Tres derbis que demuestran que hacen falta los aficionados, por Gustavo Franco
Twitter: @GusFrancoH
Este pasado fin de semana se jugaron tres derbis importantes del fútbol mundial: el clásico argentino, el derbi sevillano y el derbi del norte de Londres. Desafortunadamente vivimos una pandemia que exige sacrificios, entre los cuales se encuentra evitar las grandes aglomeraciones y los eventos multitudinarios. Así, los que aprecian la aportación de una afición animando a su equipo constantemente se quedaron sin esta parte tan colorida e importante de estos partidos.
Ganar estos partidos es importante, y los jugadores por lo general buscan ese extra de motivación en los aficionados para sacar un buen resultado, y regalar una alegría. Los derbis están basados, por lo general, en proximidad geográfica (estar en una misma ciudad) o en la rivalidad que hay entre dos regiones o el hecho de que los clubes representan facciones o comunidades que tienen cierta rivalidad. Así que la rivalidad, por lo general, es transmitida en toda su intensidad por los fanáticos, que sienten esa identidad de su club y la consecuente rivalidad contra un equipo en particular.
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Mikel Arteta, tras manifestarse satisfecho por la victoria del Arsenal contra el Tottenham y el rendimiento demostrado, comentaba que “es una lástima no tener a los aficionados con nosotros, pero espero que puedan disfrutar desde sus casas”.
El derbi sevillano que se disputó en el Sánchez-Pizjuan lo ganó el Sevilla 1-0 con gol de Youssef En-Nesyri. Con este resultado logran separarse del rival de ciudad, el Real Betis, y se aferran al cuarto puesto que da acceso a la UEFA Champions League. Sin embargo, algo faltaba en este derbi, y es que ambas aficiones son reconocidas en España por crear ambientes hostiles para los rivales y, en general, complementar el espectáculo deportivo. Y es justamente este espectáculo el que hizo falta en un partido que al final en un tenso 1-0. No está de más resaltar que el efecto de los aficionados que, según la Liga, la pandemia tendrá un costo de dos mil millones de euros sobre los equipos de la máxima categoría del fútbol español para cuando termine la temporada. Esto resalta que, además de un efecto intangible, también hay un efecto negativo que se refleja en la cuenta de resultados de los equipos.
Qué decir del Boca-River que se jugó el domingo, donde ganar o perder es prácticamente una cuestión existencial y que los fanáticos saben cómo reflejar esta presión perfectamente.
A veces el fútbol que se ve en estos clásicos argentinos no es el más acertado. Pero uno siempre puede contar con que la afición local (en este caso Boca Juniors) pondrá su aporte para que el equipo visitante se sienta presionado constantemente (hay que resaltar que ha habido excesos que conviene eliminar del fútbol sudamericano, más recientemente en la final que disputaron Boca y River, cuyo partido de vuelta tuvo que ser disputado en Madrid por altercados producidos por aficionados de River Plate). No hubo aficionados y el partido no fue el mejor por lo que se puede decir que el espectáculo para el fanático neutral no fue el habitual de un Boca-River.
El fútbol en sus comienzos fue disputado por asociaciones de fanáticos, legalmente conocidas como clubes. Hoy en día, y tras más de un año de pandemia que ha impedido el acceso de los aficionados a los estadios, queda demostrado que los fanáticos siguen siendo el alma del deporte rey.
Gustavo Franco es Periodista Deportivo.
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