Venezuela con sus docentes, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Tiempos de conmoción. Tiempos de reflexión. Tiempos también para la necesaria reunificación de los venezolanos que desesperadamente buscan salir de la senda de destrucción por la que arrojó y mantiene al país un régimen con 23 traumáticos años en el poder. A todo ello convoca el creciente reclamo nacional de los docentes, hoy condenados a trabajar y sobrevivir en condiciones de pobreza, como otros millones de venezolanos.
La protesta ha surgido a lo largo y ancho del país desde el comienzo del 2023 y ha movilizado a los docentes y pueblo solidario hasta en las localidades pequeñas y más apartadas de la geografía nacional. Un régimen que no tiene capacidad de respuesta en el plano económico ni en el institucional ha recurrido nuevamente a la amenaza y la violencia de sus repudiables «colectivos», la camorra revolucionaria de tan deplorable historial. Es su esencia.
Hay un país que desapareció. Aquel, por ejemplo, cuya realidad ya no es posible ver reflejada en las leyes, bien porque no se cumplen, comenzando por la propia Constitución –lo que ya es demasiado decir– o bien porque sus enunciados se han convertido en ficción, como ocurre con la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, que la propaganda oficialista ponderó hace diez años hasta el infinito.
¿Qué representa o garantiza o qué correspondencia tiene con la realidad en la Venezuela actual la LOTTT cuando expresa en su artículo 1° que «tiene por objeto proteger el trabajo como hecho social y garantizar los derechos de los trabajadores y de las trabajadoras, creadores de la riqueza socialmente producida y sujetos protagónicos de los procesos de educación y trabajo para alcanzar los fines el Estado democrático y social de derecho y de justicia».
¿Adónde fueron a parar esos derechos? ¿Dónde está la riqueza que se crea, cuando al acabar con el aparato productor público y privado se abrió paso a la mayor inflación de nuestra historia y se destruyó la moneda nacional? En consecuencia también desapareció toda la capacidad adquisitiva del salario. Y donde el salario no sirve de nada, la gente opta por buscar salvación en otras latitudes, como lo han hecho cerca de 7 millones de venezolanos.
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Además, ¿los sujetos protagónicos del proceso de educación que menciona la ley no son acaso los docentes que hoy reclaman en las calles? ¿Cuál es la atención o el trato que reciben sus reclamos? Estigmas, amenaza, represión de quienes creen equivocadamente que el clamor de los profesionales de la educación se puede acallar con un bono-mendrugo.
Termina ese primer artículo de la LOTTT fijando como meta «alcanzar los fines el Estado democrático y social de derecho y de justicia». La pregunta entonces para quienes se presentaron, desde los tiempos de sus intentonas golpistas, como los refundadores de la patria si consolidaron el Estado de Derecho o si por el contrario lo convirtieron en una entelequia, comenzando por las garantías a los derechos humanos.
Los noticieros internacionales hablan de que las protestas de hoy son producto de la «crisis económica». Y eso equivaldría a colocar a Venezuela al lado de los países que pueden confrontar altas y bajas en su economía, enfrentables y eventualmente manejables con programas de ajuste con el apoyo financiero exterior. Aquí la crisis que se ha creado es integral, abarca todos los ámbitos y, por lo visto, no hay propósito de enmienda. Sólo obsesión por el poder a perpetuidad
Crisis económica hay, por ejemplo, en Argentina, ciertamente prolongada y con muy alta inflación, pero al menos ese país conserva un margen de maniobra y dispone de una hoja de ruta acordada con el FMI y que recibió el apoyo parlamentario de la oposición, a despecho por cierto de la vicepresidente Kirchner. ¿Qué agente financiero puede tomar en serio a un gobierno de cuentas ocultas y que dice tener en su presupuesto –sea verdad o mentira– una nómina de la fuerza armada de más de 4 millones de millones de efectivos?
El reclamo de los docentes brota con vehemencia de las propias filas del oficialismo. La verdad está al desnudo. Las condiciones de vida a las que se condena a los trabajadores y sus familias son inaguantables. Y, para peor, la cúpula y sus favoritos hacen ostentación de su opulento modo de vida.
Nada les falta a los oligarcas de la revolución, que ofenden el sentimiento patrio, son una afrenta para el pueblo empobrecido y oprimido. Venezuela toda está con los docentes y su justo reclamo de un salario y condiciones de trabajo dignos.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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