Venezuela: ¿voto útil o sufragio domesticado?, por Armando Chaguaceda
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Esta columna forma parte de la iniciativa LabPaz Internacional, con la cual activistas e intelectuales de varios países le hablan a los venezolanos
X: @DMando21
Desde hace un cuarto de siglo sigo de modo atento la realidad venezolana. Como para muchos intelectuales cubanos identificados con la izquierda antiautoritaria, el chavismo fue una esperanza de modelo alternativo al castrismo; un progresismo con democracia. Recuerdo justamente que mi ruptura, siendo aun un joven profesor de Teoría Política en la Universidad de la Habana, sobrevino en el último trimestre de 2007; cuando el derrotado intento de reforma constitucional dejaba clara la deriva castrista de la llamada Revolución Bolivariana.
Desde entonces, incluidos los estudios y tesis doctoral, Venezuela ha sido parte importante de mi recorrido intelectual, cívico y afectivo. Tanto el encono de los agentes de los agentes políticos de la Habana -especialmente molestos por mis nexos con colegas y organizaciones venezolanas- como los numerosos amigos que he atesoro en Caracas y Maracaibo, en Barquisimeto y Carabobo, en Porlamar y Barinas, así como en la creciente diáspora, me lo recuerdan. Desde esos antecedentes, comparto la siguiente reflexión.
El historiador Ysrrael Camero ha adelantado en sus redes sociales una crítica a quienes rechazan participar en el simulacro electoral anunciado por el régimen, con el alegre concurso de un sector de la oposición partidista. Respecto a la postura abstencionista, Camero cuestiona «Detrás de la decisión de abstenerse de participar en las elecciones del 25 de mayo NO HAY UNA ESTRATEGIA, puede haber indignación, justificada, frustración, legítima, y mucha desesperación…, pero no existe una estrategia que marque una dirección al futuro». Fin de la Cita.
Le concedo a mi colega y amigo que no se vislumbra, en el actual contexto, una estrategia movilizativa alterna a la participación coaccionada, comprada o confundida que se manifestara en torno al simulacro electoral. Pero las razones para ello son, al menos para mí, claras: se trata de una realidad represiva donde la mayoría del liderazgo político, cuadros partidistas y observadores electorales de base comprometidos con la gesta del 28J están hoy perseguidos, en clandestinaje, presos o exiliados. De ahí que, en este momento, no se vea esa estrategia de movilización alterna por parte de quienes están inmersos en la sobrevivencia, primer paso para rearmar la resistencia.
Retomo la pregunta de mi colega, pero cambiando el destinatario: acaso hay una estrategia realmente opositora detrás de una participación que favorece el propio régimen, la cual se aleja de cualquier idea de reorganización y resistencia para la re democratización de Venezuela? Sirva de botón de muestra la libertad con que operan hoy quienes apoyan ir a los «comicios», en contraste con la represión a quienes insisten en defender lo robado el 28J. Un acomodamiento al status quo que va cambiando los comportamientos de quienes aceptan hacer parte del juego: no importa que repriman a medio país… No importa incluso (como ha sucedido en Zulia con UNT) que apresen a un colega o alcalde del propio partido… Hay que seguir callados, celebrando la «gestión opositora» al estilo Rosales & Co, simulando que con ser parte de los simulacros de votación, de oposición y de gobiernos regionales, se ayuda a Venezuela.
Las claves detrás del simulacro electoral madurista las han resumido varios analistas –Benigno Alarcón, Roberto Casanova, Alejandra Martínez Cánchica, Paola Bautista– pero quiero destacar aquí y ahora, por la claridad de su mensaje, lo escrito por la colega Naky Soto Parra, cuando señala: «Participar es clave para lograr cambios, pero hacerlo con domesticación y de forma acrítica es puro sometimiento al poder camuflado de movilización. No se plantea como un desafío sino como una negociación de cuotas y disimulos (…) No hay dilema entre votar o no votar si no vamos a elegir. No hay inercia para romper, sino un país sometido por un régimen tan corrupto como ineficaz y violento (…) No hay incentivos para la participación y obligar a un régimen que hace trampa a diario que «tenga que hacerla» el día de la no-elección (…) Los participacionistas quieren celdas más cómodas, pero no ser libres, quieren desplazar al liderazgo actual y obtener financiamiento manteniendo el mito de la interlocución con el chavismo (…) tendrán que llamar a votar por las tarjetas que les asignen, a pesar de que no tienen la infraestructura necesaria para documentar los resultados». Fin de la Cita.
