Venezolanos deportados a México desde EEUU viven doble terror y quedan en limbo jurídico
El número de venezolanos en México crece considerablemente ante las dificultades para cruzar a territorio estadounidense, las crecientes deportaciones o la espera de la cita del CBP One, haciendo que estos nacionales queden varados en este país en una especie de orfandad ante las leyes mexicanas que toman acciones contra ellos de manera ilegal
Luna Perdomo | María de los Ángeles Graterol
Miles de migrantes venezolanos se quedan varados en México en su intento por establecerse en Estados Unidos (EEUU), unos tras ser deportados por un ingreso irregular a Norteamérica y otros en la espera de la cita del CBP One para llegar de manera segura. Todos huyen de la crisis económica y política y van en busca de mejores oportunidades de vida para ellos y sus familias. En México las trabas las ponen las mismas instituciones, que no cumplen la ley y entre detenciones y devoluciones exponen aún más la vida de los migrantes.
Luego de que entrara en vigencia, el pasado 5 de junio, la orden extraordinaria de restricción de asilo por mandato del presidente Joe Biden, la cifra de cruces ilegales de migrantes a lo largo de la frontera entre EEUU y México se redujo en 20% en apenas 10 días, de acuerdo con reportes del Departamento de Seguridad Nacional; eso se traduce en que los encuentros diarios con la Patrulla Fronteriza, que en mayo fueron en promedio 3.800, bajaron a 3.040.
Para la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), la caída en estos números es temporal, pues explica que el cambio de la política migratoria no implica la solución de los conflictos que empujaron a las personas a huir de sus países para buscar protección en otro. Un descenso en la cantidad de ingresos irregulares en Estados Unidos también se convierte en un aumento de las permanencias irregulares en México.
El excomisionado del Instituto Nacional de Migración (INM) Tonatiuh Guillén dice que es difícil saber con exactitud el número de venezolanos que están en México porque explica que se mantienen en movilidades constantes «que pueden ser de sur a norte y de norte a sur», aunque sostiene que se pueden hacer estimaciones.
De acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria del Gobierno de México, la cifra de venezolanos que permanecen de manera irregular en este país aumentó 324% este año; lo que representa uno de cada cuatro migrantes.
Entre los meses de enero y marzo se reportaron 89.718 venezolanos «en situación migratoria irregular», cuatro veces más de lo registrado en el mismo periodo del año pasado, cuando había 21.169 nacionales de Venezuela, siendo la mayor cantidad de migrantes que ha ingresado a territorio mexicano de forma ilegal, al representar 24,94% del total de 359.697 en el primer semestre de 2024.
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El vaivén de los venezolanos
La restricción de asilo implementada por la administración de Biden conlleva consecuencias directas para los migrantes que están en México con el objetivo de ir a EEUU. Esta medida provocará además el uso de rutas más remotas, exposición de los desplazados a agresiones, robos y secuestros; pues después de ser deportados, sin importar los riesgos ni la sanción severa por reingreso, viajan desde los estados centrales y sureños mexicanos -a los que son enviados por autoridades- nuevamente hasta la frontera norte de México.
Luis Gómez es uno de estos miles de venezolanos que llegó a México el pasado mes de mayo tras hacer una tercera migración, primero fue a Perú, luego a Chile, y en la actualidad su norte es Estados Unidos, pero mientras espera la cita del CBP One se mantiene trabajando como mesero en Ciudad de México.
Gerardo Andrade cruzó a Estados Unidos en noviembre de 2023 y fue deportado a México, desde entonces ha estado en ese vaivén de ser enviado a distintas ciudades de México cuando es abordado por funcionarios de migración o alguna otra autoridad.
Ambos han sido víctimas de distintas mafias que hacen vida en México, han sido robados, secuestrados y retenidos en gallineros, devueltos a ciudades lejanas y han tenido que pagar altas sumas de dinero para conseguir su libertad y continuar su recorrido.
July Rodríguez, presidenta de la ONG Apoyo al Migrante Venezolano, establecida en la Ciudad de México pero que brinda atención a migrantes a nivel nacional, explica en conversación con TalCual, que una vez que Estados Unidos entrega a los deportados a Migración México en algún estado fronterizo, estos son llevados a una estación migratoria donde pasan hasta un día. Añade que después viene otro calvario: «Los montan en autobuses y los dejan botados en Tapachulas, en el estado de Chiapas, por la puerta de entrada desde Guatemala, en regiones como Villahermosa en Tabasco, Acapulco de Juárez en Guerrero o incluso en Morelos».
«Los lanzan en cualquier estado y ellos tratan de llegar a la Ciudad de México porque están conscientes de que no van a poder subir nuevamente hacia los estados del norte (para llegar al sur de EEUU) por miles de razones: porque saben que los cárteles los siguen esperando, la misma migración los espera, la policía estatal (…) La humanidad es llevarlos a lugares donde estén a salvo, pero al contrario, los llevan a los estados más peligrosos del país», enfatiza Rodríguez.
Al respecto, Tonatiuh Guillén asegura que el traslado de los migrantes «a algún punto del país o hasta la frontera con Guatemala, en puntos como Chiapas o Tabasco, o con suerte a Ciudad de México, es informal e ilegal».
