Un rumor venezolano que llegó a la Casa Blanca: Maduro “vació” cárceles para invadir EEUU

Lo que empezó en 2022 como un tuit sin pruebas se convirtió en un rumor viral. Dos años después, Donald Trump lo usó para justificar deportaciones masivas de venezolanos
Por Adrián González, Cazadores de Fake News
Ronna Rísquez, Alianza Rebelde Investiga (Runrun.es, TalCual y El Pitazo)
En la campaña presidencial de 2024, Donald Trump hizo de la migración venezolana uno de los temas principales de su discurso. Varias veces aseguró, sin aportar pruebas, que Nicolás Maduro había enviado a Estados Unidos delincuentes liberados de las cárceles venezolanas, ligando ese supuesto “envío” con la caída del crimen en Venezuela.
“El crimen ha disminuido en Venezuela en un 67% porque están tomando a sus pandillas y a sus criminales y depositándolos muy generosamente en Estados Unidos”, declaró el presidente Trump frente a sus seguidores mientras daba un discurso electoral el 2 de abril del 2024, presentando así a cualquier hombre venezolano en EEUU como una potencial amenaza para la seguridad nacional.
Casi un año después, ya con Trump de regreso en la Casa Blanca, aquella acusación se transformó en una política pública. En marzo de 2025, la administración recurrió a la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para ordenar detenciones y deportaciones exprés de venezolanos señalados como miembros del Tren de Aragua, una pandilla que nació en la cárcel de Tocorón.
Entre los miles de deportados a varios países, un grupo de más de 250 detenidos fue trasladado a la megaprisión Cecot (Centro de Confinamiento del Terrorismo), una enorme cárcel de máxima seguridad en El Salvador. Allí permanecieron hasta el 18 de julio, cuando un canje negociado entre Washington y Caracas permitió su excarcelación, al igual que la de varios ciudadanos estadounidenses y opositores presos en Venezuela.
Una investigación de ProPublica, The Texas Tribune, la Alianza Rebelde Investiga (con los medios Runrunes, TalCual y El Pitazo) y Cazadores de Fake News, constató que casi la mitad de los venezolanos enviados al Cecot no cometió delitos en Estados Unidos, había ingresado legalmente al país y tenía procesos migratorios en curso.
Mientras el rumor sobre la supuesta “invasión” carcelaria, y luego sobre la presunta orden de Maduro de “vaciar” las cárceles y enviar integrantes del Tren de Aragua, comenzó a abarcar titulares en Venezuela y Estados Unidos, verificadores, ONG y medios venezolanos ya habían rastreado su origen y explicaban cómo se estaba haciendo más viral con la aparición de nuevos bulos y manipulaciones. Eventualmente, el propio Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos aseguró en 2025 que tampoco tenía pruebas sobre la existencia de algún plan estatal venezolano de enviar delincuentes a ese país.
Seguir el recorrido de ese rumor —desde su primera aparición viral en 2022, pasando por su réplica en discursos y titulares, hasta su adopción en la campaña de Trump y su aplicación como medida de gobierno— puede servir para entender cómo un relato ha perdurado por años, hasta llegar a influir tanto en la política exterior como en el orden interno de una de las principales potencias del mundo.
El pánico carcelario que cruzó la frontera venezolana
Medios de comunicación venezolanos y extranjeros han documentado por años la falta de control estatal en cárceles venezolanas, así como los presuntos nexos entre el gobierno de Maduro y organizaciones criminales como el Tren de Aragua.
Algunas investigaciones periodísticas permitieron apreciar el poder que habían logrado acumular los “pranes”, líderes criminales que dirigen la vida interna y los negocios ilícitos dentro y fuera de algunos penales. Otros trabajos sostuvieron que algunos “colectivos” leales al chavismo y pandillas criminales —con integrantes que pueden estar en libertad, o incluso operar desde adentro de ciertas prisiones— llegaron a ser usadas como fuerzas de choque para dispersar manifestaciones opositoras o asegurar territorios clave para el gobierno de Nicolás Maduro.
Algunos operativos ocasionales de ”descongestionamiento” penitenciario planteados como respuesta a la precariedad carcelaria —en los que a veces se liberaron centenares de reclusos—, también generaron alarma en varias comunidades.
