Turquía, elecciones y una nueva geopolítica, por Eloy Torres Román
La Turquía de Erdogan, comienza una nueva era, por demás, compleja. Creemos que los recientes resultados electorales lo asustan, lo que seguramente lo han condicionado a explorar otros escenarios. Hoy se propone radicalizar su apuesta, pero, geopolíticamente. Sigue intacto su empeño de profundizar la islamización en Turquía y romper con el legado Mustafa Kemal (Atatürk, padre de los turcos) quien, en los años 20 y 30 del siglo XX, supo moverse en aguas turbulentas y secularizó a Turquía. Hoy, los mencionados resultados electorales sirven de acicate para minimizar el rechazo, por lo menos electoralmente. Se observa la utilización de la geopolítica para fines internos.
Veamos, Turquía ha rechazado participar en una cruzada contra China. Vale decir, enfrentará a los EEUU y los países occidentales, empeñados en castigar al gigante amarillo por el tema de la provincia de Sinjiang, mayoritariamente de religión musulmana
Por lo que hay que señalar como emblemática la visita de Erdogan a Pequín y su posterior declaración, justamente después que su Ministro de Relaciones Exteriores, meses atrás, denunciara la crítica situación que vive la comunidad de los uigures de clara y abierta orientación musulmana en la región Sinjiang. Esta declaración es considerada como la más fuerte acusación por parte de un país musulmán con Pequín, a propósito del tema de la región Sinjiang
Luego, Erdogan declaró en Pequín: “es incontestable que todos los grupos étnicos que viven en Xinjiang son felices y gozan de condiciones de desarrollo y prosperidad en China”. Esta declaración hay que ponderarla correctamente. No hay que observarla con la lente de la inmediatez. Hay opiniones que reflejan ese cambio como una circunstancial y acomodaticia declaración diplomática (Erdogan estaba en China) otras, como un giro copernicano en aras de fortalecer la nueva geopolítica que pretende introducir Erdogan, para lo cual, ha decidido contar con el apoyo financiero del gigante chino; para otros, se trata de una jugada de laboratorio de Pequín y su diplomacia lenta pero segura y a largo plazo, para afianzarse en esa región. La ruta de la seda se mueve y apunta a asegurar su desarrollo. El Bósforo y los Dardanelos esperan a China para que desemboque en el Mediterráneo.
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En todo caso creemos que hay de todo. Esta nueva ruta de la seda, apunta al equilibrio, basada en la cooperación. El papel de Irán y Turquía en este caso es significativo. Erdogan, a sabiendas del hambre de espacio de China y su nueva ruta de la seda, considerablemente, bajó el tono del reclamo por el mal trato al que Pequín somete a la región de Sinjiang, cuya orientación, repetimos, es mayoritariamente de orientación musulmana. Los uigures son musulmanes y se ven a sí mismos como una etnia y cultura más cercana a las naciones de Asia Central que a China.
Turquía exuda una seria contradicción. Un panorama el cual, presenta, por un lado, al Jefe de su diplomacia, antes de la visita de Erdogan a China, criticar agriamente la violación de los DDHH de la minoría musulmana en China; luego, se dijo que esa opinión no expresaba la posición de Erdogan. Se dejó entrever que la inicial postura crítica de algunos elementos del gobierno turco, era expresión de la todavía influencia de los EEUU sobre Turquía. Para éstos, las cosas han cambiado y se dejó deslizar que nadie ensombrecerá las buenas relaciones entre Turquía y China. ¿Algo desesperado? Turquía confronta, en lo interno y externo, serios problemas. Razón por la cual, creemos, Erdogan ha decidido aplicar el citado giro copernicano, mediante el cumplimiento de su amenaza que hiciera años atrás, cuando dijo que “si el mundo occidental no comprendía la dificultades turcas; ellos buscarían el apoyo en otras latitudes”. He aquí China con sus alforjas llenas de dinero, apostando por alcanzar nuevos espacios para la lenta, pero segura, instauración de su nueva ruta de la seda.
Stalisnav Tarasov, analista internacional ruso, sostiene en la Revista Sputnik que las declaraciones de Erdogan anuncian un nuevo juego geopolítico. El tema de Sinjiang y los uigures, pueden tratarse a espaldas de los medios y de la opinión pública, mientras el líder turco afianza su liderazgo en toda la escena musulmana. Recuérdese que, éstos alcanzan unos 1.350 millones de almas de religión musulmana en el mundo. Por lo que Erdogan ha comenzado una apuesta geopolítica con China.
Erdogan está listo para tomar el préstamo en dinero fresco que rechazase en más de una ocasión de los chinos. Los turcos deben recordar a los griegos y su Caballo de Troya. No hay regalo que no tenga un objetivo. No obstante, la situación económica de Ankara es bien difícil. Agarran lo que sea, dólares, petróleo, oro (Venezuela es uno de sus principales proveedores)
A lo que se suma el cúmulo de sanciones norteamericanas. Erdogan está encerrado y busca oxígeno, repetimos donde y como sea. Esa alianza con China puede, a la larga, encontrar problemas; pues Rusia, que está a su lado, comparte el Mar Negro y su tradicional vecindad alberga distintos momentos y escenarios, pero, Rusia está allí. Es su amiga y aliada en los esfuerzos de éstos, por enfrentar los ataques de los EEUU a China y Rusia. Se siente entre los grandes, geopolíticamente hablando. Erdogan en su nueva geopolítica busca y apunta a galvanizar a toda la población musulmana del mundo en torno a su liderazgo. Busca el sostén en China y sus recursos. ¿Lo podrá lograr? Esperemos, el tiempo diga su última palabra, y como se dice en árabe Insha Allá, es decir, ojalá, ello no ocurra.