Venezuela pintada de verde, por Rafael Antonio Sanabria Martínez
En la economía formal y en la informal el andariego ciudadano común se da cuenta de la realidad del país. Observa que productos y servicios están valorados en dólares, divisa a la cual no tiene acceso el pueblo de a pie, pero esa moneda reina sobre la moneda oficial del país que ha quedado en un segundo plano, así como ha quedado el pueblo: indefenso, desvalido, frágil, vulnerable e indeleble, pagando las consecuencias de unas políticas económicas que parece que no han tomado el rumbo correcto.
Esto sucede frente a los ojos de los responsables de darle una verdadera orientación económica al país, quienes demuestran indiferencia. La situación, cada día, devora el presupuesto familiar.
Me pregunto ¿serán los gobernantes los verdaderos capitalistas que desangran al noble pueblo?, porque su conducta denota desidia. No se escucha en las locuciones oficiales una línea estratégica que apunte al equilibrio y estabilidad económica.
Lo más sorprendente fue escuchar al presidente, en rueda de prensa con medios nacionales e internacionales, diciendo que el gobierno bolivariano estaba claro de la realidad que vivía el país en cuanto a las transacciones con la moneda dólar, que reconocía que las operaciones con dólares eran de difícil acceso para el pueblo, por lo que tenían como propuesta para el 2020 implantar el petro como moneda para que llegue a esa población que no tiene alcance a divisas. Pero esas operaciones, según el ejecutivo nacional, son un respiro para la economía venezolana. ¿Estamos dolarizados o no?
En Venezuela todos hablan de dólares. La buhonería grita que se aceptan dólares. Parece que en la tradición oral el petro no ha calado en el imaginario popular, seguramente porque resulta sumamente dificultoso convertirlo en bienes y servicios. De lo que no queda duda es que ya nuestro país está dolarizado y nadie le pone freno a la situación, ¿tendrán alguna intencionalidad estratégica para el gobierno estas acciones? Si así fuese deberían hablar claro.
Estamos inmersos en una sociedad desigual, en contradicción al socialismo que se pregona. Estamos en presencia de un capitalismo salvaje, opresor del pueblo que sobrevive con resiliencia y agoniza ante la indiferencia de los responsables de la economía nacional. ¿Por qué se guarda tanto silencio antes esta verdad? ¿Es asa la suma de felicidad para el pueblo? ¿Es esa la igualdad que tanto se pregona donde todos tendremos la misma oportunidad para vivir?
El problema se agrava a diario. La pérdida de valor del bolívar, aunque se debiera a un ataque a nuestra moneda o a una estrategia política para que respire nuestra golpeada economía como lo refiere El Ejecutivo, es una de las razones por la cual quienes pueden ahorrar migran a monedas “más fuertes”.
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Hay un atolladero para quienes teniendo las divisas desean comprar a lo interno, pero no hay suficientes bolívares. El trance es más difícil cuando el comercio habiendo recibido dólares debe cambiarlos para pagar a sus proveedores y a sus trabajadores, pero hay pocos bolívares, lo que ocasiona que en el circuito de la economía el dólar ocupe cada vez más espacio, desplazando, aunque ilegalmente al bolívar.
Insisto, quien paga las consecuencias de esta dinámica económica es el pueblo llano que sale a diario a combatir con un sueldo ridículamente mínimo basado en bolívares frente a unos verdes que le devoran sus menguados ingresos. Ya basta de seguir sembrando utopías en la gente noble que vive cultivando la semilla de la esperanza. Es hora de hablarle claro o, simplemente, diseñar una ecuación matemática que nos iguale a todos porque aún seguimos en una salvaje desigualdad.
Venezuela está dolarizada informal e ilegalmente. Y nadie detiene esto. La situación es motivo de reflexión y ocupación. El gobierno tiene que actuar y dejar el silencio perpetuo que convierte su gestión en un pecado de omisión. Debe trabajar por la restitución de la producción, ya que nuestro PIB está en el suelo. Basta de justificaciones estériles que solo nos llevan a sembrar odios en unos y sueños fantasiosos en otros.
¿Hasta cuándo se juega con el indefenso pueblo? Se requieren ideas proactivas y con visión de futuro que permitan la transformación para el bien de todos. Es hora de aplicarse las tres R. Nuestro país está cubierto de verde, pero de verdes dólares. Apremia atajar el asunto porque ha convertido en calvario, el diario vivir del pueblo.