Venezuela: un paradigma de guerra híbrida y sindemia, por Vladimiro Mujica
Twitter: @MujicaVladimiro
A mis amigos de Compromiso Ciudadano que levantaron
el tema de la sindemia en nuestro grupo de WhatsApp.
Cae en mis manos un artículo iluminador aparecido en la prestigiosa revista médica The Lancet, escrito por su editor en jefe, Richard Horton, que señala que covid-19 no puede ser considerado como una pandemia, sino como una sindemia. Este último concepto fue introducido en los años 90 por el médico antropólogo Merril Singer y se deriva de la unión de las palabras «sinergia» y «epidemia».
Sindemia se refiere en su sentido primario a la acción concurrente de diversas epidemias, lo cual exacerba y complica la carga de las epidemias o condiciones médicas preexistentes en un individuo.
Muy relevante para las consideraciones que siguen, es que la sindemia se desarrolla —y puede incrementar sus efectos— bajo condiciones de disparidad en los sistemas de salud y atención pública, de pobreza y de situaciones de violencia social y política. Un importante artículo de divulgación sobre el asunto apareció recientemente en The Conversation, un medio digital que trata con rigor muchos temas complejos.
Es esclarecedor leer un fragmento referido a Singer en el mismo trabajo citado arriba:
«Escribiendo en The Lancet en 2017, junto con Emily Mendenhall y sus colegas, Singer argumentó que un enfoque sindémico revela interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, el tratamiento y las políticas de salud».
Creo que no se requiere mucha reflexión para argumentar que la conducta del gobierno de facto de Venezuela corresponde claramente a un factor agravante de la pandemia covid, una circunstancia que transforma la situación venezolana en un caso claro de sindemia. Basta observar lo ocurrido con la vacuna AstraZeneca, donde el régimen de Maduro prefirió sacrificar a la población del país antes que permitir que el gobierno interino de Guaidó apareciera, nacional e internacionalmente, como teniendo alguna relevancia en los asuntos internos de la nación. Se aniquiló el bien público en la mesa de sacrificios del poder ejercido sin limitación alguna y con el único interés del chavismo-madurismo de perpetuarse como dueños de la nación y los destinos de su gente. Todo ello mientras se vacuna a los enchufados y a los médicos cubanos, al tiempo que se expone sin misericordia a nuestros trabajadores de la salud y se ofrece a los venezolanos como conejillos de indias para las pruebas de campo de las «vacunas» cubanas.
El otro concepto importante que es necesario entender para caracterizar la situación venezolana es el de «guerra híbrida«. El mismo fue rescatado de arcanos círculos militares para referirse a escenarios y estrategias militares que combinan operaciones bélicas convencionales, mezcladas con acciones irregulares y de guerra cibérnetica, así como otros medios de intervención tales como la creación de fake news, la diplomacia convencional, y la presión legal e intervención extranjera de aliados en asuntos electorales y de otra índole (Wikipedia Hybrid warfare).
El concepto de guerra híbrida debe ser entendido en el contexto de que la misma la libra el gobierno de facto contra el pueblo de Venezuela.
*Lea también: La única vacuna, por Fernando Luis Egaña
La decisión inapelable del chavismo-madurismo de mantenerse en el poder a toda costa, independientemente de que su gestión ha conducido a la nación a un proceso terminal de disolución, lleva al régimen al extremo de comprometer la soberanía de nuestra patria y a convertir e Venezuela en teatro de operaciones de milicias y fuerzas de ocupación extranjeras que operan en connivencia con bandas locales. Dos son los nuevos términos acuñados, el uno por David Morán, «somalización», y el otro por Ramón Peña, «libianización» —los dos amigos entrañables— para referirse a la desarticulación del Estado venezolano en un esquema análogo al de Somalia, o al de Libia. Ambos estados fallidos y terminalmente desarticulados.
El caso de la vacuna y el del diesel son simplemente dos caras de la misma moneda en la actuación de la criatura del mal en que se ha transformado el gobierno de facto, convirtiendo a Venezuela en un caso emblemático, un paradigma de sindemia y de guerra híbrida del régimen contra su propio pueblo.
Los documentos de la Academia Nacional de Medicina sobre la amenaza letal que se cierne sobre Venezuela si no se actúa de inmediato para controlar la pandemia a través de un programa de vacunación masivo, no pueden ser exagerados. El caso de la escasez de diesel, una nueva amenaza que se constituye sobre nuestra consternada población, no es solamente un tema de gerencia infame e ineficiente de nuestra industria petrolera, sino la consecuencia de regalar combustible a Cuba y permitir el contrabando de extracción como práctica aceptada en nuestras fronteras. En ambos casos pretende el gobierno de facto atribuirle la tragedia de Venezuela a la conspiración de agentes foráneos y a las sanciones que la comunidad internacional ha establecido para presionar al régimen hacia la realización de elecciones libres y transparentes.
Por otro lado, el triste espectáculo de la invasión del Alto Apure venezolano por dos bandos de la FARC —enfrentados entre ellos y levantando un alud de sospechas sobre la actuación del gobierno de facto para prevenir esta violación de la soberanía—, junto con las declaraciones que pretenden culpar a Colombia y los Estados Unidos de estos hechos, todo ello sumado a la represión masiva contra nuestra gente y los comunicadores que han pretendido investigar lo ocurrido, conforman un caso de librito de la guerra híbrida que se consuma contra los venezolanos.
Usar las palabras y conceptos adecuados, así se trate de neologismos y expresiones de creación reciente, es un asunto indispensable para caracterizar a un adversario que se distingue por su resiliencia y creatividad para mantenerse en el poder.
Es deber del liderazgo político de la resistencia, de la sociedad civil venezolana y de todos quienes sienten la tragedia de nuestro país, el describir y caracterizar con la mayor precisión al gobierno de facto y sus aliados internacionales. Quizás alguna vez se haga justicia divina y humana contra los destructores de Venezuela. Mientras tanto, es necesario seguir alimentando su expediente.
Vladimiro Mujica es Doctor en Química. Profesor emérito de la UCV y actualmente en Arizona State University. Activista en ONG.
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