Una FAN enamorada, por Teodoro Petkoff
La nueva Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional comienza por vulnerar la Constitución vigente desde su propio título y desde su primer artículo, al añadir al nombre de la institución el cognomento de «Bolivariana».
En principio, que la FAN sea calificada de «bolivariana» no tendría nada de particular, habida cuenta de las hondas raíces que posee esa religión laica en que ha sido transformado el recuerdo del Padre de la Patria. Los venezolanos hemos terminado por establecer una relación amable y coloquial con el gran hombre, hasta el punto de hacerlo compartir con María Lionza, las distintas vírgenes, el Negro Felipe, Guaicaipuro y otros iconos de las distintas formas de fe popular, esos altares sincréticos en que esta se expresa. Todos pues, nos reclamamos de filiación bolivariana.
Pero la cosa no es tan inocente como podría parecer. El «bolivarianismo» ha sido también la coartada favorita de todos nuestros tiranos u hombres fuertes del siglo XIX y XX para legitimar sus desafueros y su permanencia en el poder. Desde Guzmán Blanco en adelante comenzó una manipulación de la vida y el pensamiento de Bolívar, que no ha cesado hasta hoy, para adecuarlo a las necesidades políticas de autócratas o dictadores como el propio Guzmán y luego Cipriano Castro, Gómez y Pérez Jiménez.
Tampoco han escapado a la tentación de contrastarse con el gran paradigma otros presidentes, de talante democrático. Bolívar, pues, ha servido para todo. Por supuesto, Chacumbele Frías no iba a ser el de menos y su régimen se ha caracterizado por una verdadera ebriedad «bolivariana», pero con una gravísima consecuencia. Bolívar ha sido politizado de tal manera que hoy se hace circular como moneda de buena ley la equivalencia entre «bolivarianismo» y «chavismo».
De manera que cuando se añade el apelativo «bolivariana» al nombre de la FAN, además de violentar la Constitución, porque en esta el nombre de la institución no contempla tal agregado, se pretende, ante todo, adelantar una operación ideológica y política, sobre el país y sobre la FAN, al identificar a esta, a través del artificio del «bolivarianismo», con el régimen chavista y con el propio Presidente.
Se aspira, lisa y llanamente, a hacer de la FAN una institución no sólo políticamente beligerante sino también partidizada.
En el pasado reciente hubo muchos oficiales que simpatizaron con los varios partidos políticos del país, incluyendo los de izquierda, pero lo que nunca tuvo lugar fue una tentativa tan crasa como esta de encuadrar políticamente a toda la oficialidad de la FAN o, al menos, confiar los mandos decisivos a aquellos oficiales «del partido». Por el camino que vamos no debería asombrarnos que pronto hasta porten el carnet del PSUV. La Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional «Bolivariana» ha sido promulgada contraviniendo expresamente la normativa constitucional sobre la materia y burlando el resultado del 2D, cuando fue rechazada, entre otras, la reforma constitucional que proponía el nuevo nombre para la FAN. Pero el atropello no se reduce sólo a la cuestión del nombre de la institución. Hay más.