Con el tiempo, toda esa información se convirtió en el sustento de comentarios publicados por usuarios venezolanos en redes sociales —a veces basados en hechos e investigaciones tangibles y, en otros casos, en simples rumores— sobre el empleo de personas vinculadas con pandillas carcelarias o incluso con cuerpos de inteligencia venezolanos, para influir o desestabilizar otros países de la región.
En octubre de 2019, mientras Ecuador vivía el Paro Nacional y Chile el estallido Social, comenzaron a surgir rumores sobre la supuesta presencia de “agitadores” enviados por Venezuela y Cuba, infiltrados entre la diáspora, que se encontraban estimulando las protestas y la violencia en las calles.
Rumores sobre “venezolanos infiltrados” circularon tanto entre simpatizantes de Piñera y Lenín Moreno como entre críticos de Nicolás Maduro, entre quienes destacó @Nelsored1, uno de los tuiteros venezolanos que propagó decenas de bulos relacionados con la supuesta participación de compatriotas en los disturbios. El tuitero afirmó que guardias de la Embajada estadounidense en Santiago habían disparado contra cuatro “terroristas” chavistas que intentaban incendiar una estación de servicio. La embajada lo desmintió, y medios y verificadores de datos refutaron ese y otros bulos y rumores fabricados por el mismo usuario.
A finales de 2019, los rumores y acusaciones en redes sociales se retroalimentaron con declaraciones teóricas y políticas. Analistas sugirieron que Caracas había estado sembrando un “pequeño porcentaje de agentes subversivos” entre la migración masiva, y la Organización de Estados Americanos (OEA) publicó un comunicado en el que afirmaba que los episodios de desestabilización en varios países de la región tenían su origen en las estrategias de los regímenes de Cuba y Venezuela, responsables de exportar polarización y de financiar, apoyar y promover conflictos políticos y sociales.
Con el avance de las investigaciones, se vinieron abajo las acusaciones sobre el empleo de venezolanos como agentes de desestabilización. Un grupo de 17 personas, la mayoría venezolanos, arrestados en el aeropuerto de Quito por presuntamente poseer información sobre la movilización del presidente Lenín Moreno, resultó estar integrado en su mayoría por conductores de aplicaciones de taxi; 15 de ellos eran venezolanos y fueron liberados sin cargos a los pocos días. En Santiago, la tesis surgida de un memorando de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) entregado a Sebastián Piñera el 20 de octubre, que hablaba de 600 agentes del SEBIN infiltrados en las protestas, fue desestimada en noviembre, tras una investigación de varias semanas, por falta de evidencias concretas.
Los informes de la Fiscalía ecuatoriana, la inteligencia de Carabineros y diversas organizaciones de derechos humanos coincidieron en que las protestas en ambos países respondieron, sobre todo, a causas internas y movilización espontánea. Aun así, la idea de que Caracas enviaba venezolanos para desestabilizar permaneció latente y regresó años más tarde, asociada a la ola migratoria rumbo a Norteamérica y a la expansión del Tren de Aragua en el continente.
Plan Zeta de Piñera: lluvia de críticas por “vergonzoso” informe de la DINE mientras La Moneda intenta bajarle el perfil al documentohttps://t.co/yzsQpIDfBB pic.twitter.com/sE2tq80ZSL
— El Mostrador (@elmostrador) October 21, 2020
En 2022 las cosas comenzaron a cambiar. Tras varios años de reportes sobre delitos atribuidos a presuntos integrantes del Tren de Aragua en Colombia y Perú, y mientras la crisis migratoria se agravaba en Chile, el flujo de venezolanos hacia el norte del continente se intensificó. Miles emprendieron el viaje por tierra, cruzando la selva del Darién y varios países de América Central para alcanzar la frontera sur de Estados Unidos.
Este masivo flujo migratorio, sumado a informes y reseñas de delitos atribuidos a venezolanos en distintos países, generó también múltiples casos de desinformación que acentuaron la discriminación y la xenofobia contra los migrantes.
Durante los primeros meses de 2022, estos episodios de desinformación se concentraron principalmente en la frontera norte de Chile.
