Ucrania, de nuevo Ucrania, por Julio Castillo Sagarzazu
Twitter: @juliocasagar
Una decisión personal de Vladimir Zelensky ha cambiado el curso de los acontecimientos geopolíticos del mundo. Ello ocurrió cuando le respondió a los Estados Unidos, cuando comenzaba la invasión rusa, que no aceptaba su ofrecimiento de apoyo para abandonar el país junto con su familia. Al contrario, le dijo a Biden que lo que necesitaba no era un Uber que lo sacara de Kiev, sino armas y apoyo para rechazar la incursión de Putin.
Si hubiese aceptado aquella propuesta, hoy estaríamos presenciando una dictadura, como la rusa, ensoberbecida, amenazando a Finlandia y a los países bálticos y a un Lukashenko cualquiera en el palacio de gobierno de Kiev.
Es una demostración de como la voluntad de un liderazgo (que fue denostado por algunos llamándolo comediante, payaso y provocador), puede transformar las realidades y, a la vez, propiciar cambios sustanciales en el estatus quo. De ello, deberían tomar nota muchos dirigentes en el mundo y en Venezuela también.
Hoy, todas las miradas se vuelven de nuevo a Ucrania, luego de que una espectacular contraofensiva militar haya arrebatado, a un ejército ruso desmoralizado, más de 10 mil kilómetros cuadrados que habían sido ocupados desde el inicio del conflicto.
Ahora bien, ¿Qué novedades tiene la situación hoy en día?
En realidad, son muchas. Aquí van las que podrían considerarse como las más importantes:
- Se ha acentuado el aislamiento de Putin. En efecto, que aliados tan importantes, como China y Turquía, hayan tomado distancia de sus últimas posiciones públicas (sobre todo las amenazas abiertas del uso de armas nucleares) son un cambio notable.
- El anuncio de la movilización de más de 300 mil reservistas, pone de manifiesto el fracaso de la «operación especial» en Ucrania y convierte el conflicto, «técnicamente» hablando, en una guerra abierta con todas las consecuencias geopolíticas que ello implica. Este es quizás el anuncio de mayores consecuencias. A lo interno, ya la sociedad rusa comienza a dar señales de resquebrajamiento de esa unidad nacional que todos los conflictos bélicos necesitan. La estampida de todos los susceptibles de movilización, que ya se ve en los medios del mundo entero, va a crear problemas fronterizos y a perturbar las relaciones con otros estados. Como todo éxodo (y los venezolanos sabemos de eso) provocara desestabilización en ambos lados de las fronteras.
- Ya hace meses, la OTAN había anunciado la creación de una fuerza de respuesta rápida de 100 mil efectivos. No cabe duda que la movilización decretada por Putin, acelerará la implementación de esta decisión. ¿Qué significa, además de lo militar, esta iniciativa? Pues ella tiene una significación social y política muy grande: Crear esa fuerza implicará que se pongan en marcha mecanismos logísticos que impactaran la vida de Europa. Una de las consecuencias previsibles es que atraerá a miles de jóvenes migrantes que, con la promesa de regularización de su situación para ellos y sus familias, seguramente se ofrecerán para alistarse, como ocurrió en los Estados Unidos en las guerras de Corea y Vietnam.
- El anuncio de Putin va a acelerar igualmente el desarrollo de la industria armamentista que será la otra gran beneficiada.
- El uso de los combustibles, esencialmente del gas, como arma de guerra, por parte de Putin, va a acelerar igualmente el desarrollo de las energías renovables en Europa en el mediano plazo, pero en el corto, va a fortalecer el uso de las nucleares y de los fósiles, para reducir la dependencia energética rusa. Se trata de otro gran impacto en la economía y en la sociedad de Europa. Aquí saldrán beneficiados los Estados Unidos y China. El primero, porque tendrá mercado para su LPG y su petróleo (no se descarta que Biden se decante por reanudar la explotación masiva de esquistos y se especula que, incluso, podría retomarse el proyecto del gasoducto de Alaska) y la segunda, porque comprará combustibles rusos a precio de descuento y porque crecerá la dependencia de ese país respecto de la potencia asiática. Rusia, con su economía seriamente tocada, podría terminar «colonizada» por China.
- Una eventual derrota militar total de Putin no es descartable. En efecto, no es descartable que hasta la ocupación de Crimea se ponga en el debate. Ya Zelensky lo señalo y hasta Erdogan ha utilizado el eufemismo de un «fin digno» de la guerra, asomando que el tema de Crimea debería ser resuelto. Una derrota de esta naturaleza, aunque no tenga necesariamente consecuencias directas e inmediatas sobre su permanencia en el Kremlin, va a trastocar la ecuación del poder político en el mundo. El caso de Venezuela puede ser paradigmático. De todos los aliados de Maduro, el único que podía partir una lanza en su favor, asomando una aventura militar, es Vladimir Putin. Un Putin derrotado queda amarrado para una iniciativa de esa naturaleza y le quita a Maduro la posibilidad de «bluffear» en esa materia.
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Es sobre este último aspecto sobre el que interesa puntualizar. Luego del informe de la Comisión de la ONU, sobre la determinación de responsabilidades en la violación de los derechos humanos en el país y de la declaración formal del gobierno norteamericano sobre los límites de su paciencia si no hay avances en una negociación en Venezuela, el margen de Maduro para maniobrar y hacerse el policía de Valera, se reduce.
Los problemas internos de Irán; los desvaríos de Petro y la falta de «solidaridad automática» de gobiernos como el de Boris, vienen a añadirse al cocotal de sus dificultades.
Se trata de un buen momento para la presión internacional y nacional para lograr avances internos que hagan más fácil el cambio político que desea más del 80% de los venezolanos. Hay condiciones para que decisiones firmes como la de Zelensky, abonen en ese camino.
Para decisiones como esa, hay autobuses que solo pasan una vez.
Julio Castillo Sagarzazu es Maestro
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