El pasado mes de mayo, Chiapas, Guerrero y Morelos se ubicaron entre las 10 entidades federales con mayores índices de violencia de todo México, con un total de 134, 121 y 101 víctimas de asesinatos, respectivamente. Tabasco quedó en el puesto 14 de zonas más peligrosas con 90 muertes violentas solo ese mes.
La tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes llega incluso a 6,6% en uno de estos estados, de acuerdo con cifras compartidas por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana mexicana. La mayoría coincide con los lugares en los que se registran riñas con grupos de crimen organizado, también involucrados con el tráfico de migrantes.
«Cuando los dejan en lugares que el migrante no conoce, quedan en manos del crimen organizado, a la deriva. Son presas fáciles para estos delincuentes que les ofrecen villas y castillas. Hemos tenido gente secuestrada una vez que los regresan a México (…) Si antes eran vulnerables, al devolverlos y dejarlos en cualquier lado, se vuelven mucho más vulnerables», afirma Rodríguez.
A los migrantes venezolanos no les venden boletos de autobuses para viajar de una ciudad a otra, por lo que hacen largos recorridos a pie que van desde 14 horas y hasta cuatro días caminando o avanzan en unidades por puestos muy pocos kilómetros —que es lo que se les permite—, siempre buscando evadir a los funcionarios de migración.
Luis Gómez y el grupo con que viajaba fue entregado a una mafia por un adolescente de 14 años y en dos ocasiones (en ciudades distintas) tuvieron que entregar dinero para ser liberados, una sola vez fueron devueltos por migración a pueblos más lejanos.
A Ciudad Juárez, en Chihuahua, fronteriza con Texas, también han regresado migrantes que han sido deportados hacia Ciudad de México. Los reportes han sido recibidos por Francisco González Palacios, presidente de la red de 12 albergues Somos Uno por Juárez (1XJRZ), que atiende a personas en movilidad. Él resalta con preocupación el impacto psicológico y emocional que generan estas devoluciones en los desplazados el hecho de que los manden a regiones tan alejadas de las zonas fronterizas.
«Desde el sur de México hacia la frontera norte con Estados Unidos es una trayectoria sumamente extensa. Entonces, llegar hasta aquí (Ciudad Juárez) y ser devuelto a algún país del sur (del continente) o al mismo México, en este caso a la capital, les queda muy lejos llegar a una de las fronteras (con EEUU). Si es a Tijuana son 15 o 18 horas, si es de Ciudad México a Ciudad Juárez son 24 horas; regresar otra vez es volver a exponerse a vivir cosas muy lamentables (…) aunque no necesariamente les fuera a suceder algo igual, ya saben que eso puede ocurrir y sí que los afecta de alguna manera», expone Francisco González.
«El Darién mexicano es mucho peor», afirma Tonatiuh Guillén para referirse al trayecto que hacen los migrantes para atravesar México. Recuerda que las extorsiones, secuestros, devoluciones y tráfico de personas son «situaciones de violación de derechos humanos masivas».
Insiste que «estas prácticas de detener, soltar y devolver a los migrantes a la frontera sur de México están fuera del marco jurídico y es ajena al marco normativo del Instituto Nacional de Migración».
Menos repatriaciones desde México
El número de deportaciones de migrantes en situación irregular a cualquier destino es casi nulo. «El Instituto Nacional de Migración hace miles de detenciones, pero no regresa a nadie a Venezuela; el número de devoluciones es casi cero», afirma Tonatiuh Guillén, quien también es profesor del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Detalla que el INM le da a los migrantes que están en situación irregular y que son detenidos un documento llamado oficio de salida o los regresa al sur de México, lo que hace que estas personas «se mantengan en un circuito bastante cruel de ir y venir entre las fronteras sur y norte de México».
Una migrante venezolana que está al norte de México cuenta que le preguntó a funcionarios del Instituto Nacional de Migración qué debía hacer para que la deporten a Venezuela porque no aguanta las condiciones en las que está y afirma que le dijeron: «No hay deportaciones, tú sola llegaste, tú sola te vas».
Guillén asegura que «los vuelos de deportación México-Venezuela y en general con todas las poblaciones en movimiento que están en situación irregular solo están en el anuncio, prácticamente no regresa a nadie formalmente».
El especialista añade que hasta el año 2021 el porcentaje de personas que eran detenidas y luego repatriadas era de más de 90%, pero a partir de ese año y hasta finales de 2023 la tendencia llega casi a cero.
«El resultado es que todo ese volumen de personas, de esa movilidad, se queda en México y termina, de alguna manera, muy castigada, hostigada y lastimada«, reitera el excomisionado del INM Tonatiuh Guillén.
Pese a esta situación, las solicitudes de asilo han caído 41,9% en lo que va de este año en México, hasta alcanzar un total de 36.860. Los venezolanos son los quintos solicitantes de asilo con 2.068 peticiones. Los primeros son los nacionales de Honduras (15.389), después está Cuba (8.029), en tercer puesto Haití (3.353) y en cuarta posición El Salvador (2.896).
Apenas se resuelven uno de cada tres casos porque ni las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), ni el Instituto Nacional de Migración, ni la Guardia Nacional expiden documentos para los migrantes; la visa humanitaria se entrega a cuentagotas.