El 3 de febrero de 2022, un posteo publicado en la red social Twitter (hoy llamada “X”), acusaba a un grupo de venezolanos del refugio de Lobito (cerca de Iquique, frontera norte de Chile), de bloquear la carretera con fuego y escombros. “(Maduro) los soltó de la cárcel y los mandó a destruir Chile” aseguró su autor, quien acompañó el texto con un video en el que aparecían varios migrantes hablando con acento venezolano, aparentemente bloqueando un tramo de la carretera cercano al refugio.
Una investigación realizada por Cazadores de Fake News demostró que se trataba de desinformación. Los migrantes que aparecen en el video, residentes del refugio, no habían iniciado el bloqueo: estaban retirando los escombros y apagando el fuego para evitar que el humo siguiera afectando a las demás personas que permanecían en él, especialmente a los niños.
Falso: ¿migrantes venezolanos cortaron el paso para cobrar peaje en carretera de Iquique, Chile?
Información que circula en WhatsApp y varias redes sociales es #FALSA
El incidente ocurrió el 01/02/22. Los venezolanos en el video estaban AYUDANDO a quitar la barricada
Hilo 🧵/1 pic.twitter.com/DpVlbkKjeD
— Cazadores de Fake News (@cazamosfakenews) February 2, 2022
Uno de los refugiados denunció que la manipulación del video criminalizaba a migrantes y refugiados en Lobito y que no existía una cobertura balanceada del fenómeno migrante por parte de los medios de comunicación locales. “Nos tienen silenciados, pero no somos delincuentes”, aseguró.
Migrantes cantando el himno, no delincuentes
La situación migratoria venezolana que a comienzos de 2022 ya era motivo de alarma, para mediados de año se había agudizado en toda la región.
El 31 de agosto de ese año, David Smolansky, comisionado de la OEA para la crisis migratoria venezolana, afirmó que la diáspora venezolana, con 6,8 millones de desplazados, era una de las dos mayores crisis globales de migrantes y refugiados, junto a la de Ucrania.
En paralelo, las acciones criminales del Tren de Aragua se convertían en noticia en Colombia, con la historia del hotel negro y “los embolsados”; y en Chile, con el descubrimiento de la megaoperación de la pandilla en ese país.
El 7 de septiembre, una semana después, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, instó al gobierno de Nicolás Maduro a aislar a los líderes del Tren de Aragua, alegando que desde la cárcel de Tocorón coordinaban delitos en Colombia. En ese contexto surgió la primera pieza relevante de desinformación que acusaba al gobierno venezolano de utilizar al Tren de Aragua como herramienta de desestabilización regional.
Al día siguiente, desde su nueva cuenta de Twitter, @NelsoredG, el mismo tuitero que en 2019 había difundido bulos sobre la supuesta presencia de venezolanos infiltrados en las protestas en varios países de Sudamérica, publicó un mensaje que “presos de las cárceles de Venezuela” estaban siendo enviados a Estados Unidos junto a los migrantes que cruzaban el Darién. Su tuit superó las 3.000 republicaciones y rápidamente se hizo viral entre usuarios venezolanos, a pesar de no haber citado fuentes, ni mostrado pruebas.
Algunos venezolanos influyentes creyeron el bulo del 8 de septiembre, pues se apoyaba en una narrativa que, aunque había sido ampliamente refutada por expertos, le dio mayor credibilidad.
“Esa canallada ya la hizo Castro en Mariel. Vació las cárceles y envío los choros (delincuentes) a los EEUU”, escribió Enrique Aristeguieta citando el tuit de González.
Aristeguieta —abogado y conocido tuitero venezolano, integrante de la Junta Patriótica de 1958 y con más de 820.000 seguidores en Twitter— aludía al éxodo del Mariel (1980), cuando el gobierno de Fidel Castro permitió la salida de unos 120.000 cubanos a quienes etiquetó como “antisociales” y “escoria”, alimentando el rumor de que entre ellos había muchos delincuentes comunes.
El 13 de septiembre, @NelsoredG hizo una segunda publicación sobre el mismo tema. Esta vez el texto iba acompañado de un video que terminó por hacerla aún más viral, acumulando 5.000 republicaciones. Aunque parecía tener información más específica —que “más de 300 convictos en este grupo de sicarios, asaltantes, distribuidores de droga, fueron liberados para enviarlos a EEUU desde Venezuela”—, ningún dato era comprobable.
