TSJ y la gran patraña Xabier Coscojuela y Víctor Amaya
La presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Luisa Estella Morales, cumplió a cabalidad las órdenes recibidas desde La Habana para violar de manera sobrevenida la Constitución.
No fue sorpresa para nadie la decisión de un tribunal que ha dado reiteradas muestras de genuflexión ante el Poder Ejecutivo. Hay que recordar cómo hace unos años, al comienzo del año judicial, corearon el «Uh, ah, Chávez no se va», con aplausos y todo, ni tampoco cuando la propia magistrada afirmó que la separación de poderes era un concepto burgués y que en Venezuela funcionaba «un solo gobierno». No se puede negar que han sido coherentes a la hora de violar y suscribir violaciones al texto legal fundamental.
Lo de ayer fue un capítulo más. Según Morales y sus compinches, el presidente Hugo Chávez puede jurar su cargo cuando le venga en gana. Su ausencia no tiene límites. Si la medicina, que tanto ha avanzado, lo mantiene con vida por cuatro años y fuera de Venezuela, el país tendrá que soportar dicha situación para que el chavismo se mantenga en el poder. La Constitución da para todo en manos de estos jueces. Por otra parte, al ser interrogada sobre la posibilidad de que el Presidente jurara el cargo fuera del país, Morales no lo descartó. No pensamos nunca que podrían avalar mayor despropósito, pero, como se ve, nada ni nadie les importa.
A pesar de que hace más de un mes en el país no se ha escuchado la voz (en vivo) del Presidente, algo difícil de imaginar para cualquier venezolano que ha soportado la logorrea presidencial durante todo su mandato fenómeno que da pie a pensar que su estado de salud está seriamente comprometido, la magistrada Morales no considera necesario, por los momentos, conformar una junta médica que le diga al país si Hugo Chávez puede ejercer el poder o no.
Tampoco supo decir qué haría falta para que ello ocurriera. Si no verlo ni escucharlo durante un mes ni la admisión de que no respira por sí solo no son suficientes, será que la funcionaria espera que le pase su fantasma por enfrente para comenzar a considerarlo. Morales, por ahora, se conforma con los escuetos comunicados leídos por el ministro de Información, incluyendo el último que lo presentó como un paciente «estacionario en su cuadro delicado». Como en todo, se conforma con lo que haya decidido, quién sabe quiénes, en la capital cubana.
Pero además, le confiere a su Comandante la potestad de ser él y solo él el que determine, decrete y comunique su ausencia temporal. Un presidente «estacionario» en La Habana, que no fue capaz de firmar una carta dirigida al Parlamento para solicitar que le permitieran ausentarse de su propia juramentación, algo que tuvo que hacer el vicepresidente Maduro «en su nombre y bajo sus instrucciones»; tiene la potestad, según Luisa Estella, de pararse de la cama en la que está postrado para autoevaluarse y autodecretarse ausencia temporal. Y pensar que la automedicación no se recomienda.
Estamos frente a una magistrada, presidenta de la Sala Constitucional y del máximo tribunal, que se asume la traductora de la ley y, también, de la voluntad popular. No por nada dijo que la gente al votar por Chávez votó por su gestión y por su gobierno le faltó decir que por Maduro cuando las candidaturas son personalísimas y el tarjetón muestra un nombre, un apellido y una cara; y no a todo un gobierno ni a todo un gabinete.
Por ahora, Chávez tiene el mandato constitucional de presentarse el 15 de enero en la AN para presentar su memoria y cuenta. Algo que el artículo 237 constitucional dice que debe ser hecha «personalmente». No lo hará, porque ya Luisa Estella dijo que podría ser el vicepresidente, obviando el mandato de la Ley que ella jura defender, y reescribiendo «la bicha» a conveniencia de su partido.
Esta decisión del TSJ ratifica la ya tomada el martes por la mayoría chavista de la Asamblea Nacional; ambas son coherentes, ambas violan lo establecido en la Carta Magna. Si no estamos frente a un golpe de Estado, no estamos muy lejos de ello.
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