Trump, un liderazgo tóxico, por Gonzalo González
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El acontecimiento político de la semana, con efectos y consecuencias importantes, duraderas para los Estados Unidos y el mundo, es la elección presidencial del martes 5 del mes en curso.
Cuando estas reflexiones sean públicas ya se habrán escenificado los comicios y se conocerá el resultado cualquiera él sea. Lo anterior es una previsión necesaria porque pueden generarse diversos escenarios no concluyentes respecto del resultado debido al contexto conflictivo y complejo de la situación.
Los pronósticos, basados en diferentes mediciones apuntan a un final cerrado en el voto ciudadano, realidad que no necesariamente sea la del Colegio Electoral. Escenario cada vez más frecuente y que constituye una rémora costosa en términos de calidad democrática.
Quien a partir de enero sea presidente de los Estados Unidos debe poseer tanto la aptitud como la actitud acorde a los desafíos y retos de dirigir la principal potencia democrática del mundo en un contexto signado por la creciente amenaza de una ola autoritaria que pretende socavar los avances civilizatorios (aún deficientes en su consumación) en términos de libertad, derechos humanos, sociales, económicos y de autodeterminación nacional alcanzados por la Humanidad; así como afrontar con éxito los nuevos retos del presente, en particular el calentamiento global cuyos efectos y consecuencias son cada vez mayores.
En el plano interno de los Estados Unidos, la nueva presidencia debe, entre otras cosas, liderar un proceso constructivo e incluyente destinado a superar la creciente polarización político-cultural que amenaza la cohesión e integridad de la nación y que impide los necesarios consensos para abordar temas claves y determinantes para abordar en los problemas endógenos y contribuir a encarar positivamente los asuntos de la agenda internacional.
Mentiría si dijera que estoy plenamente convencido de que Kamala Harris está a la altura de las circunstancias. Pero sí estoy seguro de que Donald Trump no reúne las condiciones de aptitud, actitud, y capacidad de gestión para liderar positivamente a los Estados Unidos (su gestión anterior causo mucho daño en materia institucional y solo favoreció a los súper ricos); más aún, creo que con Trump en la presidencia se acentuarán y quizás de manera un tanto irreversible los problemas, carencias y deficiencias de los Estados Unidos como Nación y como actor privilegiado del concierto internacional.
Trump es demostradamente ególatra, narcisista, mentiroso, manipulador, corrupto, rencoroso, supremacista blanco, xenófobo, misógino. Rasgos que se traducen en una concepción autoritaria del ejercicio del poder en el cual se vale todo para lograr sus objetivos aun a costa de violar la ley generando daños institucionales que socaban la calidad de la democracia y su gobernanza, más que conservador es un aventurero reaccionario. Episodios como: su desconocimiento de los resultados electorales de la anterior elección (2020) aunque muchos republicanos, en las instancias institucionales respectivas, los avalaron, el asalto al Capitolio, el intento de inmiscuir a la FAN en su favor, el secuestro de archivos clasificados, la defraudación de impuestos y pare de contar demuestran que carece de la actitud y posicionamiento cónsono con el de un primer mandatario de una república democrática.
Lo anterior conforma y calza a plenitud con la caracterización de que su liderazgo es toxicó para el sistema. Es un liderazgo construido en la promoción y aprovechamiento de los peores instintos y posicionamientos socio-políticos alimentados en la intolerancia, el miedo a lo diferente y en la destrucción o segregación de quienes son y piensan diferente.
Con frecuencia se olvida que las figuras públicas (y más un presidente de la república), son modeladores de conducta y tienen una responsabilidad socio-política determinante en el devenir de la sociedad.
Una nueva presidencia de Trump augura el surgimiento de una autocracia con las consecuencias negativas del caso. Desde aquí, hacemos votos para que los ciudadanos de ese país no reelijan a Trump.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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