Una ayudita por el amor de Dios, por Julio Castillo Sagarzazu
Twitter: @juliocasagar
Las autoridades cubanas han confirmado que aceptaron un donativo de la USAID por dos millones de dólares para atender las emergencias humanitarias de la isla. El dinero será ejecutado por la Cruz Roja, pero su origen son los fondos gubernamentales del «imperio mesmo».
Se trata de una suma irrisoria, pero su solicitud y aceptación nos develan un mundo de realidades que van más allá de lo simbólico y la normal cooperación diplomática en casos de calamidades naturales.
Están lejos los días en los que Chávez se daba el lujo de devolver la ayuda norteamericana en medio de la vaguada de Vargas, y en los que Fidel hacía acopio de orgullo revolucionario para proclamar que no necesitaban a los gringos. Las cosas no están para escupir hacia arriba.
La pandemia y la salvaje aventura de Putin en Ucrania están produciendo cambios geopolíticos que se acompasan con los del cambio climático y que sincronizan sus velocidades.
Es en este contexto de nuevas realidades como hay que ver la aceptación por parte de Díaz-Canel (contrariando la doctrina castrista) de esta ayuda del vecino del norte.
Si, como parece previsible, Putin pierde la guerra, Rusia quedará acotada por unas nuevas fronteras de la OTAN, porque Suecia y Finlandia (que ya han celebrado tratados de mutua defensa con varios países) entrarían en la alianza atlántica. Europa se habrá desvinculado de su dependencia energética y la economía rusa se encontrará postrada ante China, que le comprará, a precios de extorsión, los combustibles que necesite.
Si Putin sobrevive en el Kremlin, lo hará al alto precio de exponenciar la represión y la pérdida de influencia sobre sus satélites —cuyos lideres ya se dan el lujo de regañarlo en público—, quienes tratarán cada uno de salvarse si el barco se viene a pique. Si esto ocurre con sus satélites fronterizos, ocurrirá con más fuerza en los que, como Venezuela, están más distantes.
La ayudita que hoy aceptan los cubanos es, mutatis mutandis, un aviso de que el régimen venezolano se puede estar preparando también para aceptar algunas concesiones.
Es en este contexto que hay que mirar su acercamiento con los Estados Unidos para una eventual negociación directa de sus relaciones, que están en suspenso desde hace muchos años.
Esta negociación es bien particular porque, no solamente involucra las eventuales relaciones entre los dos países, sino que está amarrada, por razones de política interna y electoral norteamericana, a la actitud de Maduro sobre permitir una apertura para que se realicen unas elecciones libres en Venezuela. Cualquier negociación, entonces, está obligada a «pagar este peaje».
Por supuesto que, para alinear y llevar ese barco a puerto seguro, hay que superar el nada despreciable escollo de reconstruir los consensos y acuerdos perdidos al interior de la oposición venezolana. Las reuniones de Panamá y las de Washington de estos últimos días sugieren tener ese objetivo.
Es obvio que para los Estados Unidos y para el mundo democrático, es un objetivo apetecible sacar a Maduro de la esfera de Putin y seguirán trabajando en ello. Solo que, lo repetimos, sería demasiado costoso hacerlo al precio de desentenderse de la lucha por la recuperación de la democracia venezolana, luego de que se ha andado tanto tiempo comprometido con ese proceso.
La oposición venezolana, como se está viendo, también tendrá que prepararse para pagar el precio de reformular todo, mucho o poco, la estrategia desarrollada desde el gobierno interino.
Para la oposición venezolana hay también una oportunidad de avanzar, luego de tantos meses de atasco y diferencias. Los acuerdos logrados recientemente sobre las primarias en la Plataforma Unitaria son una muestra de que las diferencias pueden minimizarse y que los intereses contrapuestos podrían lograr un área común de coincidencias.
Todavía es pronto para lanzar el sombrero al aire, porque el chavismo seguirá jugando a exacerbar esas diferencias, y aún tiene recursos para hacerlo.
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Todavía no le crecen todos los enanos del circo, pero mucha preocupación debe tener observando que el movimiento hacia las primarias se ha robustecido con el anuncio de participación de importantes sectores y el debilitamiento de los «antiparticipacionistas» en las últimas semanas.
La oportunidad de las fuerzas democráticas está consiguiendo una rendija importante al día de hoy. Está en sus manos aprovecharla y convertir estas coincidencias (así sean a juro y obligados) en una oportunidad para avanzar.
Maduro aún no está en la situación de pedir una ayudita al USAID, pero que lo esté Díaz-Canel, es una buena noticia
Julio Castillo Sagarzazu es maestro.
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