El «voto útil» de Alexei Navalny en Rusia
Desde la misma agenda de promoción de la participación dentro del simulacro electoral, el profesor Andrés Caleca, invocó en días pasados la estrategia de «voto útil» de Alexei Navalny en Rusia, como justificación para el llamado a votar en la Venezuela post28J. Pero como especialista que ha dedicado muchos años a estudiar la resistencia anti autoritaria en ambos países, respondo que hay grandes diferencias de contexto, coyuntura y sentido entre los casos ruso y venezolano. Los enumero brevemente.
En cuanto al contexto, si bien Venezuela y Rusia se asemejan por ser regímenes autocráticos hegemónicos, en ruta a cerrados, la naturaleza de sus sistemas de partidos, sociedad civil y extensión de las preferencias y culturas políticas democráticas de la base opositora, mayoría poblacional, los hace muy diferentes. En Rusia el putinismo jamás ha dejado de ser, desde 1999, la opción masivamente popular, en Venezuela el madurismo es una minoría violenta y armada.
*Lea también: La oposición democrática en su laberinto, por Gonzalo González
Hablando de la coyuntura, cuando Navalny convocaba al voto útil no había una elección masivamente ganada meses antes, unos candidatos despojados y una población y oposición que pagaban aun el precio del fraude y la represión, con cientos aun en la cárcel. Navalny clamaba en un desierto, para lograr el «algo» que destacas en el fragmento mencionado.
Respecto al sentido, en medio de esa situación, el «voto útil» ruso no dañaría la existencia o resistencia de otras fuerzas opositoras, porque estas simplemente no existían. Caso contrario al venezolano. Y sirve de botón la reacción del poder: en Rusia incluso esta mínima estrategia fue saboteada por el régimen, en Venezuela está siendo la alentada por la dictadura, que necesita usarla para dividir a sus oponentes y recuperar legitimidad internacional.
Un último dato: ya durante las pasadas votaciones –imposible llamarles elecciones– en Rusia la estrategia de «voto útil» mostró su agotamiento… por razones parecidas (veto, acoso y apresamiento de candidatos propuestos o electos, incluso de los partidos leales; desencanto poblacional con la incapacidad para hacer vida opositora dentro de los márgenes del sistema) que veremos en la Venezuela post 28J.
Escenarios alternativos luego del fraude electoral
Volviendo a los ejemplos históricos, recuerdo a mis lectores que llevo rato definiendo a los venezolanos –por su tenacidad, creatividad y compromiso democrático– como los polacos del Caribe. Y es que los polacos, que se movilizaron en 1956, 1968, 1976, 1982, no se contentaron, cada vez, con ser parte en los espacios y migajas de tolerancia del régimen comunista. Fueron resistiendo, movilizados hasta que pudieron lograr su triunfo en 1989. En una coyuntura distinta a la hoy imperante en Venezuela y el entorno global.
Esbozo una respuesta alternativa a quienes invitan a participar en los simulacros electorales convocados por la dictadura: si veo escenarios alternativos, hoy y mañana, para participar. Los veo en la lucha solidaria por liberar a los presos políticos, en la resistencia de las ONGs, en la lenta y trabajosa organización de sectores y movimientos populares, en la movilización que tendrá que producirse –ahí sí, incluso, dentro de ámbitos electorales– contra el intento de un nuevo Constitucionalismo a la cubana.
En este último punto, como has alertado en días pasados el experto Eugenio Martínez y el dirigente Nicmer Evans, valdría la pena concentrar la atención y reconectar la movilización.
Anticipo que, al llamar la atención sobre la posibilidad de participar en las elecciones a una nueva Constituyente o un referendo aprobatorio de la nueva «vieja» Constitución de estirpe castrista, algunos lectores creerán ver una contradicción en mis palabras. ¿Por qué participar en condiciones desventajosas en unos futuros comicios constituyentes, si se ha repudiado el acudir a las votaciones anunciadas? –dirán algunos– Pues porque allí si habría entonces algo real en juego: nada más y nada menos en el corazón y estructura general del orden sociopolítico. Además, al no estar en disputa cupos y cuotas autorizados de la administración local o regional –jamás el poder– el incentivo de la participación como cooptación desaparece; para convertirse en participación como resistencia. Esos son los únicos escenarios para participar, con realidad y sentido, que detecto fuera de los inútiles y nocivos simulacros electorales de la Venezuela post 28J.
Armando Chaguaceda es Investigador Principal en Gobierno y Análisis Político AC. Licenciado en Historia y Máster en Ciencias Políticas, Doctor en Historia y Estudios Regionales. Especializado en el estudio de los procesos de democratización y autocratización en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Experto País del proyecto V-Dem (Universidad de Gothemburgo) y Freedom House. Ha estudiado los procesos políticos en la Rusia postsoviética, así como sus vínculos geopolíticos con América Latina. Compilador y coautor de 7 libros y autor de 30 artículos académicos sobre las temáticas antes mencionadas.
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