Un novedoso método para escoger el candidato unitario, por Tulio Ramírez
Twitter: @tulioramirezc
Soy un defensor de la unidad opositora. Creo en ella a pesar de que, algunas voces amigas y otras no tan amigas, me acusen de ingenuo. Siempre he pensado que, sin ella, difícilmente podríamos lograr lo que, en otros países, en circunstancias similares, se ha logrado. Estoy convencido de que, para recuperar el entusiasmo por el voto, se debe mostrar que se están haciendo esfuerzos serios para lograrla.
Debo aclarar que entiendo que la unidad no pasa por el impensable tamiz de adherirnos como un bloque en torno a una y única doctrina. Se trata de una unidad estratégica con un claro objetivo, ganar las elecciones presidenciales de 2024. Lo demás, lo arreglamos después.
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Es de Perogrullo que, para aumentar las posibilidades de triunfo, la unidad electoral debe traducirse en una candidatura unitaria. Sobre este tema ha habido un debate sobre los diversos mecanismos para lograrla. Se ha hablado de organizar una primaria abierta, mientras que otros han manifestado ser partidarios de una candidatura de consenso.
Ambas posiciones han tenido sus defensores y detractores. Observemos algunos de los señalamientos usados para demostrar, no la eficiencia de alguna de ellas, sino lo ineficiente de la propuesta contraria.
Los detractores de las primarias argumentan que: “saldrán cientos de candidaturas espontáneas solo por joder”; “el gobierno ordenará a sus militantes votar masivamente por el candidato que les resulte más cómodo o más flojito”; “lo dificultoso de garantizar el voto de los compatriotas en el exterior”; “las acusaciones mutuas que imposibilitarán los esperados apoyos por parte de los perdedores”; “no hay plata”; “el canto de Fraude, con o sin razón, tirará a la cabra pa´l monte”.
Quienes no comulgan con el método del consenso alegan que: “es macoyero y nos aleja más del pueblo opositor”; “a los votantes no se les entusiasma con candidatos negociados”; “los candidatos extra-partido no tendrán padrino que los defienda”; “sin masa no hay bollo”; “no habrá legitimidad de origen”.
Así las cosas, el tema del método se ha convertido en un campo de batalla tan movido que, en vez de lograr el efecto deseado, nos ha puesto a pelear. Las declaraciones de ambos bandos nos recuerdan aquella canción de la Sonora Matancera cantada por Celia Cruz que dice “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé (sin alusiones personales, ni más faltaba), Bernabé le pego a Muchilanga. Le echó burundanga. Le hinchan los pies. Monina”.
Ante tal desbarajuste y temiendo que la cosa se vaya por mal camino, propongo un método que será la solución a este dilema.
De entrada, estamos de acuerdo en que el candidato debe: demostrar inteligencia, estrategia, agilidad y rapidez en la toma de decisiones; capacidad para analizar el entorno; conocer las fortalezas y debilidades de sus oponentes; ocupar espacios sin atropellar a nadie; respetar las reglas del juego; no perder las perspectivas y fijar el objetivo; saber escoger oportunidades; reponerse rápidamente en caso de un traspiés; y, reconocer la victoria del oponente si esta es lograda lícitamente.
Si estas son las características que debe poseer el candidato ideal, propongo el juego de la silla como el mejor mecanismo para seleccionarlo. Para triunfar se requiere de las competencias descritas y con este método se demostrará quien las tiene y quién no. Además, es un método económico e inclusivo; no requiere una especial maquinaria para organizarlo, solo alquilar las sillas en una agencia de festejos (con una silla menos del total de los precandidatos, basta); es público y transparente; no es necesaria la supervisión del CNE; no habrá posibilidades de ventajismo y todo depende de la habilidad personal.
Un plus es que la competencia puede ser transmitida al mundo entero en directo. Esto asegurará de manera automática, el reconocimiento internacional del candidato ganador. No hay por qué agradecer, es mi deber aportar.
PD: Al cierre me entero que las primarias serán para el 22 de octubre. Esta demás decir que apoyaré al que finalmente sea el candidato ganador, pero como en este país lo más seguro es que quién sabe, mantengo mi propuesta.
Tulio Ramírez es abogado, sociólogo y Doctor en Educación. Director del Doctorado en Educación UCAB. Profesor en UCAB, UCV y UPEL
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