Un lugar silencioso (A Quiet Place), por Luis Ernesto Aparicio M.
Aunque el titulo lo sugiere, no les hablaré de cine, aunque es uno de mis tres entretenimientos favoritos. En este caso incorporaré cómo lo que ocurre en esa película puede ser usado, metafóricamente, con algunos lugares de nuestro mundo actual, comenzando por la casa.
Un lugar silencioso (A Quiet Place en inglés) es una película de terror y ciencia ficción dirigida por John Krasinski, quien también coescribió el guion junto a Bryan Woods y Scott Beck. La película fue estrenada en 2018.
La trama se desarrolla en un mundo postapocalíptico donde la tierra ha sido invadida por criaturas extraterrestres ciegas, pero extremadamente sensibles al sonido. Estas criaturas cazan a los humanos y cualquier sonido, incluso el más mínimo ruido, puede atraerlas.
La película se centra en la necesidad de la familia de vivir en completo silencio para evitar ser detectados por las criaturas. Los personajes se comunican a través de lenguaje de señas y toman medidas extremas para minimizar cualquier sonido, como caminar descalzos sobre arena y crear entornos insonorizados en su hogar.
Aunque es ficción, como lo señalaba antes, si ubicamos el tema central en algunas de las regiones de nuestro planeta donde prevalece el control dictatorial de una persona, acompañada por sus conmilitones, como es el caso de Venezuela, podríamos ajustarla para explicar lo que en ella ocurre cuando se trata de manifestar nuestro desacuerdo o condenar los fraudes y las constantes violaciones de los derechos humanos que en ella ocurre.
Para un dictador como Nicolás Maduro, regir sobre «un lugar silencioso», sin críticas, sin seguimiento, como en cualquier democracia, a las acciones del Estado y sin ningún tipo de ruido perturbador, es el sitio soñado.
Si eso ocurriera sus monstruos muy terrestres, acusaran y desparecerán, de manera forzada –aunque no les guste el termino– a todo aquel que se atreva a emitir algún sonido que les perturbe. Esa, sin duda, la mejor puesta en escena en sus intenciones.
Atreverse a emitir alguna palabra que contradiga y denuncie los abusos y torturas que se cometen en los lúgubres lugares de detención política, es el objetivo. Por eso sus monstruos van tras toda persona que se atreva a emitir algún sonido que le perturbe. Como los extraterrestres de la ficción de A Quiet Place, buscaran al atrevido o atrevida que abrió su boca o tecleó algo para encargarse de él o ella.
Lo que ha ocurrido con Rocío San Miguel, sus familiares y muchos otros integrantes de alguna ONG, consolida la idea de que la ficción de «un lugar silencioso», es la aspiración de una dictadura que se mantiene a unos centímetros de la línea roja del límite de la democracia, para solo mantenerse en apariencia.
Y aunque el flamante fiscal del régimen trate de explicar lo que ellos entienden por desaparición forzosa, siempre será una medida de terror, de sembrar el miedo y mantener a la disidencia en silencio por temor a que «los monstruos de un lugar silencioso» les atrapen y desaparezcan sin mucha explicación.
Históricamente hemos conocido que la desaparición forzosa era utilizada por los gorilas uniformados que encabezaron dictaduras en nuestro continente y en algunos otros. Sin embargo, hoy está de vuelta con los nuevos esquemas dictatoriales, esos a las que Nayib Bukele ha llamado «cool», y las encontramos desde Rusia hasta Venezuela.
Volviendo a la película, ella destaca por su enfoque en el sonido y la ausencia de diálogo tradicional, lo que contribuye a la intensidad y suspenso de la historia. En su clímax, se descubre que las criaturas son vulnerables a frecuencias auditivas extremadamente altas.
De tal manera que, los monstruos serán vencidos, por muy fuertes que aparentan ser, siempre habrá un momento y una forma de vencerles. El asunto está en encontrar ambos elementos y abrir el camino que conduzca a la libertad de expresión, donde predomine el diálogo permanente y la unidad.
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En última instancia, encontrar la «frecuencia auditiva extremadamente alta» implica ser ingenioso, perseverante y adaptativo en la búsqueda de métodos efectivos para expresar el desacuerdo y desafiar la opresión de la dictadura.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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