Universidad siempre grande, por Luis Martínez
La universidad no es una isla dentro del país. Lamentablemente todo lo malo que ha ocurrido en Venezuela, le sucede igual a la universidad. Recientes y deplorables hechos ocurridos en las últimas semanas en el Rectorado y Núcleo de Sucre de la Universidad de Oriente, corroboran la tesis descrita anteriormente.
El Rectorado de la UDO fue tomado violentamente por delincuentes, algunos estudiantes, otros no, poniendo en riesgo los bienes y documentos necesarios para el normal desenvolvimiento de la universidad.
De igual manera, las instalaciones del auditórium del Núcleo de Sucre de la UDO fueron quemadas y destruidas sin que autoridades regionales, municipales o nacionales se hayan pronunciado, para condenar e investigar estos hechos.
Lo triste de todo es que, ninguno de los representantes sindicales, gremiales o profesorales adscritos al partido de gobierno, hayan manifestado alguna condena a esos hechos lo que los hace cómplices de ese crimen, en contra de la institución más alta del oriente venezolano.
La universidad de Oriente y como ella, el resto de las universidades del país, reiteradamente vienen sufriendo el acoso permanente del régimen que no perdona la irreverencia de estudiantes, profesores y comunidad universitaria, a un gobierno que ha pulverizado el poder adquisitivo del salario de los trabajadores universitarios, ha reducido a su mínima expresión becas y otros beneficios estudiantiles, todo ello dentro de un marco de indolencia del gobierno que ha dada carta aval para que delincuente de toda estirpe entre a la universidad y en total impunidad, amenace a miembros de la comunidad universitaria, robe los bienes de la universidad, desmantelen laboratorios y planta física; sumado a un déficit presupuestario acumulado que busca acabar con las universidades autónomas.
Para un gobierno que tiene como propósito destruir, como lo ha venido haciendo, el nivel de vida de los venezolanos, la universidad no es un ente aislado que pueda escapar de ese propósito; es así como, también han logrado penetrar los espacios universitarios, al extremo de que muchas de nuestras universidades han perdido no solo los espacios físicos de recreación o estudios, sino también una gran parte de sus estudiantes y profesores quienes han tenido que emigrar en busca de mejor nivel de vida. El ataque sistemático la ha debilitado y con estos últimos hechos, quieren terminar de cerrar sus puertas.
Pero cuan equivocados están. Años de empoderamiento de un sentimiento no solo en estudiantes, profesores o comunidad universitaria en general, sino también en todo el pueblo oriental que ha visto preparar y surgir a sus hijos de la mano de su universidad, no pueden de golpe y porrazo pretender acabar, como si fuera un cuerpo sin espíritu, sin alma. La universidad conserva inmensas reservas morales que día a día late en los corazones de sus hijos.
Este es un tránsito amargo que será superado; así como el país, la universidad, sin duda, se empinará sobre esas miserias y logrará su reivindicación histórica, más aun, será factor fundamental para el desarrollo del país que todos pretendemos. Universidad siempre grande.
*Docente universitario