Un proyecto enemigo del pueblo trabajador, por José Rafael López P.
El chaveco-madurismo ha consolidado su posición como un factor histórico adverso para los intereses de los trabajadores, a pesar de las repetidas referencias a su aparente compromiso con la clase laboral del país. En su afán por promover una narrativa comunicacional, han llevado esta estrategia al extremo al otorgar al inquilino de Miraflores el título de «presidente obrero».
Sin embargo, la denominación de «presidente obrero» parece estar en marcado contraste con las acciones y políticas que Maduro ha implementado. El «presidente obrero» ha continuado con la criminalización y judicialización de las luchas sindicales. Mediante un andamiaje jurídico represivo muchos trabajadores han sido falsamente acusados y condenados a largas condenas como el caso de los seis dirigentes sociales y sindicales enviados a las mazmorras del régimen recientemente.
Todos habían participado en las protestas y movilizaciones por mejoras salariales de los últimos meses. Es evidente que la criminalización de la opinión crítica y de la protesta social es una política de Estado, implementada desde Miraflores con la complicidad del Ministerio Público y del Poder Judicial.
Pero el legado anti-obrero del proyecto bolivariano no puede atribuirse únicamente al período del Madurismo, como algunos partidarios nostálgicos del chavismo afirman. Es importante recordar que el Tte coronel fue un enemigo rabioso de la independencia de los sindicatos frente al Estado, propiciando la intervención de Miraflores en la vida interna de los sindicatos, la creación de federaciones y sindicatos paralelos respaldados por las instituciones del Estado, convirtiéndolos en apéndices de la política gestada desde el Palacio de Misia Jacinta.
Además, impulsó leyes contra los trabajadores al estipular como delitos los paros, movilizaciones y huelgas en muchos sectores laborales (Ley sobre el Estatuto de la Función Pública 2002). Además, no podemos olvidar las modificaciones que se dieron durante su mandato a leyes claves, como el Subsistema de Paro Forzoso y Capacitación Laboral (1999) y el Subsistema de Pensiones y Salud Pública (2012).
Recordemos lo afirmado por el Tte. coronel «En revolución, los sindicatos deben desaparecer» (2005).
Paradójicamente, el chaveco-madurismo, a pesar de su retórica antineoliberal, ha implementado políticas que reflejan una orientación neoliberal globalizante, como es el caso de la creciente precarización del mercado laboral. Estrategia que reproduce las recetas promovidas por organismos financieros internacionales en su búsqueda por abaratar los costos de producción a expensas de la eliminación de las conquistas sociales de los trabajadores.
La precarización del empleo se ha materializado a través de la creación de puestos de trabajo de baja estabilidad, (empleos temporales) como las misiones sociales, las cooperativas, el programa «chamba juvenil» y las Brigadas Comunitarias Militares. Sin olvidar las Zonas Económicas Especiales (Estados Aragua, Falcon, La Guaira, etc.), emporios de esclavitud laboral donde la legislación aprobada (20/7/22) no garantiza la estabilidad laboral, ni salarios justos, ni prestaciones sociales y priva a los trabajadores del derecho a sindicarse.
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La precarización impuesta por el chaveco-madurismo se ha evidenciado en la falta de seguridad laboral y la imposición de salarios pírricos (salario mínimo ronda los $5) en una economía hiperinflacionaria y dolarizada. Además, han eliminado las convenciones colectivas y beneficios laborales como la caja de ahorro y los seguros de cirugía, maternidad y hospitalización e impuesto la siniestra bonificación salarial (Bonos de la Patria). El chaveco-madurismo ha marcado un retroceso sin precedentes en las condiciones salariales y la calidad de vida de los trabajadores en Venezuela.
Si le diéramos crédito a la retórica chaveco-madurista de su pretendido compromiso con los trabajadores venezolanos entonces podríamos preguntamos ¿Por qué la indolencia del régimen ante el justo reclamo de los trabajadores por un ingreso salarial justo, mientras la corrupción depreda miles de millones de dólares? ¿Por qué se recurre a la perversa bonificación del ingreso del trabajador, la cual fue cuestionada por quienes hoy dirigen el proyecto de dominación? ¿Por qué se reprime y persigue a los sindicatos y líderes sindicales que han expresado inconformidad? ¿Por qué se ha promovido y profundizado el control del Estado sobre los sindicatos? ¿Por qué se eliminó la discusión de las contrataciones colectivas? Además, ¿Por qué se continúa mintiendo al atribuir el caos salarial a las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Comunidad Europea, cuando el deterioro del salario comenzó mucho antes de la aplicación de dichas sanciones?
El movimiento sindical venezolano se encuentra ante desafíos monumentales. La represión por parte del régimen de Maduro ha alcanzado niveles alarmantes. Este clima de intimidación y control ha generado un ambiente de temor generalizado, en el cual los trabajadores se han visto obligados a renunciar a la participación en la protesta por sus derechos y reivindicaciones.
El proyecto chaveco-madurita no es un aliado, ni un defensor de los intereses de la clase obrera, a pesar de su pretensión de presentarse como un gobierno de tendencia «obrerista”.
El chaveco-madurista encarna uno de los proyectos más anti-obreros y represivos en la historia contemporánea de nuestro país.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
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