Un país imposible, por Simón García
Twitter: @garciasim
Las fuerzas, sectores y personas que queremos dejar el pasado en su lugar, hemos recibido un duro golpe. Ha quedado al descubierto la prolongada ejecución de un robo a la casa de petróleo. Sus perpetradores son del alto gobierno y con explicable justificación habrá opositores que dudarán o acentuarán su rechazo a establecer diálogos con el poder. El punto débil de esta posición es que nos devuelve al derrotado camino insurreccional.
Hay rabia en la gente y es lo menos que puede esperarse cuando el salario dejó de existir o se erigen torres de lujo mientras se derrumba sistemáticamente la salud pública y la educación. Ante la justificada indignación, las fuerzas alternativas, que lo son por ser existencialmente diferentes a un poder sin ética ni democracia, tienen que aportar conciencia, esperanza y confianza contra el efecto de tristeza y desesperanza que se puede colar entre la percepción de impotencia.
La oposición alternativa tiene que asumir con determinación la tarea de traducir el rechazo anímico al gobierno en voto contra la pretensión de Maduro de perpetuarse en el mando. Existen condiciones de opinión propicias para ganar la presidencia. Nunca antes el candidato del PSUV, sea Maduro o Lacava, enfrentó condiciones tan adversas como las que ha creado el gobierno contra si mismo.
El asalto al tesoro nacional es una traición al régimen que abre un boquete en su cúpula y en sus bases de sustentación. El robo continuado durante tres años de miles de millones de dólares tiene causas estructurales y también subjetivas. La repetición de estos escándalos, que rápidamente se enfrían, comprueba que tras el simulacro de revolución hay factores que favorecen, junto a la ausencia de controles y contrapesos, la proliferación de delincuentes en serie: desde una enfermera o un escolta hasta un ministro o un coronel.
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¿Por qué se produce este fenómeno de robar en grande hasta desde los niveles bajos de una nómina? El régimen esta adquiriendo cada vez más la forma definitiva de una cleptocracia. Una perversión que le corresponde enfrentar también a sus partidarios que temen una deriva totalitaria o una implosión por ineptitud. Los sectores sanos que existen en el chavismo están exigidos de reaccionar y dejar de formar parte de los que silencian los escándalos.
Las fuerzas opositoras deben alinearse en acumular condiciones de victoria y acertar con un candidato que muestre más apoyos, reúna las mayores intenciones de voto, tenga un programa de soluciones para salir del hoyo y disposición a tejer entendimientos con proyectos diferentes y contrarios. El método para su escogencia importa, pero lo principal es ganar.
Porque luce posible ganarle electoralmente al régimen hay que negociar, con el apoyo de la comunidad internacional, la realización de un proceso electoral lo más cercano posible a un evento competitivo.
Porque es necesario reconstruir a Venezuela, hay que ratificar que una victoria electoral de la alternativa devolverá a los venezolanos el derecho a vivir mejor y a convivir en paz. Esto supone convertir la campaña electoral en la difusión de un modelo de país y en la apertura de una política hacia una transición hacia la democracia, la recuperación económica y el rescate de ética pública.
Hay que saberlo: La unidad es ganar otro país, no perderlo por exclusiones. Una época es nueva porque es diferente a la anterior. O nos situamos en un marco estratégico alternativo o seguiremos haciendo de Venezuela un país imposible.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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