Un síndrome de Estocolmo tropical, por Reinaldo J. Aguilera R.
Twitter: @raguilera68 | @AnalisisPE
El muy famoso síndrome de Estocolmo es considerado como una reacción compleja a una situación alarmante y los expertos, aun teniendo pruebas de vieja data e incluso muy recientes al respecto, sin embargo, no se ponen totalmente de acuerdo por completo en todos sus rasgos característicos, o de los factores que hacen que algunas personas sean más susceptibles que otras a desarrollarlo; mucho menos cuando es un conglomerado tan grande como altas poblaciones de un país.
Ahora bien, lo realmente increíble —y de allí mi relato de la presente semana— es que no se ha escrito o estudiado mucho en referencia a casos como el que vivimos en Venezuela, donde pareciera que son millones los que padecen del referido síndrome, algo realmente digno de analizar, cuando termine la pesadilla que se vive en el país suramericano.
Para que se entienda mejor el tema del cual les hablamos, veamos un poco de la historia al respecto. El término síndrome de Estocolmo tomó su nombre de lo narrado por Kristin Enmark, quien describiría que lo ocurrido el 23 de agosto de 1973 fue la experiencia más aterradora de su vida. Todo sucedió en Estocolmo (Suecia), concretamente en una sucursal del banco Kreditbanken, en la ciudad de Norrmalm, donde las víctimas de un secuestro (tres mujeres y un hombre) defendieron a sus captores, incluso una vez finalizado el secuestro, que duró seis días.
Retenida dentro de las oficinas del banco, Kristin Enmark se vio obligada a obedecer cada una de las órdenes que le daban si quería salir sana y salva. Sin embargo, no era odio lo que sentía hacia ellos —según explicó posteriormente—, todo lo contrario: la joven llegó a confraternizar con sus captoreshasta el punto de defenderlos ante la Policía, ya que tenía la percepción —y hasta la seguridad— de que los captores querían ayudarla y deseaban lo mejor para ella.
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Viendo esto que les acabo de explicar, ya muchos habrán observado que, justamente, me refiero a la llamada «revolución bonita» que, como siempre les digo, de bonita no tiene nada, mucho menos para los millones de ciudadanos que por momentos no vemos salida al actual desastre en el que estamos. Más aún, analizando tiempos pasados vemos con claridad que el régimen viene, año tras año, dando «cariño» al pueblo, cuando en realidad lo que está haciendo es ahorcando cada vez más a quien dice proteger y ayudar. ¿Les parece conocido? Aun en los actuales momentos, muchos seguidores del chavismo-madurismo sienten inmensa gratitud para con quienes los tienen recibiendo migajas para comer. Definitivamente, un Estocolmo tropical.
Sigamos con lo del Estocolmo real. Los especialistas consideran que hay tres factores principales por los que una víctima puede acabar desarrollando el síndrome:
- La duración del secuestro-detención.
- El contacto continuo entre el captor y víctima.
- Los captores muestran bondad y empatía con los rehenes.
Entendiendo esto, debemos necesariamente considerar que sin duda alguna el modo de actuar del mal régimen respecto a los venezolanos tiene similitud con al menos alguna de las características señaladas y, lo que es peor, el asunto es masificado, por lo que el daño causado encaja exactamente en el marco de violación de derechos humanos fundamentales que establece la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como se viene denunciando mundialmente.
Con el escenario planteado, lo cierto y urgente es que se debe hacer lo correcto, hay que tratar la situación y salir de ella. Está claro que tras un secuestro, donde la víctima o las víctimas han desarrollado tal síndrome, la separación de su captor puede ser difícil, angustiosa y hasta dolorosa. Con seguridad habrá un vacío que se deberá llenar, para lo cual hay que construir verdaderas alternativas a lo que Venezuela y sus habitantes habrán vivido para el momento de culminación del secuestro generalizado en el que estamos los de afuera y los de adentro.
Por el momento, el planteamiento de nuevas negociaciones entre el régimen y factores de oposición es una alternativa, conjuntamente con un próximo evento electoral que, de ser adelantado de modo preciso y creíble, puede traer cambios, pero aún falta mucho para observar algo en concreto.
Muchos investigadores creen que el síndrome de Estocolmo ayuda a explicar ciertos comportamientos de los sobrevivientes de los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial; miembros de cultos religiosos, mujeres maltratadas, víctimas de incesto, niños física o emocionalmente maltratados, así como el de personas tomadas como rehenes por criminales o terroristas. Ir más allá de lo que ustedes, mis estimados lectores, ya han inferido, sinceramente me parece incorrecto. Ya, de seguro, entendieron de sobra a lo que me refiero.
Por ahora se sigue sobreviviendo en nuestro maltrecho país, esperando momentos mejores para actuar concertadamente y efectuar todos los aportes necesarios para dejar atrás lo que sucede y buscar mejores escenarios de vida para todos. Eso sí, sin olvidar que estamos viviendo nuestro síndrome de Estocolmo criollo y eso dejará huellas en millones de conciudadanos. Así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de George Washington University/UCAB.
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