Un coto cerrado, por Adriana Moran
Twitter: @Nuevatec47
Incapaces ya de convencer a nadie fuera de su estrecho círculo de terquedades, decidieron reunirse entre sí. Hacer una consulta cuya amplitud consiste en preguntarle a los mismos que han dicho hasta el cansancio que de ninguna manera van a permitir que se altere el orden de esa nefasta terna encabezada por el cese de la usurpación, si están dispuestos a mantenerse en su rígida postura.
Ya no hay lugar en ese rincón de las negaciones para nadie que se atreva a contrastar la realidad con la fantasía. Ese desplazamiento hacia el extremo que arrastró a varios que solían tener posiciones más moderadas y sensatas hacia el lugar en el que algunos siempre estuvieron, es ahora el coto cerrado en el que no se discute nada, pero si se intercambian a pesar de algunos desplantes públicos y como si de novedades se tratara, frases repetidas por la señora Machado durante años, o advertencias como las que con cara de malo hace Ledezma desde su exilio.
Ya no hay lugar en ese espacio ocupado por quienes están decididos a quedarse en la Asamblea aún después de que esta termine sus funciones constitucionales y se haya escogido otra –mayoritariamente chavista– para nadie que de verdad esté interesado en discutir un giro a la estrategia del fracaso anunciado. “El mundo entero nos apoya» repiten con fastidio cada vez que alguien los increpa sobre la pertinencia de abandonarlo todo a cambio de nada. Como si a ese mundo al que hacen referencia pudiera importarle más nuestro destino que a nosotros mismos.
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Los que no hemos sido seducidos por el extremo continuista que se opone al otro extremo continuista que está en el poder, caminamos entre el barro de la incertidumbre en el que no hay certezas, pero en el que todavía hay ganas de luchar.
Los liderazgos que se han atrevido a meter los pies en este fango para mirar una realidad devastadora que necesita con urgencia que se empiecen a reconstruir los caminos dinamitados por la soberbia de los dos polos en pugna para no volver a equivocarnos, nos muestran una luz al final del túnel.
Desde los dos extremos, se están quedando sin quién quiera seguir escuchándolos.
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