Un país que reclama estabilidad, por Griselda Reyes
Estabilidad, vaya que se ha vuelto lejano este termino para los venezolanos. Nuestra cotidianidad se ha convertido en interminables colas por alimentos, por gas domestico y gasolina; protestas por faltas de luz y agua. Una realidad que ha sido las secuela de la quiebra de un país inmensamente rico mal administrado por quienes insisten en mantenerse en Miraflores.
Un nueva recomposición política reflejada en la próxima Asamblea Nacional, electa de manera irregular, da luces de que el país seguirá avanzando hacía los intereses de uno de los extremos, sin priorizar las necesidades reales de la mayoría de los ciudadanos. Un Parlamento no representativo no parece capaz de saldar la crisis país.
En el otro polo, tenemos a quienes insisten en consultas que no son más que mirarse en un espejo a decirse lo que se quiere escuchar. Tampoco esta vía pinta como la más expedita para paliar el hambre de nuestros niños y ancianos que se nos mueren en todos los rincones del país.
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Cuando las elecciones generales libres, limpias y transparentes parecen estar más lejos que nunca, el país reclama estabilidad. Nuestra gente merece vivir en paz y en condiciones reales de progresar y vivir en paz.
Hace rato, desde que se instaló la emergencia humanitaria en el país, los actores políticos hemos estado obligados a dejar nuestros intereses de lado y a poner por encima de todo a Venezuela. Pocos los han entendido, la mayoría, de lado y lado, siguen encerrado en oficinas y midiendo al país por Twitter.
Quienes seguimos recorriendo nuestra patria sabemos de las inmensas necesidades que tienen las madres en las zonas más recónditas. Por ellas debemos avanzar, vienen meses duros, nuestra gente no puede seguir sintiéndose a la deriva.
Necesitamos que se presenten soluciones que permitan llegar a un punto de equilibrio, donde se pueda conciliar y llegar a estos acuerdos políticos necesarios para dar paso a una solución pacífica, viable que amerita la nación.