Vamos Juntos, por Saúl Jiménez
Desde julio venimos realizando trabajo de apoyo al comedor popular que funciona en el barrio Aquiles Nazoa y que los mantienen una congregación religiosa que con mucha mística y sacrificio todos los días sirven alrededor de 60 almuerzos a niños menores de 11 años y que presentan una desnutrición severa, nos propusimos organizar unas charlas con sus mamás y representantes con la Psicóloga.
Rafaela es una niña del barrio muy bonita ella, sin embargo llegó a la charla que vamos a dar en la iglesia agarrada de la mano de su mamá y no está activa como los demás niños, se le nota triste y alejada a pesar de sus ojos vivaces, la monjita se nos acerca para comentarnos que sería bueno que habláramos con la mamá de Rafaela y con la niña, que ella viene notando un deterioro de la niña desde hace días para acá, luego de la charla la Psicóloga se quedó conversando con Rafael y nosotros con su mamá.
Una mujer joven acabada por el sufrimiento, de apenas 32 años y con una apariencia de 50, parió la primera niña a las 16 años de una primera persona que la maltrataba y lo dejó, pero luego se volvió a empatar y nació Rafaela quien se convirtió en la mayor de las hijas porque la otra se fue de la casa con el papá y luego siguió su misma historia, se fue con el novio, pero además de Rafaela tiene otros dos niños y que Rafaela los cuidaba mientras ella salía a trabajar, ahora la niña tiene dificultades para movilizarse y ella ha tenido que dejar de salir a trabajar para poder atender a los niños, esa situación ha conllevado que ahora no tienen para comer y los niños cada día que pasa están más delgados y débiles,
Esa situación los llevó a venir a solicitar un cupo en el comedor para los 3 niños y ella colabora en la preparación de la comida del comedor o en la limpieza del local porque cada mamá debe hacer una tarea en el comedor, dice la señora Juana que el rancho se le moja todo y muchas veces la única comida que hacen es la del comedor, las hermanas buscan donaciones de comida para darles y que puedan cocinar algo en su casa, pero eso no se consigue todos los días.
La señora Juana lleva a Rafaela al hospital central de la ciudad y fue atendida por los médicos y ellos le dicen que para poder dar un diagnóstico exacto requiere que le hagan una resonancia magnética con contraste pero que en el hospital no hay esos equipos activos y que desde hace varios años están parados por repuestos e insumos, que debe buscar en las clínicas que hacen esos exámenes.
Es en ese momento cuando se inicia el mayor martirio de Juana y su hija, como ellas pueden conseguir para llegar a la clínica, con mucha pena ella se dirige a las monjitas para contarle todo lo que le está pasando y que no encuentra que hacer, las monjas empiezan a hacer diligencias para ver como logran conseguir que le hagan el examen, van a una clínica y el costo son trecientos seis mil bolívares (Bs.S. 306.000,00) lo que ellas gastan en 5 días de comida para todos los niños por una semana, he allí el dilema, pagan el examen de Rafaela o comprar la comida para los 60 niños y los 12 ancianos que atienden todos los días.
Este es el drama real que viven muchas Juanas en nuestro país y que los gobiernos a todos los niveles no ven, no reconocen y menos aún atienden, se puede ir de oficina en oficina y en ninguna se obtiene una respuesta satisfactoria, todas las oficinas de bienestar social la respuesta que tienen es que no hay recursos, sin embargo a los ojos de todo el mundo se nota la cantidad de carros de lujo que usan los funcionarios, la visita a restaurantes caros en diferentes partes de la ciudad, todo cancelado con los recursos del estado.
No se quiere un país de mendigos lo que requerimos es un país donde cada uno de los ciudadanos podamos producir para cubrir nuestras necesidades, criar a nuestros hijos, educarlos y formarlos para el bien de la sociedad
Donde el estado pueda tener organismos de atención al ciudadano donde le puedan dar respuesta a los casos extremos, donde nuestros servicios de salud tengan todos los equipos e insumos necesarios para atender a la población más vulnerable para que se pueda lograr su propio desarrollo y sacarlo del hueco, donde nuestros laboratorios farmacéuticos puedan producir las medicinas necesarias.
Necesitamos escuelas bien dotadas en sus espacios físicos, materiales educativos, maestros percibiendo una excelente remuneración, sueldos dignos y acordes con la responsabilidad que tienen en la educación del país, bibliotecas donde nuestros niños puedan disfrutar de su escuela con buenos ambientes de trabajo y donde se les sirva una comida y una merienda diaria y donde se tenga un estudio socio económico de cada uno de los niños que les permita al estado con esas estadísticas planificar las ayudas sociales necesarias para que el país funcione.
Mientras estos sueños se concretan, muchas organizaciones de la Sociedad Civil seguimos comprometidos en aportar nuestro granito de arena en el mejoramiento de la calidad de vida de muchos venezolanos que en los sectores más humildes y más vulnerables están soportando el mayor peso de la crisis y que con un poquito de amor y solidaridad de cada uno de nosotros logramos que su carga sea más liviana, esa es la tarea y eso lo podemos hacer aquí y ahora en forma cooperativa desde todo los sectores del país.