Un golpe nada suave, por Teodoro Petkoff
Aun a riesgo de que la “doctrina Bravo” (por Iroshima, diputada de ese limbo donde moran las almas que eran del MVR y todavía no son sino “aspirantes” a un PSUV que aún no existe), de considerar como contrarios a la patria a quienes señalen que la inflación de este año estará por encima del 12% que fijó el gobierno como meta, vamos a efectuar una incursión en el agitado mar de nuestra economía, aun corriendo el riesgo de “delinquir”.
Como es público y notorio, de mayo 2006 a mayo 2007 llevamos acumulado el desagradable guarismo de 19,5% de inflación. Los tontos que se consuelan con el mal de muchos dirán que eso no es nada comparado con las inflaciones de antes, esas de más de 30 o 40%, que nos agobiaron durante unos quince años.
Pero resulta que para esa época éramos una suerte de privilegiados en un entorno donde países como Brasil, Argentina, Perú y Bolivia padecían hiperinflaciones de varios miles por ciento y prácticamente nadie en este continente se salvaba de niveles elevados de inflación. Pero ahora, Venezuela porta la triste corona de tener la tasa más alta de inflación en América Latina.
Detrás de nuestro 19,5% viene Costa Rica con 9%, y Argentina también con 9% . De ahí en adelante, en orden descendente, Uruguay con 8%, Colombia con 6%, México con 4%, Brasil con 3%, Chile con 3%, Ecuador con 1%, cerrando el pelotón Perú con un poco menos de 1% .
Conclusión: en un continente donde la inflación está relativamente controlada, 19,5% es una cifra bárbara, una verdadera aspiradora de bolívares, que los saca de los bolsillos de la gente con más rapidez de la que entran. Sobre todo de los bolsillos de los pobres, la mayor parte de cuyo gasto se va en alimentos y éstos, de mayo a mayo, han experimentado un incremento inflacionario muy por encima de la tasa promedio. De modo, diputada Bravo, que a riesgo de ser tildados de malos hijos de la patria, debemos consignar que, por ahora, hasta el quinto mes del año, la meta de 12% luce lejana. Como consumidores y como ahorristas nos sentimos obligados a indicar que la política económica del gobierno reduce el poder de compra de nuestros sueldos y salarios y se come el valor de nuestros ahorros, porque la tasa de inflación es tres veces más alta que la tasa de intereses que pagan los bancos por las cuentas de ahorros y dos veces mayor que la que remunera las colocaciones a plazos.
Aquí el único “golpe (nada) suave y continuado” que se está produciendo es el del gobierno contra nuestros ahorros y nuestros ingresos. La política económica del gobierno es más peligrosa que una banda de atracadores de bancos. Lo más irónico es que la inflación no golpea por parejo, a ricos y pobres. Todo lo contrario. A los pobres los desuella, pero a los ricos los favorece.
La “revolución socialista” ha implicado una transferencia colosal de recursos de los pobres hacia los ricos. Como consecuencia de ello, ha nacido toda una camada de nuevos ricos, la inefable burguesía bolivariana o boliburguesía, a cuya mayor gloria y riqueza ha contribuido la combinación de negocios sucios con la inflación.
¿Revolución socialista? ¡Qué sarcasmo!