Venezuela: Derechos Humanos o nada, por Stalin González

Para que Venezuela avance hacia una sociedad más justa y próspera, es fundamental poner los Derechos Humanos en el centro de cualquier conversación sobre el futuro. Las soluciones a los problemas económicos, sociales y políticos no pueden construirse sobre bases frágiles ni sobre la exclusión de los derechos más elementales. Garantizar la dignidad y las libertades de todos los ciudadanos debe ser la condición esencial para cualquier acuerdo que busque aliviar la crisis.
En los últimos años, los venezolanos han enfrentado situaciones muy complejas: desde la pérdida del poder adquisitivo hasta el deterioro de los servicios básicos, pasando por la limitación de espacios democráticos. Esto hace urgente devolverle a la ciudadanía la posibilidad de expresarse libremente, de participar en los procesos electorales con transparencia, y de acceder a una justicia imparcial.
Sin instituciones que respeten y protejan los derechos fundamentales, cualquier propuesta económica corre el riesgo de fracasar.
El respeto a los Derechos Humanos no solo es un compromiso moral, sino también un requisito para la estabilidad y el desarrollo. Un país donde se respeta la propiedad privada, se garantizan las libertades civiles, se protege a los trabajadores y se permite la crítica constructiva, es un país con más posibilidades de atraer inversión, generar empleo y reactivar la producción nacional. Los inversionistas y empresarios siempre buscarán entornos con reglas claras, justicia independiente y garantías para operar sin presiones indebidas.
A nivel internacional, diversos países y organismos multilaterales han insistido en que cualquier proceso de entendimiento con Venezuela debe partir del respeto a los derechos fundamentales. No se trata de imponer condiciones externas. Es cuestión de reconocer que la confianza interna y externa solo se construye cuando los ciudadanos perciben que sus derechos son respetados y protegidos.
Además, los Derechos Humanos son clave para lograr la reconciliación nacional. Las diferencias políticas deben ser canalizadas en un ambiente de paz, donde nadie sea perseguido por pensar diferente, y donde todos los sectores puedan contribuir al debate público.
Un país dividido difícilmente podrá progresar. Por eso, el respeto a los derechos fundamentales es también una herramienta para cerrar heridas, restablecer la confianza y unir a los venezolanos en torno a un proyecto común de recuperación.
Venezuela necesita soluciones reales, no enfrentamientos estériles. Debemos rechazar cualquier forma de radicalismo, venga de donde venga. Los extremismos, lejos de ofrecer respuestas a los problemas del país, solo buscan imponerse sobre el otro, acallar la disidencia y profundizar la confrontación. Esa visión ha demostrado ser inútil para resolver la crisis y solo genera más división y sufrimiento.
Hoy más que nunca, es momento de apostar por el entendimiento, por propuestas concretas que mejoren la vida de los venezolanos, y por una política que ponga a las personas en el centro, dejando de lado las posturas intransigentes que bloquean cualquier avance.
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Merecemos un país con derechos plenos para cada uno de sus ciudadanos. Respetar la vida, la libertad, la justicia y la igualdad es el punto de partida para superar la crisis y construir un futuro mejor. Apostar por los Derechos Humanos es apostar por una Venezuela más estable, más libre y con mejores condiciones de vida para todos. Es un compromiso que debe estar presente en cada decisión política, económica y social que se tome en los próximos años.
Stalin González es político, abogado y dirigente nacional del partido Un Nuevo Tiempo
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