Ucrania y el miedo de Putin, por Luis Ernesto Aparicio M.

Twitter: @aparicioluis
Para finales de 2021 y el principio del 2022, la humanidad comienza a centrar su atención en un nuevo elemento perturbador: la posible confrontación entre Rusia (sus aliados, posiblemente) y los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, a raíz de que la primera haya movilizado, a la fecha, unos 106 mil soldados, con su maquinaria y tecnología militar, hacia la frontera con Ucrania, bajo la amenaza de invadir (aunque lo nieguen mil veces), al país que fue parte de la extinta Unión Soviética.
Los rusos, sobre todo el autócrata Vladimir Putin, han concentrado su justificación en la protección de Rusia ante la expansión de la OTAN, que ya cuenta con otros antiguos países miembros de la ex Unión de Repúblicas Socialistas, como Bulgaria, Rumania y otros, a los cuales desea unirse Ucrania. Esto es considerado por Putin como el punto más cercano a sus límites, con lo que puede hacerse ver que están “cercándolo” de forma inaceptable, según el punto de vista del autócrata ruso.
Pese al reclamo, es importante recordar que, en 2014, Vladimir Putin invadió parte de Ucrania. En ese momento se quedó con la península de Crimea, por intermedio de un referéndum amañado y de otras acciones que involucra a simpatizantes que posee el presidente ruso en Ucrania. Y es que ese país es de suma importancia, como lo hemos visto, estratégica para todos ya que, no solo limita Rusia, sino que también lo hace con Polonia, Eslovaquia y Hungría, estos últimos ya forman parte de la Unión Europea y son integrantes de la OTAN.
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Para los rusos, particularmente para Putin, Ucrania es ese país que resulta una piedra en el zapato. Una molestia que debe ser controlada de inmediato, puesto que, por su posición geográfica, debería ser parte del imaginario estratégico ruso para crear unas bases de defensas de un supuesto enemigo potencial.
Pero su objetivo fundamental sigue siendo el controlar a Ucrania y de esa manera evitar, en el papel, la expansión de occidente a través de la Organización del Atlántico Norte.
Putin ha resultado un mandatario inescrupuloso, con actuaciones reprochables para muchos y aplaudidas (y casi envidiadas) por otros más, incluyendo alguno que otro líder occidental. En su muy estructurada mentalidad autócrata, Putin proyecta su ambición hacia el cambio del orden de seguridad de Europa, el cual fue creado al finalizar la guerra fría. De allí que su enfoque debe estar más concentrado en la creación de una nueva disposición de la seguridad europea a expensas de la OTAN y de Estados Unidos.
Pero si revisamos mucho más allá, si comenzamos a descifrar las actitudes de los autócratas ante las libertades de los ciudadanos, encontraremos unas razones más valorativas y es que los ucranianos desean convertirse en una democracia libre del yugo ruso y de cualquier otro que intente coartar las libertades y los derechos de los ciudadanos, entre las cuales se encuentra la libre elección de su destino. Y a esto, también, le tiene el ojo puesto Putin.
No estamos muy seguros, incluso en Ucrania se cruza esta opinión, de que los rusos estén sentados de buena fe para negociar, como si lo están los Estados Unidos y el resto de occidente. Rusia, terminará asumiendo el plan que tiene Putin y es a este a quien habría que comenzar a interpretar, al punto de comenzar a pensar desde su posición como genuino autócrata de estos tiempos.
Es decir, Putin es el ejemplo de quien termina haciendo lo contrario a lo que acuerda o dice. Su estrategia se basa en la mentira y el aprovechamiento de la ocasión, esperando el mejor de los momentos para actuar.
Tanto es así, que Putin debe pensar que su tiempo es propicio para intentar crear una situación de inestabilidad en medio de Europa y sobre todo de la OTAN, puesto que, con el invierno en su momento más elevado, sabe que tiene a Alemania en control, al ser el más importante proveedor de gas natural para ese país, lo que supondría jugar a la indiferencia de los teutones ante una eventual confrontación, por la garantía de llevar un invierno con el combustible suficiente para mantener cálidos a los alemanes.
Ya hubo escenas de cuál es el estilo de Putin, a quien, incluso se le acusa de intervenir, desde lo cibernético, en elecciones de otros países y en la misma Ucrania ha llegado a promover incidentes en la frontera con Ucrania buscando un pretexto para invadir, más allá de que también debe estar auspiciando movimientos pro-rusos (pro-Putin), para obtener el control por esa vía.
Puede que en los próximos días presenciemos esa temida invasión, con la posibilidad de resultar en una escalada que trastoque a muchos países en el mundo, incluyendo Venezuela que ha sido mencionada, más como un señuelo, como aquello de: “si tú te metes aquí, yo puedo jugar allá”, pero solo eso.
Eso no representa un intento de incluir a Venezuela en el conflicto, aunque para Maduro (y más allá) pueda resultar un atractivo. Mejor posición podría tener Cuba, ante una escalada internacional del posible conflicto bélico.
Pero de una cosa estamos seguros, los ucranianos están en el camino de crear una potente sociedad civil democrática y emancipada, y este es el mayor de los peligros que debe estar observando Vladimir Putin, ya que teme que estos elementos pueden contagiar a los mismos rusos, incluyendo a esos soldados desplazados, y a toda Rusia. Más allá de la posibilidad de que Ucrania se convierta en otro socio más de la OTAN, el miedo de Putin es exponencial, más que por el ingreso de Ucrania a la organización, se debe al inmenso deseo de los ucranianos de ser soberanamente integrantes del sistema democrático mundial.
Luis Ernesto Aparicio M. es Periodista Ex-Jefe de Prensa de la MUD
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