Una mujer aragüeña en la Guerra Federal, por Rafael A. Sanabria M.
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La mulata Isabel, La Hortalicera
La guerra de Independencia que dignamente logró la libertad de Venezuela del yugo español favoreció muy poco a los sectores sociales empobrecidos y esclavizados que participaron activamente en ese proceso.
Desde 1824 hasta 1854, las proposiciones de igualdad y libertad se habían reducido a un diminuto grupo social enclaustrado en el poder, mientras que la mayoría del pueblo venezolano veía aumentar las miserables condiciones de vida, sin esperanza alguna de superarlas.
Surgen líderes como Ezequiel Zamora, desde los Valles del Tuy, con una serie de planteamientos que reivindican la libertad, la igualdad, el pan y la tierra que habían sido negadas para la gran mayoría desposeída.
Estos planteamientos lograron gran acogida a lo largo y ancho de todo el país.
Desde 1859 a 1863 esta revolución social, conocida como Guerra Federal, se opuso al gobierno conservador de José Antonio Páez.
En Aragua se une a la Guerra Federal, entre otros, una mujer de color. Su nombre, María Isabel del Carmen, quien desde la primera insurrección de 1846, con apenas 15 años de edad, ya había manifestado su descontento por la miseria y la explotación a la que era sometida la clase desposeída.
La mulata, pelo negro y medio largo, ojos negros, no vaciló en hacer sentir su voz y su rebeldía frente a la clase dominante.
La figura de esta mujer representa a la herencia de la mujer aragüeña en la osadía ante la norma de forjar familia y de no ocupar puestos especiales en la sociedad.
La mulata Isabel es la presencia del gentilicio aragüeño en la Guerra Federal, heroísmo que demuestra la estirpe y el coraje del género femenino de la tierra próspera y atrayente, en este caso de El Consejo.
Según libro de bautismo N°3 de la parroquia eclesiástica de Nuestra Señora del Buen Consejo, aparece el acta de bautizo de la mulata que indica nació en el poblado de El Conde, su nombre María Isabel del Carmen, el día 8 de julio de 1831, (libre por la ley de manumisión) hija de: Ángela, esclava de la señora Socorro Tovar, bautizada por el párroco Dr. Jacinto Machado el 16 de julio de 1831, siendo su madrina: Juana Azuaje.
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La mujer oscura participó en los alzamientos de la hacienda La Urbina y El Conde y con el rabón en la mano (machete) defendió la igualdad y la libertad. Su voz se escuchó en todo el valle con expresiones como: «Godos de uñas en el rabo», «libertad de los esclavos», «abajo los oligarcas», «oligarcas temblad».
Su malestar y descontento se había cocinado desde su niñez, pues su madre, Ángela, esclava de la Sra. Socorro Tovar, había alcanzado su libertad cogiendo café.
El silencio no puede seguir siendo el manto que ubique a la mulata Isabel como personaje anónimo, sin existencia propia, sino darle rostro, destino y presente.
Exhorto a las autoridades nacionales y estadales, a los maestros, a los intelectuales del pueblo a incentivar el estudio de la historia local en nuestros jóvenes para alimentar nuestra identidad local, regional y nacional.
Nuestro pueblo, nuestra gente joven deben tomar, con la pluma en la mano, su destino para arrojar luz sobre el camino, para exaltar a nuestras propias heroínas, nuestras diarias batallas, nuestros consumados logros.
La mulata Isabel falleció a principios del siglo XX y sus restos reposan en el pedazo de geografía llamado Tronconero (antiguo cementerio de El Consejo, Aragua), hoy conocido como la esquina “La Parrilla”.
En el asentamiento campesino El Conde, Aragua, deben quedar descendientes de la mulata Isabel y la comunidad debe acoger su nombre para reivindicarle justicieramente por su osadía al enfrentarse a los poderosos.
De acuerdo a la opinión del historiador doctor Federico Prieto Figueroa en su libro Tiempos de Ezequiel Zamora, la mulata Isabel fue pieza clave del movimiento de insurrección en la región aragüeña, siendo la única mujer, llamada La Hortalicera. La mulata Isabel fue la voz contra la desigualdad social, pero sin violencia, fue valiente protagonista de una resistencia continua contra la injusta sociedad poscolonial.
El género femenino le debe mucho a esta mujer de color que abogó por la eliminación de la jornada de sol a sol.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es Profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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