Un domingo para la democracia, por Simón García
Como todas las semanas, jueves por la noche, me siento a escribir mi artículo que saldrá el domingo. Debo entregarlo viernes antes del mediodía a la Coordinadora de opinión, Gloria Villamizar, quien aprendió con Teodoro a hacer su trabajo con excelencia. Es lo que supongo, sin base.
En medio de suposiciones igualmente infundadas, incertidumbres y variadas hipótesis, se intenta adivinar lo que ocurrirá en la elección de la Directiva que conducirá a la AN en el año de conclusión de su mandato electoral. Año electoral, también.
Pero en política uno no debe actuar dando por sentado lo que aun no existe. Esa regla, el lenguaje popular la formula como “nunca contar los pollos antes de nacer”. Mientras dilucidamos el si o el no de una “victoria” de la oposición, la crisis sigue acribillando a sectores vulnerables, que aumentan ante la imposibilidad de contar con recursos mínimos para la reproducción de su existencia.
Desde la oposición parlamentaria aseguran que en el peor de los casos, reelegirán a Juan Guaidó por 93 votos. Se le debería conceder confianza al cálculo porque gente experimentada y responsable está detrás de esa estimación. Sin embargo, la reincorporación de los diputados del PSUV es un nuevo factor que no hay que subestimar: el régimen no sólo juega, sino que lo hace con inteligencia, astucia y frontalidad. Tienen claro el interés y los privilegios que están más allá de contar unos votos.
El suceso parlamentario no puede reducirse, pese a toda su importancia simbólica, a elegir o no a Guaidó Presidente de la AN, sino si esa votación contribuye o no a destrancar el juego y a elevar el costo al oficialismo si intentan instalar una Directiva paralela. Una maniobra que no le convendría.
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El nombramiento de la nueva directiva es determinante para ampliar las posibilidades de elegir el CNE según la Constitución e incluso para poner fin al desacato y la existencia de la ANC. No porque el gobierno lo quiera (se niega a abrir una rendija democrática aún habiéndose comprometido con el sector de oposición de la MDN), sino porque se inicie una estrategia, que deje descansar en paz al mantra, para recortar espacios de maniobra al autoritarismo, llevarlo a situaciones límites, confrontarlo con sus seguidores que ya no soportan la crisis y que una al país en una oferta de entendimiento y reconciliación de los venezolanos.
Una estrategia que convenza a los EEUU y a la comunidad internacional que sin acuerdo no habrá reconstrucción del país. Una estrategia que no suspenda el acatamiento de la Constitución cuando nos conviene, que haga su prioridad mejorar la situación de la gente y que se concentre en votar en las mejores condiciones posibles para ganar y derrotar el plan de perpetuación del actual poder. Sin cambio de estrategia no habrá liderazgo útil ni motivos reales para generar esperanza en los partidos.
Todas estas consecuencias están atadas a un domingo que puede ser un buen día para avanzar hacia la democracia. Ojalá, decimos, mientras esperamos y nos preparamos para seguir arando, sin que fatalmente tenga que ser en el mar.