Una historia: Teodoro Petkoff, por Leonardo Morales P.
@leomoralesP
Polémico y controversial. Autentico y valiente. Carismático y racional. Cuántas cosas más podría decirse de Teodoro. Muchas.
Hubiéramos querido asistir a otros de sus memorables escapes, pero la emboscada de la muerte es infalible e inevitable. Llega haciendo su misión sin preguntar si nos parece oportuno el día y la hora.
Comentar acerca de la vida de Petkoff no es materia breve. Las distintas facetas que ocupó nos tentaría a escribir un largo ensayo, y este no es el caso. De todas maneras, el paso de este venezolano por la tierra obligará a escribir y a citarlo en no pocas oportunidades. Su vida es un arsenal de historias y enseñanzas. Cada episodio implica una historia que contar y comentar.
Lo cierto es que Teodoro siempre se hizo notar, incluso su propia desaparición ha desatado un sinnúmero de opiniones. Su llegada al cualquier lugar significaba un acontecimiento, un rumor generalizado: “allí está Teodoro”, comentaban. En los candentes debates del MAS, partido del cual fue fundador, era común preguntarse: el Catire va a tomar el derecho de palabra, e inmediatamente se llenaba el auditórium.
Teodoro fue, sin lugar a dudas, un político y un intelectual con una fuerte e importante proyección pública. Conviene recordar el impacto que ocasionó en el mundo intelectual de izquierda la aparición de Checoeslavaquia, El socialismo como problema (1968), ensayo el cual expresó su oposición frente a la intervención armada de la URSS a esa nación, en atención a la doctrina de “soberanía limitada” aplicada por Leonid Brézhnev.
A partir de entonces se abre un debate en el seno de los partidos comunistas que produjo que el 24 Congreso del PCUS calificara de herejes tanto a Petkoff como a Roger Garaudy Ernst Fischer, francés y austriaco respectivamente, quienes mantuvieron severas críticas al aplastamiento de la denominada Primavera de Praga.
Al poco tiempo Teodoro estremecería al mundo del socialismo –de nuevo- especialmente a esa intelectualidad de izquierda que renunció a su capacidad de pensar y a simplemente seguir las “coordenadas ideológicas” impuestas por el partido matriz, el partido comunista soviético. Procesoalaizquierda (1976) se convierte en un texto fundamental en el debate y esencial para el partido del cual fue candidato presidencial, diputado, senador y su líder fundamental: el MAS.
Así fue Teodoro, un hombre que escribía lo que pensaba, que decía lo que le dictaba la razón. Jamás se sometió a tortura de la autocensura. No escribió ni dijo lo que otros querían oír. Su enorme talla intelectual lo convirtió en un ser autentico y no un monigote dirigido por las pasiones ajenas y el márquetin.
Con la partida de Petkoff pudiéramos estar asistiendo a la extinción de ese tipo de políticos para los que la palabra era un compromiso. No abunda en estos tiempospolíticos que actúen según la realidad que observan y que expresen, con laclaridad con la que lo hizo Teodoro, “claro y raspao”, el destino que perseguía. El pretendido liderazgo de estos tiempos parece preocuparse más por el “qué dirán” que por lo que ronda en sus neuronas.
Quienes compartimos con Teodoro una larga travesía en la búsqueda de una sociedad más justa, de una mejor Venezuela, nos causa un profundo dolor tener que saber que no contaremos con su presencia. Nos queda el tremendo placer de haberlo conocido, de haber compartido en la militancia política y en la amistad.
Ser teodorista no era cosa sencilla, pero era una forma de ser y estar en la política. Eso fuimos, creo que somos y difícilmente dejaremos de serlo.