En el video aparecía un grupo de venezolanos en aparente estado de precariedad, la mayoría hombres y algunos con el torso desnudo, cantando el himno nacional de Venezuela. El texto sugería que había sido grabado dentro de una prisión venezolana y que quienes cantaban el himno eran reclusos que estaban saliendo de la cárcel de Tocorón, base de operaciones del Tren de Aragua.
El video, sin embargo, no había sido grabado en un centro penitenciario de Venezuela, sino en la Estación de Recepción Migratoria (ERM) San Vicente, en Panamá, a la que llegan los migrantes tras cruzar la selva del Darién.
Quienes cantaban no eran “delincuentes”, sino migrantes en tránsito.
Cuando el ruido digital rebotó en la radio
Los argumentos expuestos en el desmentido sobre el video grabado en Panamá no lograron frenar su expansión. El rumor ya estaba a punto de trascender las redes sociales.
Ernesto Paraqueima, entonces alcalde de El Tigre (estado Anzoátegui, oriente de Venezuela), hizo comentarios en su programa de radio sobre el video publicado originalmente en Twitter por @NelsoredG, compartido luego en Instagram por un medio local al que seguía. Paraqueima dijo estar de acuerdo con que los delincuentes salieran del país, también comparando su situación con el éxodo cubano del Mariel.
@NelsoredG utilizó las declaraciones de Paraqueima para reforzar la narrativa falsa que él mismo había fabricado desde Twitter. Publicó otro trino asegurando que el alcalde había “confesado” el envío de delincuentes hacia Estados Unidos por parte del gobierno venezolano y que, por lo tanto, la información estaba confirmada.
La manipulación de lo dicho por Paraqueima también se viralizó en redes sociales, atribuyéndose al alcalde una supuesta “confesión” que él mismo desmintió públicamente en dos ocasiones.
El 16 de septiembre de 2022, Cazadores de Fake News publicó un desmentido sobre el video de los migrantes cantando el himno de Venezuela en la ERM San Vicente de Panamá. El 21 de septiembre desmintió el bulo sobre la falsa confesión de Paraqueima.
Para entonces, el rumor ya se había hecho tan grande que había comenzado a ser comentado por funcionarios y medios estadounidenses.
La desinformación venezolana se desplaza al norte
“Esta semana se informó que agentes de la Patrulla Fronteriza recibieron un boletín de inteligencia que indica que el dictador venezolano Maduro está abriendo todas sus cárceles y enviando a presos crueles (…) Estados Unidos está siendo envenenado”.
Donald Trump pronunció esas palabras el 22 de septiembre de 2022, durante un mitin en Wilmington, Carolina del Norte, mientras impulsaba a varios candidatos republicanos y a solo un par de meses de anunciar su segunda candidatura presidencial. Se refería a una publicación del portal estadounidense Breitbart del 18 de septiembre, justo cuando los verificadores venezolanos empezaban a difundir los primeros análisis sobre el origen del rumor.
El título de ese artículo sugería que Venezuela había “vaciado” sus cárceles, liberado a criminales violentos y los había enviado deliberadamente —supuestamente como parte de un grupo organizado— hacia la frontera de Estados Unidos, todo ello sustentado, según decía, en un informe del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) citado por una fuente anónima.
Sin embargo, el cuerpo del artículo no respaldaba ese titular. No incluyó ninguna imagen del presunto informe del DHS ni precisó cuántos presos habrían sido excarcelados en Venezuela. Además, el texto admitía que no podía confirmarse si los supuestos criminales enviados viajaban como un grupo cohesionado y señalaba que el informe del DHS no especificaba si la medida obedecía a una directriz oficial del gobierno de Caracas.
La narrativa coincidía con el rumor que circulaba entre venezolanos desde 10 días antes. El artículo de Breitbart fue rápidamente amplificado en Estados Unidos y reproducido por varios medios de comunicación.
El mismo día en que se publicó el artículo de Breitbart, el congresista republicano Troy E. Nehls, tuiteó un mensaje que parafraseaba su titular y lo presentaba como una confirmación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de los Estados Unidos: “Última hora: el DHS confirma que Venezuela vacía las cárceles y envía criminales violentos a nuestra frontera sur. El presidente Trump nos advirtió sobre esto hace años”. La publicación se volvió viral, con más de 17.000 republicaciones y 43.000 “me gusta”.
