Un momento para preparar la mezcla necesaria, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Hay una canción que dice algo así: «si del cielo te caen limones, entonces, aprende a hacer limonada». En el libro titulado la Biblia, se habla de cómo los judíos podían alimentarse con el «maná que caía del cielo». Y así, otras historias de algunas situaciones inexplicables, pero que son utilizadas con mucho provecho, para y por tantos. Pero, sobre todo, por él o los más interesados.
En Venezuela han transcurrido 22 años de ocurrencias, de ideas, de intentos y reintentos, de paros, de conversaciones, de negociaciones, de operaciones por parte de tres «pelagatos» y de drones, por supuesto. Todas ellas, han enriquecido una narrativa constante y hasta ahora muy eficiente para los intereses de quienes, guste o no, detentan el poder. Es la que han vendido desde que Hugo Chávez, hasta su heredero del trono autocrático, Nicolás Maduro. Cada uno se ha paseado con su cantaleta del magnicidio. El libreto, cuento o argumento, de que ha existido desde siempre, es el de la existencia de un plan para «matarlo».
Como cosa extraña, cuando el dictador, o alguno de sus socios, ha salido a «denunciar» que han desmantelado un plan para asesinarle, pese a que el común se encuentra a punto de no creer nada de lo que se desenrolla en su narrativa, surge un genio o algo que despierta la idea de que esa ficción, es cierta. Por supuesto, como los más efectivos para recoger y ensalzar los cuentos desde la dictadura, se encuentran en el entorno, o dentro, opositor (sobre todo el que come de todo, y bota cualquier cosa), se difunde la idea de que todo estaba listo, pero hubo unos que dijeron que no. Y esos últimos, suelen ser los sospechosos habituales.
Esta semana, la energía para la narrativa gobiernera, ha llegado de la mano de los mejores generadores. Aquellos que han estado siempre en la mente de un grupo de venezolanos como los libertadores necesarios.
Y es que el exsecretario de Defensa del anterior gobierno de los Estados Unidos, Mark Esper, ha publicado un libro, casi que confesionario, desde donde narra todo lo relativo a lo que una personalidad como la del anterior presidente de ese país, es capaz de pensar, más allá de materializar esos pensamientos.
Según relata un diario digital venezolano, el señor Esper, ofrece detalles en el texto, de como el expresidente estadounidense ofrecía salir de Nicolas Maduro. Como se presenta, es como si se tratara de una conversación entre grandes amigos, de mucha confianza, en donde se confiesan intimidades, incluso de lo que piensan en la casa de cada uno. Así, como si nada, supuestamente, lanzaba preguntas para calibrar y luego calificar a los interlocutores, casi familia. Insisto en la personalidad del susodicho, que encarna el prototipo ideal para que semejante tema de conversación surgiera como si se tratara, insisto, de un grupo de escolares que planifican un viaje a la playa o la montaña.
Puede que el relato del señor Esper sea cierto, solo los involucrados saben la verdad. Más aún, si nos permitimos revisar la conducta del ex de la Casa Blanca, sus arranques, paradas repentinas, la manía de estar descalificando y manejando sus verdades como si fueran absolutas, brinda un abanico de oportunidades para creer que todo sea verdadero. Esas verdades que, en su mayoría, resultaban, y todavía, grandes mentiras, poses para el público en general. De lo que, si estoy seguro, es que ese libro ocupará el centro de la narrativa de Nicolás Maduro y sus acólitos, y de otros que, aunque nieguen serlo, se comportan como soporte de lo que han venido construyendo desde hace muchos años y que encaja entre las piezas necesarias de su ensayo, para mantenerse en el poder.
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Supongamos que en el fondo la idea sea desprestigiar un poco más a quienes se encontraban en esa reunión, a todos, cosa que va ocurriendo por el propio peso del accionar de ellos, sin necesidad de encontrar una historia entre páginas. Quizás ese objetivo se haya logrado, pero también se logra consolidar un relato que se ha construido y que ahora, con la contundencia de lo escrito por el ex funcionario de los Estados Unidos, resulta que sea mejor pensar que es cierto y que unos “chivatos” se encargaron de echar para atrás el plan. Como si ocurriera que detener la avanzada de una persona como el expresidente estadounidense, así como se detiene a un niño para que no cruce la calle.
Tanto su autor, como Maduro, están agradecidos por todo lo que se debata, corra por las infalibles e infaltables Redes Sociales y algunos programas que se alimentan de este tipo de escenario. Esperemos que de una sea la equivocación de uno, en este caso la mía, y que lo que se recoja desde los escritos, sea más para el beneficio de la causa, es decir de encontrar la salida que necesita Venezuela y no la de consolidar en el poder a quien de el abusa. Porque mucho se estará diciendo sobre los culpables de que no ocurriese lo que se plantea en el libro, mientras Nicolás Maduro, esperará el momento ideal para preparar su limonada.
Luis Ernesto Aparicio M. es Periodista Ex-Jefe de Prensa de la MUD
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