Vale la pena, por Luis Martínez
@luisjosemart
Sin duda, la desesperación e impotencia de la gente ante la catástrofe que el régimen de Maduro ha producido y continúa produciendo aceleradamente en el país, es visible e incontenible. Desesperación que se está transformando en rabia, que se acumula como presión interna cada vez más cerca de explotar en una incontrolada explosión social que pudiera generar el peor escenario de cambio en el país. El de la anarquía. La angustia produce emociones encontradas y depresión circunstancial en muchos venezolanos que apuestan por un cambio de régimen ¡ya! pero que la realidad impone como tensa y ansiosa espera que, algunas veces, obliga a muchas familias a emigrar ante la dificultad de poder alimentarse.
Maduro, con la evidente asesoría de cubanos y rusos pretende mantener ilegítimamente el poder, sin importar los estragos que produce la incapacidad de su régimen para dar respuesta, a la grave crisis que el mismo ha generado. El régimen cada día pierde más poder. Trata de sobrevivir reprimiendo y atacando a un pueblo cansado de un régimen hundido en su incompetencia.
Mientras la oposición y la comunidad internacional hablan de que tiene todas las cartas sobre la mesa y es clara su postura de presión para obligar al régimen a negociar su salida del poder y el cese de la usurpación, al régimen de Maduro se le agotan las pocas cartas que le quedan en esa misma mesa. Lamentablemente se empeñan en jugar la carta de la violencia contra los venezolanos, mostrando una vez más su verdadera naturaleza y la de quienes le asesoran.
Estamos en el umbral de un cambio de régimen y de gobierno. Por catadura autocrática, militarista y antidemocrática de quienes han gobernado y producido la grave crisis que padece el país, el cambio definitivo no ha sido tarea fácil y aun no se ha podido culminar, a pesar del gran esfuerzo realizado por la oposición democrática encabezada por la legitima Asamblea Nacional, el presidente encargado Juan Guaidó y la solidaridad de gran parte del mundo.
La razón fundamental de esta tensa y angustiosa espera, tiene que ver fundamentalmente con la idea de producir un cambio lo menos traumático posible, pues eso permitiría una recuperación y reconstrucción del país mucho más rápida, no solo desde el punto de vista económico y social, sino también desde el punto de vista moral.
Por ello, todos los esfuerzos que se hagan con presión internacional y organización interna, van a producir resultados positivos, en función de culminar con el nefasto régimen de Maduro. Sin duda, esta estrategia tiene un hándicap para quienes promulgan el cambio: El tiempo. No es un escenario tranquilo lo que viven a diario los venezolanos. La angustia, desesperación, hambre, escasez, altos precios de alimentos y medicinas, falta de agua y electricidad, improductividad, deserción escolar, inseguridad, desnutrición infantil, aunado a un régimen corrupto, incompetente, criminal y represivo, no queda mucho para darle largas a la espera del cambio. La mayoría de los venezolanos saben que este régimen de Maduro es inviable, que tiene sus días contados y son presos de su propia trampa. Pero ha sido tanto el daño infligido por el régimen que, conjugar la espera por el cambio, con el sueño del éxtasis que produciría este, hace que muchos continúen apostando por vivirlo. Por Venezuela, bien vale la pena.
Docente universitario