Un camino hacia la estabilidad y el progreso, por Lidis Méndez
A dos meses de las elecciones presidenciales en Venezuela, la polarización ha demostrado ser una fórmula fallida para solucionar los problemas del país. Las fuerzas políticas, tanto las que detentan el poder como las que aspiran a tomarlo, han exhibido sus limitaciones al no articular un proyecto coherente que saque a Venezuela de su prolongado estancamiento.
Este escenario obliga a reflexionar sobre la necesidad de un proyecto político que, desde el centro, supere los extremos ideológicos. Un centro político que no se base en la retórica, sino en las necesidades reales del país: reconciliación nacional, estabilidad y progreso.
La construcción de una opción de centro no puede ser espontánea ni superficial; debe tener un fundamento ideológico claro. Las ideologías, como sistemas de valores y creencias, ofrecen una guía para organizar una sociedad. Durante el siglo XXI, Venezuela se ha oscilado entre dos extremos—un socialismo radical y un liberalismo fragmentado—, lo que ha resultado en un país profundamente dividido. Es el momento de construir un proyecto que no solo equilibre esos polos, sino que proponga una alternativa viable, centrada en la justicia social, la economía mixta y la participación ciudadana.
El primer pilar de este centro debe ser la reconciliación. Durante décadas, Venezuela ha vivido en una confrontación constante, donde ambas partes han priorizado la descalificación sobre el diálogo. Este ciclo de polarización ha impedido cualquier avance sustancial.
La reconciliación no puede limitarse a «perdonar y olvidar»; debe basarse en la justicia, en un proceso que reconozca los abusos cometidos, desde las víctimas fatales hasta los presos políticos y los afectados por el amedrentamiento.
Además, es fundamental reconocer que la violencia y el odio no pueden ser las herramientas para superar esta crisis. Se requiere una reconstrucción del tejido político y social que sea capaz de adaptarse a las complejas realidades nacionales e internacionales.
Venezuela no solo necesita reconciliación, también requiere una renovación de sus instituciones democráticas. Los recientes comicios dejaron una sensación de frustración e incredulidad entre la población, agravada por la desinformación. Para avanzar, el país debe volver a los principios de una democracia participativa, donde los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos sean garantizados y las decisiones no sean impuestas desde un poder central, sino debatidas en espacios deliberativos abiertos y plurales.
Recordemos que las ideologías no surgen de la nada, son el resultado de la acción de agentes ideológicos, como filósofos, líderes políticos, intelectuales y movimientos sociales, que articulan discursos y narrativas que legitiman el poder. Para que un centro político en Venezuela se consolide, estos actores deben trabajar en conjunto, creando discursos que den forma a un sentido común basado en la equidad, la justicia y la sostenibilidad.
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Las condiciones están dadas para construir un centro político en Venezuela. Con la participación activa de todos los sectores—desde partidos hasta movimientos sociales—es posible formular un marco de ideas y acciones equilibradas, que promuevan tanto el progreso económico como la justicia social. Este proyecto debe basarse en la administración eficiente de los recursos humanos y naturales, la equidad en el acceso a oportunidades y el respeto por los derechos individuales.
Solo así, Venezuela podrá iniciar un proceso de verdadera reconstrucción, dejando atrás la polarización y avanzando hacia un futuro de estabilidad y progreso.
Lidis Méndez es politóloga.
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