11 días después, varias iniciativas de verificación de hechos comenzaron a señalar las inconsistencias de la nota de Breitbart.
Politifact indicó que el DHS no había confirmado la existencia del supuesto informe y que la única fuente era el propio artículo. Tras revisar los portales oficiales, tampoco halló rastro alguno del documento, ni evidencias que respaldaran la denuncia. Al pedirle pruebas al equipo del congresista, su directora de comunicaciones les respondió: “Prueben que está equivocado”.
Factchequeado no solo obtuvo una respuesta por parte del DHS —el organismo les respondió “esas afirmaciones no están verificadas”—, sino que consultó a las ONG Observatorio Venezolano de Prisiones y Una Ventana a la Libertad; todas las fuentes coincidieron en que no existía ninguna prueba de un plan del gobierno venezolano para liberar presos y enviarlos deliberadamente a Estados Unidos.
Aunque organizaciones y equipos de verificación venezolanos y estadounidenses publicaron aclaraciones, el eco del rumor comenzó a influir en el debate político estadounidense.
El 22 de septiembre, varios congresistas estadounidenses, todos pertenecientes al Partido Republicano, firmaron una carta dirigida a Alejandro Mayorkas, secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), para expresar su preocupación por la supuesta llegada, a Estados Unidos, de criminales violentos provenientes de Venezuela.
🚨 I sent a letter with 13 of my @HouseGOP colleagues to @SecMayorkas demanding answers about Venezuela releasing violent prisoners early and pushing them to join caravans heading towards our southern border.
We need transparency and accountability from this administration. pic.twitter.com/zqx4yCtEP6
— Congressman Troy E. Nehls (@RepTroyNehls) September 22, 2022
“Ha sido ampliamente reportado que el régimen asesino y narcoterrorista de Maduro en Venezuela está liberando deliberadamente a prisioneros violentos de forma anticipada, incluyendo a reclusos condenados por ‘asesinato, violación y extorsión’, y empujándolos a unirse a caravanas que se dirigen a Estados Unidos”, advertía la misiva, basada únicamente en un reportaje difundido unos días antes.
La única fuente incluida en la carta: el artículo de Breitbart del 18 de septiembre.
Una narrativa repetida por Trump más de 140 veces
Un memorando desclasificado del Consejo Nacional de Inteligencia publicado el 29 de mayo de 2025, concluyó que el régimen de Nicolás Maduro probablemente no tiene una política de cooperación con el Tren de Aragua, ni dirige sus movimientos en Estados Unidos.
Pero el impacto del memorándum no fue tan grande como el rumor que ya había sido reiteradamente repetido a lo largo de la vida política de Trump.
Entre septiembre de 2022 —cuando comenzó a crecer el rumor en Twitter (ahora X)— y el 15 de marzo de 2025, Trump repitió al menos 147 veces la narrativa de que las cárceles en Venezuela estaban siendo vaciadas de delincuentes, y que éstos estaban siendo enviados deliberadamente a Estados Unidos.
Pero la mención a Venezuela se inscribe en una narrativa más amplia. The Marshall Project —una organización de periodismo de investigación sobre justicia penal— analizó centenares de intervenciones de Donald Trump y documentó que repitió a lo largo de 10 años y al menos 560 veces, la acusación de que distintos gobiernos “vaciaban sus cárceles” y enviaban presos a Estados Unidos, señalando no solo a Venezuela, sino también a Honduras, Guatemala o la República Democrática del Congo.
Una de las primeras veces que mencionó la narrativa fue el 28 de enero de 2017 —apenas ocho días después de asumir su primera presidencia— durante una tensa llamada con el primer ministro australiano Malcolm Turnbull sobre el acuerdo de reasentamiento de hasta 1.250 refugiados retenidos en las islas australianas de Manus y Nauru. Para objetar el pacto, Trump evocó el éxodo del Mariel: “¿Recuerdas el éxodo del Mariel, donde Castro liberó a todos de la cárcel y Jimmy Carter los recibió con los brazos abiertos? Eran gente brutal”.
Ocho años después, la narrativa de que el gobierno venezolano liberó a criminales para enviarlos de forma organizada a Estados Unidos no ha sido probada. Pero el rumor, en cambio, se propagó como la diáspora por todo el continente y se instaló en la política estadounidense a una velocidad que las verificaciones no pudieron igualar.
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