Venezuela, el viejo y el mar, por Rafael A. Sanabria M.

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El día a día de los venezolanos es muy parecido a la novela «El viejo y el mar» de Ernest Hemingway que tiene un significado social profundo, que va más allá de la simple historia de un pescador y un pez gigante. El viejo y el mar explora temas como la perseverancia, la importancia del trabajo, la relación del hombre con la naturaleza y la crítica a la sociedad moderna.
Esta novela transmite un mensaje sobre la capacidad humana de resistir y perseverar incluso ante la adversidad. Sin temor a equivocarme está es la fiel realidad de los venezolanos que cada día se reinventan para subsistir en un país con realidad económica insostenible.
Cada rostro venezolano representa a Santiago, el viejo pescador, que dibuja al hombre común que lucha a diario por sobrevivir, enfrentando las dificultades de la economía y la ferocidad de un dólar que lo crucifica sin piedad alguna. Su esfuerzo, aunque infructuoso en el sentido de no capturar al pez completamente, es una metáfora del empeño humano por la dignidad y la supervivencia.
Además del impulso individual, la novela también hace una valoración de la sociedad moderna, representada por los políticos que no comprenden la magnitud del ahínco de Santiago expresado en cada venezolano. Este análisis se manifiesta en la indiferencia de los gobernantes hacia el esfuerzo y la dedicación de los trabajadores, como Santiago, que son relegados a un segundo plano.
En resumen, la novela «El viejo y el mar» contextualizada a la realidad venezolana no solo debe entenderse como una historia sobre la pesca, sino como una reflexión sobre la condición humana, la importancia del trabajo, la resistencia ante la adversidad y la reprobación a las autoridades que a menudo ignoran la batalla del individuo por sobrevivir. Dios permita que podamos pescar para el buen vivir de todos al pez grande: nuestra estabilidad económica.
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Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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