Venezuela en cifras, por Griselda Reyes

Nuestra misión en la vida de la política es tener siempre presente de donde venimos y hacia donde vamos, saber que hicimos para corregir lo que se tenga que corregir, no cometer los errores de los demás, para ser mejores ciudadanos.
Dónde se dió el cambio
Muchos analistas coinciden que el error fue la reelección, que fue el inicio de todo, por mi parte creó que el error ha sido nuestro, votamos, pero no sabemos elegir, nos dejamos engañar por el que hable más bonito, sea más popular y hable más fuerte, no importa quien sea, solo que cumpla esas características es más que suficiente, entonces volvemos al principio, dónde estuvo el error, se supone que la política debe ser el arte de la negociación y el entendimiento, lamentablemente han equivocado eso, creó que la política tiene que ser acción, reacción, entendimiento y amor por el prójimo, que se permita comprender que la esencia parte del porcentaje de desarrollo como argumento propio del desarrollo cotidiano.
Justicia social
En 1998 Chávez vino con su discurso de reivindicar a los venezolanos y le vendió al país unos culpables, los adecos, incluso, les ofreció quemar sus cabezas en pailas de aceite, debe darle gracias a Dios que no vió a un Ramos juramentarse como presidente del parlamento nacional, algo irónico, ese señor nunca paso de ser jefe de la fracción parlamentaria, el sabueso de su amo, pero es harina de otro costal, llega Chávez, y con ese discurso de justicia e igualda, se metió en el corazón de los más humildes, los que se comprometen, los que son capaces de matarse por defender su sueño y Chávez en ese entonces era eso, su sueño.
Que al final del camino, resultó más de lo mismo, es otra cosa, pero, él fue en insomnio muy breve una esperanza, y la dirigencia opositora se ahogó en reacciones desesperadas y sin sentidos que desencadenaron en lo que hoy tenemos.
Al final del día, la justicia social se convirtió en miseria, corrupción, persecución y el abandono absoluto de una nación que tiene mucho por dar, pero que los resentimientos ganaron espacio.