Unidad, unidad, unidad, por Héctor Pérez Marcano
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Ojalá los dirigentes de la oposición tuvieran siquiera un adarme del patriotismo que privó en 1952. No fue fácil, pero Villalba, Pompeyo y finalmente Ruiz Pineda entendieron que unidos podríamos derrotar no solo a quienes propiciaban la abstención en el proceso electoral de 1952 para elegir una Asamblea Constituyente —en AD Rómulo Betancourt— sino a la propia dictadura.
Afortunadamente, Jóvito Villalba —a quien la historia no le ha reconocido su labor democrática— no cejó. Desde la crisis política que propiciaban con el sectarismo, Villalba planteaba su tesis de que era necesario, para superar la crisis, un gobierno de integración nacional que hubiera evitado el golpe de Estado contra Gallegos.
La tesis de Villalba le salía al paso al golpe de Estado y evitaba el conflicto con Rómulo. Hubiera sido una decisión que evitaba el golpe de Estado, pues Delgado Chalbaud, que tenía también sus aspiraciones, hubiera tenido que respetar.
Pero AD era muy poderosa, controlaba el Congreso Nacional, las organizaciones obreras y todo lo que estuviere organizado en Venezuela. Por ello, Betancourt en abril de 1948, cuando regresó de Bogotá, se atrevió a amenazar a los golpistas al decir: «A una voz nuestra no saldrá una gota de petróleo del subsuelo».
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Dolorosamente, derrocado Gallegos, el petróleo siguió manando y Rómulo tuvo que refugiarse en la Embajada de Colombia durante varios años, por el sectarismo del 48 de AD. Si se hubiera apoyado a Jóvito con su tesis de gobierno de integración nacional se evitaba el golpe y se consolidaba la democracia. Afortunadamente la historia debe servir como lección. Siempre fue necesaria la unidad.
Héctor Pérez Marcano fue dirigente político y diputado del Congreso de la República.
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