Venezuela no se deja, por Wilfredo Velásquez
A veces… cuando nos embarga el desaliento y la desesperanza anida en nuestros corazones, las sombras de la dictadura se arremolinan amenazantes tratando de aprovechar nuestra momentánea debilidad para hacernos creer en su invulnerabilidad.
La desesperanza inducida es un mecanismo de represión y dominación sabiamente utilizado por los regímenes opresores. Seguramente, USTED querido lector, en algún momento ha sido invadido por tan terrible sentimiento que nos hace creer que la derrota es definitiva, nos hace desconfiar de los líderes, creer que la unidad es débil o inexistente, nos hace dudar de nuestras capacidades, de nuestra fortaleza interior y en definitiva nos puede llevar a la resignación y a la entrega a nuestros opresores, lo que constituye el fin último de toda dictadura, someter a sus caprichos a la población y ponernos a depender del régimen en todas las áreas del acontecer humano. El régimen pretende despojarnos de nuestra voluntad y convertirnos en sus esclavos, mantenidos con migajas, mientras ellos disponen y usufructúan las riquezas del país.
Esta es una realidad a la que debemos enfrentarnos día a día, hay un bombardeo mediático, una guerra de información utilizada para destruir las fortalezas individuales, con el propósito de convertirnos en un rebaño dócil y obediente.
El régimen destruyó los sistemas de salud, de educación, de abastecimiento, de producción, la propiedad privada y hasta nos despojó de nuestra identidad, nos quitó los servicios de agua, salud y salubridad pública, energía, incluyendo electricidad, gas y combustibles y peor que todo eso nos robó la libertad individual y colectiva, se apropiaron de las riquezas del país, comprometieron con otras naciones nuestro derecho a la libre determinación y ahora con la ley antibloqueo, pretenden apropiarse en asociación con otros países, de los recursos naturales y de las empresas públicas que explotan el petróleo, la minería, las telecomunicaciones y los servicios que hoy nos niegan, con esta ley pueden inclusive entregar en concesiones parte del territorio.
Ante esto, es comprensible sentir que la desesperanza a veces toca con insistencia nuestra puerta.
El régimen ha avanzado mucho en la instauración del socialismo opresor y criminal, lo hemos detenido gracias al espíritu combativo de cada venezolano, que en su trinchera particular se ha parado valientemente arriesgando vida, libertad y bienes. Cada uno de nosotros, en la medida de sus posibilidades ha puesto el pecho para enfrentar los embates criminales de la dictadura.
Dignidad y bolas no nos han faltado, hemos visto a nuestros adultos mayores, a nuestras mujeres, a nuestros jóvenes, a los gremios, a los estudiantes caer ante la arremetida de nuestras fuerzas armadas, las que deberían defender la constitución y los derechos humanos, los hemos visto golpeados y humillados por los organismos de seguridad pública apoyados por los colectivos paramilitares. Hemos visto a los miembros del poder moral convertidos en acusadores, el estado de derecho pisoteado y burlado, pero nunca hemos dejado de insistir en la lucha por nuestro país. Han transcurrido más de veinte años de lucha por rescatar la democracia, entonces, ¿qué ha pasado?, ¿como se explica que una camarilla integrada por no más de veinte individuos que se rotan en los cargos, hayan podido repartirse el país y someter a una nación al estado de miseria en que estamos?
El socialismo es en esencia una teoría política de dominación y en Venezuela han avanzado mucho en la creación de nuevos métodos de control social. Lo sesenta años de experiencia represiva de los cubanos han rendido su fruto, los métodos rusos y chinos también han aportado lo suyo, ante esto resulta natural que muchas veces, cuando acentúan sus arremetidas, como la farsa electoral y la aprobación de leyes que dejan sin efecto la normativa constitucional, nos sintamos al borde de la claudicación y empecemos a buscar las causas en nosotros mismos, olvidando los veinte años de desgaste moral y material al que nos han sometido.
El régimen ha implementado una estrategia de dominación y sometimiento de la población basada en los mecanismos siguientes:
- Ideologización a través de la educación, los medios de comunicación, los partidos políticos de izquierda, las instituciones públicas, los sindicatos y las demás organizaciones de trabajadores, estudiantiles y comunitarias.
- El uso del empobrecimiento y la miseria generalizada como vínculo de dependencia del estado.
- El racionamiento alimentario y de los servicios como táctica de condicionamiento para la dependencia.
- Eliminación progresiva del ejercicio democrático e implantación de la coerción para lograr que el ciudadano renuncie a sus derechos de libre expresión, de protesta y a la huelga.
- Destrucción de la institucionalidad y el estado de derecho, la propiedad privada y el valor del trabajo.
- Manipulación emocional a través de la mentira, la desinformación y la exaltación del falso patriotismo y nacionalismo, como estrategia psico terrorista.
- Uso de la vigilancia y el espionaje ciudadano.
- Invención de enemigos internos y externos del país, como la oposición y el imperialismo.
- La represión y la tortura en todas sus formas.
Tan convencidos están de haber logrado sus objetivos de dominación y sumisión colectiva que creen que ya no somos capaces ni de recoger leña sin la participación de los militares.
Su estrategia de dominación tiene como propósito crear el desaliento, lograr que empecemos a negar nuestras formas de organización, que dudemos de la validez y necesidad de los partidos políticos, que rechacemos a los líderes que por veinte años han sacrificado todo y pagado con persecución, cárcel y hasta con la vida su liderazgo, pretenden que reneguemos de los sentimientos de solidaridad y lealtad que siempre nos han caracterizado y que nos convirtamos en delatores de nuestros vecinos. Tratan de desmoralizarnos para que terminemos resignados aceptando el modelo de vida que pretenden imponernos para ellos sostenerse en el ejercicio arbitrario del poder.
Cuando sientas que la desesperanza quiere arroparte con su manto de miseria debes confiar en ti mismo, recurrir a tus fuerzas internas, a tus valores democráticos, al ejemplo de nuestros libertadores.
Cuando te sientas oprimido por la acción del régimen debes disponerte a luchar con más fuerzas por tu futuro y el de tu familia, por el país, por la libertad y la democracia.
- En estos momentos debemos organizarnos en torno a los partidos, evalúa los principios que los motivan y las estrategias que proponen, trata de identificarte con alguno, busca un escenario donde puedas plantear y discutir tus preocupaciones, si no te sientes cómodo en los partidos, busca alguna ONG, asociación de vecinos, asambleas vecinales o hasta un chat de amigos donde puedas compartir tus opiniones sobre el país.
- Practica la solidaridad con tus vecinos en la medida de tus posibilidades.
- Escucha a tus conocidos, aliéntales a organizarse.
- Haz lo que puedas hacer por fortalecer los liderazgos locales y nacionales.
- Incorpórate a las redes, practica la denuncia y el periodismo social.
- Sigue y fortalece los medios digitales que luchan por la democracia.
- No te aísles, trata de compartir tus preocupaciones, si nada de lo anterior te funciona intenta incorporarte a la iglesia que predica tu fe.
La organización fortalece al individuo, el régimen nos quiere aislados y predispuestos con las organizaciones políticas opositoras y sus líderes, quieren arrebatarnos la fe en el futuro y sumirnos en el desaliento y la aflicción. ¡ORGANÍZATE!
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