «proteger a los civiles».
La OTAN, liderada por Estados Unidos, Francia y Reino Unido, bombardeó posiciones del régimen, debilitando fuertemente a las fuerzas de Gaddafi.
Caída de Trípoli (agosto 2011):
Los rebeldes, con apoyo aéreo de la OTAN, avanzaron y tomaron la capital. Gaddafi huyó hacia Sirte, su ciudad natal.
Captura y muerte (20 de octubre de 2011):
En Sirte, su último bastión, las fuerzas rebeldes lo encontraron escondido en un túnel de drenaje tras un ataque aéreo de la OTAN a su convoy.
Fue capturado con vida, pero maltratado y asesinado por milicianos en medio del caos. Su muerte fue grabada en video y difundida mundialmente.
Se puede afirmar que Gaddafi cayó por una combinación de levantamiento popular, guerra civil interna y la intervención decisiva de la OTAN, que rompió el equilibrio militar y permitió a los rebeldes derrocarlo.
El papel de Estados Unidos en la caída de Muamar el Gaddafi fue clave, aunque no actuó solo, sino dentro de una coalición internacional liderada por la OTAN. Su rol puede resumirse en varias fases:
Impulso político y diplomático
Tras la represión violenta de las protestas en febrero de 2011, Washington apoyó sanciones en la ONU contra el régimen.
La secretaria de Estado Hillary Clinton y el presidente Barack Obama respaldaron la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU (marzo de 2011), que autorizó «todas las medidas necesarias» para proteger a civiles, incluyendo una zona de exclusión aérea.
Operación militar inicial
EE.UU. lanzó la Operación Odyssey Dawn (19 de marzo de 2011), golpeando con misiles Tomahawk y aviones de combate las defensas aéreas de Gaddafi para abrir el espacio aéreo a la OTAN.
Después de los primeros ataques, EE.UU. pasó a un papel más de apoyo («leading from behind»), dejando a Francia, Reino Unido y otros miembros de la OTAN en primera línea.
Apoyo sostenido dentro de la OTAN
Aunque Washington no lideró todos los ataques, fue esencial en:
Inteligencia satelital y drones de vigilancia.
Reabastecimiento aéreo y logística.
Misiles de precisión y ataques con drones contra altos mandos del régimen.
Los bombardeos de la OTAN fueron decisivos para debilitar al ejército de Gaddafi y permitir el avance rebelde.
Fase final
En octubre de 2011, un ataque aéreo de la OTAN (con información de inteligencia de EE.UU.) golpeó el convoy en el que huía Gaddafi de Sirte.
Conclusión
Estados Unidos no envió tropas terrestres para derrocar a Gaddafi, pero sin su poder aéreo, inteligencia y logística. La OTAN difícilmente habría tenido éxito. Su participación fue el factor que inclinó la balanza militar a favor de los rebeldes.
Después de observar todos los esfuerzos de Donald Trump para iniciar un proceso de paz en el medio oriente, consideramos muy improbable un escenario con ellos de protagonistas al estilo de Noriega y Hussein.
Sigo creyendo que lo sucedido con Gaddafi se acerca más a la realidad política de muchos entornos, sobre todo con el interés mostrado por obtener el Premio Nobel de la Paz. De ganarlo, debe reflexionar sobre los pasos a dar.
En caso contrario, cualquier decisión de invasión, ataque o postura del presidente Trump, justificaría el hecho de no obtenerlo.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.