Un primo de José Gregorio Hernández también es santo, por Rafael A. Sanabria M.

Correo: [email protected]
El pasado 25 de febrero recibimos una gran sorpresa que provenía de El Vaticano: el papa Francisco había decretado santo a José Gregorio Hernández, quien se convertía así en el primer santo de Venezuela.
Fue en 1949 cuando se abrió la causa de canonización del Doctor Hernández, iniciándose así un proceso que culmina en 2025, 76 años después.
Fue en 1986 cuando el papa Juan Pablo II lo declaró venerable y en 2020 el papa Francisco aprobó el primer milagro atribuido a su intercesión. En 2021 se celebró la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández en la ciudad de Caracas. Recién en 2025 de confirmó un segundo milagro y se le reconoció su santidad, por coincidencia o casualidad en febrero, que es cuando en Ecuador se celebra la festividad del santo hermano Miguel.
José Gregorio Hernández y el hermano Miguel son parientes: primos en tercer grado. El hermano Miguel y José Gregorio Hernández eran contemporáneos pero alcanzaron la santidad en tiempos distintos.
Los hermanos Esteban y Joaquín Febres-Cordero llegaron a Ecuador desde Venezuela en el siglo XIX. Joaquín tuvo como nieto al santo hermano Miguel Febres Cordero, quien nació en Cuenca, Ecuador, el 7 de noviembre de 1854. Su infancia se vio entristecida por un defecto físico: nació con los pies deformes y sufrió esta debilidad de sus pies frágiles a lo largo de su vida. Ingresó como hermano de La Salle en 1868, trabajó incansablemente durante 39 años por la educación humana y cristiana de sus alumnos de Quito. Escribió numerosos libros y artículos relacionados tanto con la piedad como con la gramática.
El Santo Miguel Febres Cordero acogía a todos con gran sencillez y cordialidad, visitaba a los pobres y necesitados, aconsejaba a los niños y jóvenes. Era muy consciente de que «quien recibe a un niño en nombre de Jesús, a Él mismo lo recibe».
En un viaje a París en 1907, tuvo problemas graves de salud que aconsejaron enviarlo a Premiá de Mar, Barcelona, en busca de un mejor clima, y allí tiempo después el Hermano Miguel contrae una pulmonía y muere en olor de santidad el 9 de febrero de 1910 en Premiá de Mar, en la antigua casa del noviciado. En su agonía, preguntado de si tenía tristeza de morir lejos de su patria, admitió que no, puesto que esos eran los designios del Señor. Fue declarado santo por la Iglesia de Roma el 21 de octubre de 1984.
Todos están llamados a la santidad, sin importar su condición o edad, lo fundamental es aceptar esta gracia y dar una libre respuesta a ella.
Así lo demostraron los Febres Cordero que se destacaron por su testimonio de piedad, fidelidad y amor a Dios. La tarea es emular sus vidas y reconocer la infinidad de pruebas, tentaciones y tribulaciones que pudieran alejarnos de todo lo que es virtuoso y digno de alabanza ante Dios; sin embargo, nuestras experiencias terrenales nos ofrecen la oportunidad de elegir la santidad. La mayoría de las veces son los sacrificios que hacemos para guardar nuestros convenios que nos santifican y hacen que seamos en un futuro no muy lejano santos.
Estos primos habrían podido conocerse, aunque las facilidades para viajar eran muy escasas en aquel entonces.
*Lea también: José Gregorio Hernández: En buena hora, por Beltrán Vallejo
Los Febres-Cordero son de origen venezolano. La tarea es emular sus vidas y reconocer la infinidad de pruebas, tentaciones y tribulaciones que pudieran alejarnos de todo lo que es virtuoso y digno de alabanza ante Dios; sin embargo, nuestras experiencias terrenales nos ofrecen la oportunidad de elegir la santidad.
Todos estamos llamados a ser santos.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo