Venezuela, una zozobra económica, por Griselda Reyes
«¿A cómo amaneció el dólar?», se ha convertido en el pan nuestro de cada día. En nuestros sectores populares, y en los rincones más olvidados de la geografía nacional el bolívar, si bien no ha muerto, está en peligro de extinción.
En este artículo no nos referiremos a las causas, sino a la consecuencia: Nuestros ciudadanos, que ganan en bolívares y cuyos rebusques en divisas cada vez rinden menos frutos, viven en una zozobra permanente por cómo resolver el día siguiente las necesidades básicas de sus hijos.
No es un fake, y mucho menos una exageración escribir que madres y padres se acuestan sin comer para que sus niños puedan ingerir una pobre alimentación.
El desgobierno que se mantiene en Miraflores, bajo la falsa promesa de igualdad social, acabó con la economía, destruyó el aparato productivo y hoy las madres venezolanas nos cuentan desesperadas lo cuesta arriba que resulta hacer mercado.
Pero esto no es un flagelo que solo afecta a nuestros estratos más vulnerables. La clase media venezolana también está pasando «las de Caín» para superar la crisis.
Profesionales, que en el pasado, no lejanos, vivían con ciertos lujos, viajaban con frecuencia al extranjero como turistas, e incluso cambiaban de carro con cierta regularidad; hoy están sometidos a vidas miserables donde abastecer su alacena se ha vuelto una excentricidad.
El sector privado sigue haciendo milagros para saldar sus nóminas, cuando la inversión es cada vez más difícil de recuperar.
Lo hemos dicho reiteradamente, urge tomar medidas económicas serias, se debe evaluar la viabilidad de institucionalizar el dólar, tema que abordaremos en profundidad en nuestra próxima columna; o incluso hacer un mecanismo dual pero que garantice la calidad de vida de nuestros ciudadanos.
Basta de mantener a los venezolanos viviendo en esta zozobra económica.
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