Venezuela se anota, por Luis Martínez
Los errores de la oposición multiplican la incertidumbre del pueblo venezolano. Hoy, cerca de cumplir un mes del proceso electoral del 20 de mayo, la oposición quedó sin brújula en búsqueda de salidas que le permitan resolver la crítica situación que padece el pueblo venezolano.
Tres sectores con distintas posturas se mueven en la oposición. En anteriores oportunidades cuando lograron juntarse bajo una misma estrategia, la participación electoral, lograron obtener resonantes triunfos que no supieron aprovechar y que, embriagados por el triunfalismo, repitieron errores que lo llevaron a ser derrotados nuevamente.
El sector más radical, menos acertado y, paradójicamente, más coherente con su prédica es el que encabeza María Corina Machado. Su base estratégica es repetir incesantemente que la salida al problema venezolano, no es por vía electoral. Invoca a los militares. Interpreta de manera peculiar y de acuerdo a su interés, las decisiones que toman organismos internacionales como la OEA o el grupo de Lima. La debilidad de sus argumentos los tapa con su constante prédica abstencionista.
El sector que representa el denominado G4 (PJ, VP, AD y UNT) es el más indefinido y vacilante, se mueve de acuerdo a la temperatura que acalora los momentos políticos que vive el país. Algunas veces cree en elecciones, otras veces argumenta en contra de estas. En el 2005 eran abstencionistas, en el 2006 participaron en las elecciones. En 2007 participaron en la derrota de Chávez en el referendo consultivo.
En 2014 parte de ella tiró nuevamente para el monte y estimuló salidas no electorales. En 2015 se encarrilan plenamente a la participación electoral y con unidad estratégica logran propinar la más grande derrota sufrida por el oficialismo en 18 años de estar en el poder. Ahora, nuevamente tiraron para el monte, cuando no participan en las elecciones del 20 de mayo, con la particularidad que asumieron beligerantemente la política abstencionista sea como frente amplio o como G4.
La definición de este último sector siempre ha sido determinante para los triunfos o derrotas de la oposición. Tienen las mejores estructuras partidistas, pero son muy sensibles a la influencia de discursos e intereses políticos externos; así como para comprar estrategias comunicacionales que el gobierno siempre ejecuta para limpiar el camino y construir triunfos electorales basados más en errores de la oposición que en sus propias virtudes.
Si este sector del G4 retoma la estrategia electoral como vía para confrontar, es posible construir una gran mayoría que derrote contundentemente al gobierno en venideros procesos electorales. Ello no significa desechar el esfuerzo que distintos países en el mundo realizan por apoyar la restauración de la democracia, al contrario es sincerar el alcance de esta y entender que la estrategia para derrotar al gobierno, solo debe surgir de las fuerzas que a lo interno luchan por ello.
El tercer sector lo representan quienes participaron en el proceso electoral del 20 de mayo. Estos, estratégicamente acertados, pero con mucha debilidad estructural, confrontaron al poder del Estado venezolano, desfigurado en partido de gobierno y haciendo uso ilegal de recursos del estado para beneficiar a su candidato mientras que, por otro lado, el esfuerzo realizado para lograr el apoyo de la mayoría de la oposición, no tuvo el resultado esperado.
Ante esta disyuntiva y hasta trágica división estratégica de la oposición venezolana, es necesario que se establezca una ruta segura, pacífica, constitucional y electoral que hago uso de todo instrumento de lucha social y política que sirva para desnudar al gobierno, que valore la ayuda internacional en su justa dimensión, pero que se afinque en organizar y proponer una alternativa fiable y segura que permita salir de la grave crisis que vive el país. Seguro que, en esa alternativa, el pueblo de Venezuela se anota.
Docente universitario