Usar la cabeza, por Américo Martín
El gobierno no sabe encarar la partida que tiene perdida. Se han acumulado demasiados factores en su contra, su impopularidad es absoluta. El crecimiento de la solidaridad internacional es superior a cuanto se haya conocido. El gobierno es el deux ex machina de la fuerza desatada e indeseada por más que no pocos presionan en su seno el viraje y no descartan la construcción de una confluencia nacional dirigida al cambio democrático.
Si lograran ponerle la mano en el pecho a la violencia homicida, abrirían la posibilidad de un tránsito incruento a la democracia, que salvaría a los venezolanos del horror del hambre y el despojo. Pero no hay signos de rectificación o voluntad para silenciar a los violentos porque los violentos son los que marcan la pauta oficialista.
Tender la mano en la ONU al presidente Trump, una lógica de librito, parece ahora tardío y exangüe. Un viraje profundo sería natural, no obstante el concierto de miedos que genera la salida del mando descarta esa fórmula
¿Y cómo le va a la oposición? Su crecimiento y posibilidades se expanden, sin embargo la lucha candidatural agitada por la cercanía del cambio, impide cauterizar heridas. La lógica no está de moda. Muchos ponen todo en manos de la noble solidaridad mundial sin comprender que mientras más necesaria sea ésta más unida debe estar la oposición para afrontar lo que venga. Es una verdadera desgracia que el cambio encuentre a la oposición en tan difícil trance.
Afortunadamente no todo es inmolación y suicidio. Despuntan sectores lanzados al logro. Desde la sociedad civil, la plataforma comunitaria de la Mesa Social de Caracas ha creado decenas de organizaciones locales vinculadas a la gente en sus problemas, y proyecta expandirse a los últimos rincones del país. Son incansables. No piden, dan. No muestran aspiraciones de liderazgo, lo ejercen. Van contra el Poder amistándose con los que estén en lo mismo. Están haciendo confluir las protestas sociales de cada día. Actúan por su cuenta, sin excluir ni disputar de mala fe.
Ayudaron a llenar el Aula Magna de la UCV en resonante denuncia social acompañada de un enérgico llamado a recuperar y ampliar la Unidad Nacional
Al descansar muchos en la esperanza de una intervención foránea piensan que políticas cívicas generarían ilusiones que la extraviarían. No lo sé. La situación es tan tensa que nada podría anticiparse pero en cualquier caso es mejor disponer de una unidad nacional abierta a las diversas corrientes e intereses de la sociedad. Abierta, serena y pensante.
En el acto del Aula Magna se escuchó una aislada canción de Alí Primera que agitó sin razón la intolerancia de valiosos opositores, incapaces de entender que el logro es función de la ampliación constante de la unidad. El incidente podría quizá incidir emocionalmente en el incendio oficialista: mucha gente hirviendo de ira por el horrendo desempeño del gobierno, en busca de democracia y libertad de expresión. Fue inteligente y creativo incluir semejante voz en aquel mar agitado.
Lo nuevo es eso. En la dirigencia alguien está usando la cabeza y no solo el corazón.