Venenolana de Televisión, por Teodoro Petkoff

Cuando los regímenes políticos entran en descomposición, sobre todos aquellos que han blasonado de «revolucionarios», de sus entrañas comienzan a surgir, cual gusanos de un cadáver, unas figuras funambulescas que sienten un especial placer en asumir la vileza como motor de su conducta pública.
Entre los más lamentables de todos están los cagatintas, los tinterillos, los monosabios, los que se creen intelectuales, que se encargan de las tareas sucias y de amplificar la mentira, procurando, a lo Goebbels, que ella se transmute en verdad a fuerza de repetirla millones de veces. También manejan otra lección hitleriana: mientras más grande es una mentira, más creíble se hace para «las masas». El Gran Charlatán, por cierto, es un aplicado discípulo de estas enseñanzas.
Por ahí ha aparecido un sujeto –cuyo nombre no importa mencionar porque, en fin de cuentas, fue, es y será toda su vida un anónimo, de esos que Chacumbele intercambia con tanta frecuencia–, que ejerce la dirección del canal 8 y que seguramente está convencido de que esa televisora es propiedad privada del Presidente. Este individuo no se siente servidor del Estado, qué va; él se sabe mucamo de Chacumbele y con entusiasmo cumple estas funciones. En su comparecencia ante el CNE defendió lo indefendible. Trató de demostrar que el canal 8 es un dechado de decencia periodística y de imparcialidad. Dijo que la cobertura que prestan a los actos del Gran Charlatán se debe a que «hay una gran cantidad de personas y en los de la oposición no».
«Hemos cubierto movilizaciones que han sido de miles de personas y más bien nos extraña que otros medios de comunicación no lo hayan hecho». Explicación necia, si las hay, porque en el canal de «todos los venezolanos» jamás aparece una movilización de la oposición, ni pequeña ni grande, así como tampoco ruedas de prensa o declaraciones de sus personeros.
Pero donde el sujeto de marras se la come es con esta maravilla: «el jefe del Estado se ha cuidado de no hacer alusiones políticas cuando inaugura obras». ¡Qué bolotas! ¡Si el Gran Charlatán hace alusiones políticas y vomita insultos contra sus adversarios políticos incluso cuando está dormido! Una alcahuetería discreta se puede perdonar, pero el subdirector del canal 8 (el director real es Chacumbele, por intermedio de Mario Silva) realmente abusa.
De paso, ¿este mismo tipo no es aquél que tuvo la idea genial de cobrar millones de bolívares por segundo a las televisoras privadas que utilizan imágenes del canal 8? La cosa era tan absurda que tuvo que salir Izarrita a remendar el capote.
Pero esto explica por qué lo tienen en el canal 8. Esa es la clase de gente que nunca hace preguntas y que obedece ciegamente. El cerebro no les da para más.