Un ventilador le salvó la vida a Roiber en el Hospital Vargas de Caracas
Una bala en la cabeza lo mandó directo a un hospital, donde pudo ser conectado a un ventilador mecánico, de los nueve reparados por Médicos Sin Fronteras, que finalmente le permitió sobrevivir
Autor: Médicos Sin Fronteras
Roiber tiene 11 años de edad, vive con su mamá y su hermana en los Valles del Tuy, en el estado Miranda, está en sexto grado y es muy bueno en matemáticas. Desde hace un año practica fútbol porque le gusta pero su verdadera pasión es el karate, es cinta marrón. Su mamá es ama de casa, los lleva al colegio y, cuando puede, limpia casas para tener un ingreso. Su papá vive en Ciudad Caribia y tiene una línea de moto taxis en el mismo sector.
El 18 de enero de 2020, de visita con su padre el fin de semana, Roiber escuchó una discusión de dos hombres. Al oír disparos, corrió a ver qué pasaba y recibió una bala que le atravesó la cabeza. Se desplomó.
Su papá, ayudado por un compañero, lo llevó en moto y en muy mal estado al Hospital Vargas de Caracas, uno de los más grandes de la capital.
La unidad de terapia intensiva del Hospital Vargas tiene capacidad para 15 camas, de las cuales a principios de enero solo una estaba en funcionamiento, entre otras razones por la falta de ventiladores operativos. “Esta situación limitaba el número de pacientes que podíamos tener hospitalizados, además de los pacientes urgentes que puedan necesitar terapia intensiva”, dice Argenis Portillo, jefe de Terapia Intensiva y subdirector del hospital.
Justo el 16 de enero, Médicos Sin Fronteras (MSF) retornaba a la dirección del recinto nueve ventiladores mecánicos que habían reparado, lo que permitía aumentar la capacidad de atención en la sala de cuidados intensivos.
Roiber ingresaba a las 7:40 en emergencias con un deterioro neurológico crítico. El hospital contaba con un neurocirujano, un anestesiólogo y los equipos de soporte ventilatorio. Una vez realizada la intervención, Roiber pasó a la unidad de cuidados intensivos con apoyo ventilatorio invasivo acompañado de fármacos que lo mantuvieron dormido para que pudiese recuperarse.
“El ventilador mecánico, indispensable para ayudar al paciente a respirar mientras está sedado y su cerebro en reposo, sumado a los medicamentos, fueron vitales: sin esto el cuadro hubiera sido muy grave, de mal pronóstico, porque un cerebro que no está en reposo no se recupera y posiblemente el paciente fallece, esas son las horas críticas de un post operatorio de cráneo de esa complejidad”, agrega Portillo.
Karina Flores es la mamá de Roiber. Cuando la llamaron tuvo que esperar que la buscaran en Charallave, a 45 de minutos de Caracas, debido a la falta de transporte y la inseguridad. Unos días después de la intervención de su hijo, esperaba sentada en una de las jardineras en el patio del hospital a que le dieran más noticias.
“Hoy lo vi y abrió los ojos, mueve la mano pero es un proceso”. Karina recibió también apoyo psicológico de MSF, que además de contribuir en el Hospital Vargas, en Caracas opera el proyecto Salva, de atención médica y psicológica a víctimas de violencia sexual y eventos traumáticos.
Sólo después de 48 horas de sedación total tras la intervención, a Roiber le retiraron la ventilación mecánica y, progresivamente, la medicación. Se despertó respirando por sí mismo con oxígeno, sin complicaciones y bajo vigilancia neurológica. 72 horas después lo llevaron a la sala de hospitalización.
La recuperación de Roiber ha sido vertiginosa. El domingo 26 de enero ya hablaba, se movía y se tocaba la cabeza, pronunciaba su nombre y reconocía al médico que le “curó la cabeza”.
A tres semanas de iniciar las fisioterapias y mantenerlo bajo observación neurológica, Roiber cumplió 12 años y, finalmente, recibió el alta el 15 de febrero.
“MSF en Venezuela está trabajando en diferentes Estados y en diferentes niveles allá donde más se necesita y creemos que los hospitales y centros de salud públicos son determinantes en la reducción de la mortalidad”, explica Isaac Alcalde, coordinador general de MSF en Caracas. “El caso de Roiber es sólo un ejemplo de ello y de la necesidad de que haya una mayor ayuda internacional para el sector público de salud”.
La organización contribuye en el tratamiento de pacientes del Hospital Vargas desde junio de 2019. Interviene en la mejora de las áreas críticas de emergencia, trauma shock, bioseguridad, prevención y control de infecciones, cuidados postquirúrgicos y pediatría. Asimismo ha realizado aportes de medicamentos e insumos, equipos biomédicos, agua y saneamiento y mantiene asesorías técnicas y apoyo logístico.